8. Cuando nos distanciamos

8 0 0
                                    

6 meses después.

La relación con mi madre no ha mejorado, sigue igual. Esta más tiempo a casa, pero eso no demuestra nada. El daño está hecho, si ella quiere enmendar su error, tendrá que esforzar-sé más. No le voy a regalar mi perdón así de fácil, ella ha sido quien ha destrozado la relación así que ella tendrá que arreglar-lo.

Con este tiempo me he hecho más amiga con Jackson, Ana y sus amigos. Ahora estoy en casa, ya que me acaban de traer. Al entrar veo a mi madre sentada en la silla más cansada de lo normal.

- Ya estoy aquí – digo.

- Davinia, ya no puedo más.

- No he sido yo quien ha destruido la relación, así que no me vengas con esto.

- No sé qué hacer para que me aceptes otra vez.

- Yo no te voy a decir tus errores, deberías saberlos tú, yo no voy a hacer nada.

- Podríamos sentarnos las dos juntas y hablar.

- ¿Qué finalidad tiene eso? - digo apoyandome en el marco de la puerta.

- Quiero que me digas como te sientes. Quiero saber todo lo que escondes y aún no me has dicho.

- De acuerdo, pero si no te gusta, no es mi problema. Avisada estas.

- Está bien, asumo este riesgo.

- Vale – digo sentándome-. ¿Por dónde quieres empezar?

- Por el principio de todo.

- Está bien. Cuando te divorciaste de papa. Estaba todo bien, pasabas bastante tiempo conmigo y trabajabas. Sabía que estabas mejor así que cuando estabas casado con él. Con el tiempo te fuiste distanciando. Aprendí a estar sola, hacer cosas, como cocinar, cuando en realidad quería que tú me enseñaras. Cuando empezamos a mudarnos, decidí no hacer amigos, porque las dos primeras veces me dolía. Tome la decisión de marginarme en los institutos. Como no tenía amigos y tú no estabas a casa. Me sentía tan sola, tan aislada que entre depresión y sabía que la tenía porque me hicieron un test los psicólogos de los institutos que fui. Empecé a comer mal, creo que solo comía una vez al día. También sé que me junte en mala compañía. Consumí drogas, hierba, alcohol y empecé a fumar. Bueno eso aún lo hago de vez en cuando. Nadie lo noto y un día me empecé a sentirme peor de lo que estaba. Me mareaba constantemente, tenía más sueño de lo normal y no me podía concentrarme en nada. Entonces un día vomite y aquel día fue cuando falsifique tu firma. Cuando dijiste esas cosas y te disté la vuelta para salir de mi habitación me sentí la persona más miserable, sola y que mi existencia solo era una carga pesada. Llore toda la noche. Aquella misma semana empecé a cortarme. Quería morirme, dejar de ser un peso para todos. Encima para rematar la cosa, salí con cada chico, que era para matarme. Entonces ya me sentía bastante mal pues en unas semanas la cosa fue a peor. También me hizo daño es que dijiste que no era de fiar y para una vez que pedia ayuda, no me hacian caso por tu culpa. Ese mismodía la situación fue crítica. Al avisar al profesor de que no estaba bien y no me hizo caso, me hizo sentarme como si nada. No se cuánto tiempo paso desde entonces, pero perdí la conciencia a mitad clase, por lo que me dijeron me intentaron despertar mientras venía ambulancia – hago una pausa para coger un vaso de agua y beber-. ¿Quieres que siga o hacemos un descanso?

- ¿Qué es lo que fumabas?

- Aún fumo, pero no tanto como antes. Fume hierba, chocolate entre otras cosas

- ¿Cuántos novios has tenido? ¿Hasta dónde has llegado con ellos?

- Ha tenido tres novios y todos ellos gilipollas. Por ahora soy virgen, pero he llegado a mucho más que cuatro besos.

- ¿Cómo no pude ver nada de eso? – dice llorando.

- No lo sé, ni me importa.

- Soy tu madre, debería haber visto que estabas ...

- Sola, rota, muerta. Me he destruido durante mucho tiempo y ahora tal vez no tenga cura o si, pero quiero que sepas algo, no lo hice yo solita, por una vez tú ayudaste a tu hija. A destruirla más de lo que estaba y está – me quedo mirando mis queridas cicatrices. Algunas son visibles, una vez que las ves ya no puedes parar de notarlas.

- Dios mío. No sé qué decir.

Se hace un silencio incómodo y muy tenso entre nosotras. No si quiere que siga o no. Jackson solo sabe una pequeña parte de toda la mierda y si se lo contara todo no sé cómo me miraría y no sé si me gustaría... pero que estoy diciendo, me da igual como me mire. Decido darle unos minutos mientras voy a mi habitación para ponerme el pijama y fumarme un cigarrillo con tranquilidad.

Mi madre ha subido a la habitación y ahora está sentada en unos de los sillones que hay en la terraza. No dice nada cuando me ve fumando y creo que lo prefiero así. Estoy pensado que esta mujer es un poco masoca para qué coño quiere saber todo lo que paso. En que una de las dos esté rota sobra.

- Puedes seguir – dice al cabo de un rato.

- Recuerdo que estaba en el hospital. En el momento que desperté me sentía peor de lo que estaba. No podía respirar. La enferma que entro en ese momento me vio despierta y fue casi corriendo a por un doctor. Me fijé que me habían vendado las muñecas y sabía porque lo habían hecho. Esa semana me hice dos cortes bastante bonitos, pero no lo suficiente para matarme. Bueno, entonces vino el doctor me hizo la típica charla de por qué no me tengo que cortar y el sentido de la vida. Luego me informó de mi estado, que era que podía haber muerto, que no sabe cómo pude sobrevivir con cuarenta y dos grados de fiebre.

>> Estuve una semana y algo en la UCI, no podían bajarme la fiebre y casi no podía respirar. También me pasaba más tiempo dormida que despierta. Lo que me dolió más es que mi madre no estaba allí cuando desperté la primera vez y decir que todo saldría bien. Después de la UCI me pusieron a observación. Pase bastante tiempo allí dentro. Luego me pusieron a una habitación. Cuando casi me dan el alta, me volvió la fiebre y para mi desgracia se fijaron que no comía casi. En todo el tiempo que estuve allí dentro entre esas paredes grises, no viniste ni un día. Me sentía sola. Me dieron el alta y me pusieron tratamiento para casa, después nos volvimos a mudarnos.

>> No sé si nos quedaremos aquí, pero espero que sí. Porque sino esta vez yo me quedaré y tú te mudas porque no pienso moverme por una vez de un lugar que me gusta y siento que estoy en casa y en paz. Y eso no es muy normal en mí.

- Tengo que decirte una cosa – dice al cabo de un rato-. Si fui al hospital, pero por las noches. Siempre estabas durmiendo. No despertabas en ningún momento, solo dormías – me la quedo mirando.

- Nunca me has dicho que estuvieras allí. Que habías venido a ver una moribunda que tenías como hija.

- Ahora me toca a mí. No sabía cómo tratarte después del hospital. Jo sabía que te cortabas y el diagnóstico porque me lo dijo tu doctor. No sabía que hacer o decir para que no te cortaras, así que decidí mudarnos para alejarte de todo ello. Luego decidí que si tenías trabajo estarías distraída y no pensarías con eso, también de esta manera estaba un poco más tranquila. También te tengo que informar de que esta vez no nos vamos a ir. Este es nuestro lugar. También siento haberte llamado mentirosa en otro día. Me siento culpable de tantas cosas y en casi todo porque no me fije con lo que tenía a mí alrededor.

- Ahora esto no sirve de nada – tengo los ojos húmedos, pero sé que tengo que decir algo más-. Ahora no podemos cambiar el pasado, pero se puede mejorar el presente. No sé puede olvidar el pasado, pero si aprender de él y vivir con él. Empezamos de nuevo.

- Está bien.

Tu eres mi destino. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora