12. Miedo

5 0 0
                                    

Me caen lágrimas, por el miedo que me acaba de entrar. ¿Seré lo bastante valiente para enfrontarme a todo esto? ¿Y al que vendrá después?

Empiezo a pasar hoja por hoja, viendo distintos dibujos. Son horribles, sale el lugar donde me ponían los sueros y cada uno de ellos, salen cosas que teoría hice. También como una sala de entrenamiento donde pelean diferentes personas a la vez. También una sala con armas muy raras. Todo esto me da muy mala espina.

Cuando acabo de mirarlo estoy llorando y temblando, me estoy muriendo del pánico de no saber cómo hice todo esto, de no poder recordar, de perderme a mí misma, de no saber que será de mí ahora que sé esto.

Salgo de la habitación para buscar a mama, necesito que me abrace y que me diga que toda ira bien.

Tal y como, me ve, viene corriendo y me abraza. Me acaricia el pelo y me dice que todo ira bien y entonces empiezo a llorar más fuerte, de esta manera me desahogo de todo el que hay dentro de mí. Me caigo de rodillas al suelo y mi madre baja para abrazarme más fuerte y decirme palabra para tranquilizarme.

********************

Esa noche mi madre durmió conmigo. También dijo que me daría el colgante mañana o cuando lo encontrara.

Desde entonces no he ido a clase, bueno exactamente llevo una semana sin ir. He mentido a todos mis amigos y a todo el mundo diciendo que tengo gripe y que tengo que estar casi dos semanas en casa. También les he dicho que no vinieran para que no enfermasen. Me sabe fatal tener que mentirles, pero ahora no puedo con nada.

Ahora estoy sentada en el sofá del salón mirando un punto borroso. Siento que estoy aquí, pero a la vez que estoy a kilómetros de lejos.

- Davinia – mama me despierta de mis pensamientos y la miro – ¿Cómo estás?

- No lo sé. Algo mejor supongo.

Se sienta a mi lado y me coge la mano.

- Vas a poder con todo esto, ya lo verás. He encontrado el colgante.

Me da una caja cuadrada, de esas que dan a una joyería cuando compras un conjunto completo muy caro, la deja encima de las rodillas. Ella se va para dejarme sola y darme mi espacio porque lo necesito. Sé que está preocupada al igual que mis amigos por no contestar ningún mensaje y casi no hablar con nadie. Solo hablo lo básico.

Respiro hondo un par de veces y abro la caja donde se hace todo realidad, todo lo que ponía el diario. Dentro hay una cadena plateada un poco larga y de allí cuelga como una hada de unos 5 centímetros con tres piedras; una roja, una verde y una azul.

Cuando cojo de la cadena para verla mejor, no veo ninguna diferencia entre un colgante normal y este. Voy al vestíbulo donde hay un espejo para ponerme y ver cómo me queda. El hada se queda colgando justo en el canelillo de mis pechos. Lo más curioso de todo es que la siento familiar y me hace sentir una cosa rara en cuerpo. No sé cómo explicarlo. Pero para mí mala suerte sigo sin acordarme de nada, ni siquiera cuando hice el colgante. Por lo menos ahora estoy más tranquila, pero sigo preocupada.

Tu eres mi destino. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora