9. Reencuentro

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Apenas era medio día, ya estaban cerca de la pequeña y rustica posada que se hallaba cerca del puente que conectaba con el país de las olas. Karin sintió una presencia conocida a unos metros, lo sabía. Aunque esa persona había bajado al mínimo su chakra, posiblemente para no ser detectada, no podía escaparse de un radar tan fino y puro como el que ella poseía. Se detuvo pensando, recordando a quién pertenecía esta energía tan particular y cálida. Entonces, su mente divagó. Era Sakura. 


-Espera, Suigetsu -dijo tomándolo del brazo, el chico giró para verla confundido- Hay alguien de la hoja en aquella casa. 


-¿Cómo lo sabes? Si reconoces el chakra, debe ser alguien conocido para ti -dijo con seriedad, no sabiendo que tan bueno era este hecho. 


-Sí -asintió-. Se trata de Uchiha Sakura. La esposa de Sasuke. 


El peli blanco se quedó mudo por un momento, procesando tal información. Eso no era bueno, ¿y si los estaba esperando? ¿Qué podían hacer? Ella estaba en su camino, no había otro más que el cruce sobre el agua, debían pensar en algo rápido. Renunciar a esas alturas del viaje ya no era una opción. 


-¿Qué hacemos? - Preguntó nervioso. 


-Vamos con ella -decretó recibiendo una mirada descolocada por parte de su compañero-, quizás no lo sepas del todo bien, pero antes te había dicho que Sakura y yo teníamos una hermandad de mujeres y que yo la había atendido en el parto. Es la única amiga que he tenido y formamos un fuerte lazo antes y después del nacimiento de Sarada. 


-No podemos confiar en ella, Karin. Es una kunoichi leal a Konoha -dijo tratando de dar por terminada la discusión.   


-Está bien, no confíes en ella, pero al menos confía en mí -pidió clavando su mirada en él-. No hay otro shinobi de la aldea cerca, está sola.


El chico la miró detenidamente, con seriedad. Muchos creerían que, pese al tiempo que llevan juntos, se tenían desconfianza y no estaban del todo errados. Pero en el corto lapso de viaje que llevaban, algo en su relación iba evolucionando y ni siquiera ellos se habían dado cuenta. 


-De acuerdo -aceptó tras un suspiro-, pero no digas que no te lo advertí cuando nos delate. 


Entonces, ambos caminaron hacia la posada. Cuando se hallaron en la entrada, la pelirroja pudo sentir el nerviosismo de Suigetsu, así que, envalentándose, tomó su mano con firmeza para confortarlo y él le respondió estrechándola, no era un acto romántico, sino fraternal. Con aquel gesto estaba dándole al espadachín fuerza y confianza y él pudo percibirlo. Se miraron y con aire solemne asintieron antes de entrar. 


                                                              - o -


Naruto se encontraba en su oficina con los ancianos consejeros, ellos habían demandado una audiencia urgente con él. Intuía que no sería una plática agradable, estaba algo nervioso por lo que sea que ellos le fueran a decir. Nunca lo visitaban para saludar o hablar del clima. 

Juntos al país del aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora