CAPITULO 0️⃣5️⃣

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–¿Es un duque de verdad? –susurró Mía mientras le pasaba su vieja maleta con ruedas, mirando a Christian, que desaparecía entre un mar de pasajeros–. ¿Cómo has podido guardarlo en secreto todo este tiempo? ¡Por favor, qué pedazo de hombre!

–Mía, cierra la boca –dijo Ana, molesta. Después de la tensión de las últimas horas estaba nerviosa y no le apetecía una regresión a los catorce años.

Francamente, ella misma tenía serios problemas para mirar a Christian sin babear. Habían vuelto a hacer el amor y había sido más que suficiente para los dos. Entonces, ¿por qué no podía dejar de pensar en hacerlo otra vez? Especialmente cuando Christian había dejado bien claro que no estaba interesado en un segundo acto. Después de una ducha de veinte minutos había bajado al jardín para encontrar a Christian reunido con el paisajista. Jack Hyde le había sido asignado como acompañante y el joven la había invitado a compartir el almuerzo con un grupo de arquitectos e ingenieros que trabajaban en Grey Hall. Pero tenía un nudo en el estómago y no había sido capaz de probar bocado.

Después, Jack le había hecho un tour por la casa y Ana no había tenido tiempo de pensar por qué la decepcionaba tanto que Christian no hubiera comido con ellos. Pero eso no evitó que sintiera nostalgia mientras Jack y ella paseaban por el jardín de su infancia. No necesitaba los comentarios del ayudante de Christian; ella sabía lo que había cambiado y lo que no porque conocía aquella casa como la palma de su mano. Christian había devuelto el esplendor a Grey Hall, convirtiéndola en una casa moderna y llena de luz. Pero era más que eso: le había dado una nueva vida. Y no podía dejar de preguntarse por qué se había molestado tanto.

Christian se había marchado de allí diez años antes y, que ella supiera, no había vuelto nunca. Ni una sola vez había vuelto a ponerse en contacto con su padre y ni siquiera había acudido a su funeral. Siempre había pensado que odiaba aquel sitio. Entonces, ¿por qué se había molestado en reformarlo? ¿Quería demostrar algo?¿Y por qué no podía evitar sentirse orgullosa de él? Lo que Christian hiciera con la casa de su padre no era cosa suya.

El vuelo en helicóptero hasta Londres había sido poco interesante. El ruido en la cabina hacía imposible hablar más que gritando, de modo que Christian había ido trabajando en su ordenador y ella no lo había molestado, aunque tenía mil preguntas que hacerle sobre Grey Hall. Pero aquel era un viaje de negocios y debía recordarlo. Hacerle preguntas personales sobre sus motivos para restaurar Grey Hall estaba fuera de la cuestión. Desgraciadamente, cada vez que sus piernas se rozaban, el teatro era en lo último que pensaba y cuando llegaron al aeropuerto, sus hormonas estaban enloquecidas. Sólo tuvo un momento para presentarle a Mía y ver cómo su amiga prácticamente se desmayaba antes de que Christian se excusara, diciendo tenía unas llamadas que hacer y que se verían en el avión. Lo raro era que estaba empezando a sentirse acomplejada porque parecía decidido a ignorarla. Lo cual era absurdo. Ella no necesitaba su atención, ni la quería. Eso sólo animaría a sus hormonas. Y la charla de Mía no estaba ayudando nada porque le recordaba las conversaciones que tenía con sus amigas sobre Christian cuando era una adolescente.

–¿De qué le conoces? –preguntó Mía–. Es evidente que hay una conexión entre vosotros. ¿Es por eso por lo que ha ofrecido el dinero para el teatro? Estás teniendo una aventura con él, ¿verdad?

Anastasia sintió que le ardía la cara.

–No estamos teniendo una aventura –respondió, segura de que el revolcón en su casa no contaba–. Crecimos juntos, es un viejo amigo.

–¿Entonces por qué vas a Florencia con él? ¿Y por qué te has puesto colorada?

–No me he puesto colorada –protesto Anastasia, maldiciendo su pálida piel–. Tengo que ir a Florencia para presentar el proyecto al consejo de administración y firmar los papeles. Sólo es una formalidad, ya te lo he dicho.

LOS ASUNTOS DEL DUQUE (HISTORIA CORTA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora