Capítulo XVIII

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Las gotas que golpean el vidrio de la ventana las siento recorrer mi nuca hasta mi espalda como los dedos mas ágiles de las manos de una masajista experta. Por un momento me quitan el peso del mundo, soy liviana otra vez.

Y el viento me susurra cosas magníficas, y me percato de que perdí todo sentir, solo soy un pensamiento que pronto desaparecerá...y el fuego, el agua, la tierra y el aire seguirán susurrando cosas magníficas, pero sin mí y sin muchos otros. En serio que no somos nada.

¿Qué harías si supieras que al final nada tiene sentido?

Por qué las preguntas mas serías suenan de lo mas ridículas.

En este momento me alimento de un recuerdo, fuerte y claro, tanto que es vivido, las sensaciones aun me estremecen aunque no como en su momento original. Era plena primavera, iba caminando por la calle, salía de mi miserable y mal pago trabajo, el sol brillaba en lo alto imponente y hermoso, me sentía desganada, pero su suave calor comenzo a acariciarme, y en un momento cuando pasaba por debajo de un cerezo me tento mirarlo y sus rayos atravesando las verdes hojas, destellando aquí y allá, fue un instante delicioso de sentir: porque todos mis sentidos lo captaron, la vista contemplando una ilusión, el oído escuchando a la aves y las hojas rosarse (pese a que estaba en plena ciudad, mis sentidos se aislaron y me concentre solo en ello), el tacto cuando el sol con la brisa calida me acaricio, y el olfato con ese aroma primaveral...fue mi mayor momento, cuando realmente fui felíz, por nada y por todo. Ese es el recuerdo que tengo de que alguna vez fui felíz, inmensamente feliz.

Me voy, con el recuerdo mas insignificante para muchos pero inmenso para mí.

Para generarme fuerzas para el momento, pues ahora estoy en calma, pero puedo flaquear; me imaginó corriendo por verdes prados rodeados de azules lagos, sin insectos que me asusten ni molesten, con aromas exquisitos...me permito soñar, por un instante con mi mas allá, aunque este no exista...al menos en mi mente, como consuelo hasta el final me va acompañar.

Y estoy segura de que la soledad de este final me dolerá, como nunca nada dolió antes. Por ello necesito de todas las herramientas posibles.

Para no desfallecer...no me quiero ir con odio, dolor, ni bronca...ni hacía mí, ni hacía nadie. Quiero irme siendo yo, siendo lo más fiel a mi, porque me lo merezco. Porque no fui una santa pero tampoco un demonio, fui un ser que vivió intensamente fiel a si mismo. Y ello me conviertio en una persona empatica, por esos cuando digo que: "me importas", aunque no sepa tu nombre ni conozca tu rostro, no miento, es la verdad "me importas".

Lo que deseó es que aprendan a encontrar la felicidad en las cosas vanas y simples; y entonces al final del día, de la vida; tendrán innumerables momentos de felicidad absoluta. Y aunque nada tenga sentido, todo lo tendra. Como las gotas que golpean el cristal...

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⏰ Última actualización: Feb 22, 2020 ⏰

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