Capitulo VI

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La única vez que sentí como si mi corazón se detuviera por un chico, tenía diecisiete años y al desafortunado le decian Tomy (como el gato y el raton) ¿ya entiendes? Digo desafortunado, porque nunca tuvimos nada, pero nada, ni un beso ni en la mejilla. Era el típico chico que se sabe lindo, y por supuesto no era de los que tenía que remar, ni siquiera lo hacía por una chica guapa. Su trabajo era simple aceptar o no; su lema: las que me quieran que me conquisten. A la media noche el trabajo que hacían las chicas era arduo, pero eso de las cinco de la mañana cuando el boliche era una cacerola, la mas facil se lo ganaba. Jamas lo vi trabajar por una chica, aun cuando por sus miradas sé que alguna puntual lo atraía, de todas formas él esperaba la iniciativa del sexo femenino; o sino, muy simple, se iba con la mas fácil. Por eso él y yo nunca estuvimos, bien podría haber sido una de esas chicas de las cinco de la mañana, pero yo no era así. En ese entonces tenía un ideal mas romántico y creía en mi valor.

Tal vez no era la mas hermosa pero aún así sabía que merecía todo el respeto. Él no estaba, por ese entonces, dispuesto a darselo a nadie; y yo ni pensaba en perder el mío.

Y a pesar de que fue el único chico que me hizo sentir, orgánica y emocionalmente, así de cursi y a mi (según yo) corta edad y experiencia; no me perdí como lo suelen hacer las jóvenes enamoradas, aunque sea un amor platónico como el mio; no estaba todo el tiempo pensando en él y fueron muy pocas la veces que me pude sentir incómoda con su presencia. Por lo general disfrutaba el momento, muy a mi manera, y entonces sin mas lo notaba o lo recordaba pero eran momentos muy fugaces y muy vagos.

Me voy teniendo un único amor y encima...platónico.

Si lo pienso, ahora, con todos mis años. Digo que tendría que, eso de las cinco de la mañana: acomodarme la pollera que solia llevar, meterme el mechon rebelde que se me escapaba tras la oreja y dirigirme justo en frente de él, le miraría a los ojos, le tomaría la cara sin permiso y le basaría...y a la mierda todo y qué. Claro, que eso lo pienso mas de una decada despues y porque estoy por morir sin decirle a Tomi (de quien no sé su nombre real) que lo ame. Patetismo puro. Eso no me importa, una vez que deje esta vida ya no sere patética ni pura ni diluida, porque ya no sere nada.

Con los años aprendí a ser descarada, no en los niveles de mis amistades, pero sí en aquellos que me hicieron apreciar los placeres mundanos. De vez en cuando esta bueno ser una descarada desvergonzada ¡Pruébalo!

Me quedan pequeñas piscas que pasan desapercibidas de mi niña coqueta, pero aveces y segun la compañía, le dan un tinte a mis ojos que se vuelven irresistibles. Eso lo sé, es mi arma, sólo la utilizo en ocasiones especiales, lástima que no soy consciente hasta que lo hago. Es un arma, como las olas bajo la luna, que nadie mas vera. La próxima ves que alguien, quien sea, me mire, vera a mis ojos fríos e inanimados.

Una Muerte DeterminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora