Capitulo XIV

70 2 0
                                    

De joven creía que con fuerza de voluntad se podría curar cualquier herida; lo que no entendia es que esa fuerza con el tiempo se debilita.

Las primeras señales de éste trance irreversible me lo hicieron notar.

Focalizo mi mano temblorosa que torpemente lleva el trabajo adelante; y me detengo a observar su absurda existencia, en lo patética que es, y en, aún así, todo el daño que puede causar.

Dejo que acomoden unas cajas en el rincón del deposito, sin dejar de observarlas, siguiendo el trabajo que por el momento pueden hacer, siendo consciente de que en el momento que menos lo esperé, y no por su muerte prevista, no lo podrán hacer más.

Las personas necesitan razones para un acto como el que voy a realizar; pero no tendría que por qué ser así, cuando sólo tendría que ser una decisión de la persona que lo va hacer, y el resto sólo lo debería de respetar.

Las personas necesitan razones para morir, cuando la razones son para vivir.

En un punto me di cuenta que volvía sobre mis pasos, pero cuando hay tiempo y no se quiere ir a ningún lado o no se tiene donde ir, poco importa; entonces el tiempo me pareció mas escaso que nunca y eso me dio libertad y entendí que estaba presa de mis decisiones, encerrada en la rutina; lo que confirmó mi muerte prematura. Yo había muerto antes de cometer suicidio. Y a esa parte de mi vida jamas la podría revivir.

Está decisión, terriblemente cuestionable me hizo, aún con todo el miedo, libre.

De detrás de todas las cajas salen a mi vista unos hermosos, caros y decorativos almohadones, sé en ese instante quien los podría tener. Para mi es normal ver algo y de inmediato relacionarlo con alguien. Voy por el rotulador tomo un papelito naranja y escribo; "Cheli: porque me gusta como decoras tu casa". Los dejo de manera, sobre las cajas bien acomodadas, bien deco.

La belleza siempre nutrio mi vida; eso no cambia, la muerte no te cambia, hecho contrario maximiza cada aspecto de tu personalidad.

Sin ir mas lejos ahora me encuentro mas controladora que nunca, nada se me escapa de control, no dejo que nada se escape. Mi más molesto TOC brilla en su estelar.

Estoy hecha un desastre los pelos duros de tanto polvo, la ropa sucia y arrugada, con mi peor suéter y pantalón: el que tiene mas agujeros que ni para pillama sirve, solo que es el mas cómodo. Paso por frente al espejo de pie, me echó una miradita rápido y asumo mi falta de línea, pero sin dejar que me afecte como lo haría antes, porque sé que una vez que terminé de acomodar todo, va a llegar mi tiempo. No deje nada al azar.

Una buena obra tiene un perfecto escenario, una comprometida actriz y un genial director.

Una Muerte DeterminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora