La piramide della felicità (JiKyu)

2: Primera prueba.

Tras ello la voz permaneció callada, por lo que Jihoon entendió que no contestaría ninguna más de sus dudas hasta que no hiciera lo que decía, así caminó a paso lento por la hierba hasta pararse frente al árbol, dándose cuenta de que se trataba de una secuoya algo peculiar, porque tenía una casa en su centro. Y no era una simple casita de madera situada en una de sus ramas, sino que la pequeña edificación traspasada literalmente el tronco de aquél hermoso árbol, situándose en el centro de este. Una escalera de cuerda colgaba en una de las ramas, pero no parecía tener utilidad alguna, porque estaba tan apartada de la casa que no daba con ningún punto por el que se pudiera entrar a ella.

-¿Tengo que subir allí?- Preguntó, alzando la cabeza para mirar aquella extraña composición.

No escuchó otra cosa que varios pajarillos cantando y el sonido de las espigas de trigo moviéndose al compás del viento, así que supuso que sí pero ¿cómo llegaría hasta allí arriba?

De pronto recordó una palabra que le dijo antes la voz: "deséalo"; así que se imaginó a sí mismo en el pequeño porche de la casa de madera y, en apenas un segundo, se había teletransportado a ese mismo lugar. 

Su vistas se había desenfocado y su respiración era irregular, pero había conseguido subir allí sin ayuda, así que esta feliz. Se tomó unos instantes para recuperar el aliento antes de empujar la pintoresca puerta de madera, que soltó un chirrido desagradable al abrirse. El chico que había dentro clavó rápidamente sus ojos en los suyos, con sorpresa.

Ambos chicos cruzaron miradas. El contrario era solo un poco más alto que él, pero sus kilométricas piernas le hacían parecer un modelo. Ojos grandes, perfil hermoso... Lo único que parecía no encajar en su rostro eran un par de tiritas, colocadas torpemente sobre su piel en zonas como su nariz y uno de sus pómulos. El chico se levantó, cambiando su sorpresa por cautela, casi miedo, cosa que sorprendió al protagonista.

¿Acaso daba tal impresión?

Sin embargo, y a pesar de que su compañero parecía un gatito asustado, avanzó un par de pasos y extendió su mano.

-Hola, soy Jihoon- dijo, rascándose la nuca con la otra mano.

-Junkyu- El contrario se acercó lentamente, paseando su mirada varias veces desde sus ojos hasta su manos, hasta que se decidió a estrecharla. En el momento en el que sus palmas se tocaron, una línea verde se tatuó en sus muñecas, aparentando una pulsera.

La zona le escocía levemente, como si se hubiera raspado con algo.

-Vaya, esto es nuevo.- Retiró rápidamente su mano, mirando su muñeca de cerca, lo que hizo que Junkyu soltara una pequeña sonrisa, que tapó pocos segundos después. -Aunque bueno, qué no lo es en este lugar...

-¡Bienvenidos, compañeros!- Una voz bramó, asustando a los chicos. Un holograma se prendió en una de las paredes de la casa. Un hombre mayor, de unos cincuenta años aproximadamente apareció ante ellos. Su pelo cano caía sobre sus hombros, dándoles cierta impresión de elegancia. -Dado que ya os habéis conocido, ya podéis participar en la pirámide. Probablemente ahora mismo se os esté habilitando ya una línea de nivel, la veréis si apretáis ligeramente vuestra marca de compañero. En ella veréis vuestros nombres y nivel, comenzáis con el nivel 1. Conforme vayáis subiendo de nivel podréis interactuar con más equipos con niveles parecidos a los vuestros, pero por el momento estaréis solamente vosotros dos.

Mientras el hombre iba explicando, Jihoon se apretó dicha marca, viendo frente a él (a la altura de su frente, ligeramente a la derecha) un largo rectángulo transparente con su nombre y apellido sobre este. A su lado, más pequeñito, aparecía el de Junkyu.

-Podéis escoger entre distintos retos, aunque dependiendo de los días habrá mucha variedad o se os asignará uno obligatoriamente. Si os resulta muy difícil escoger, podéis seguir mientras tanto misiones que hagan otros equipos, ya que todas se pueden supervisar. De hecho probablemente tengáis espectadores en vuestra primera misión, porque las primeras siempre son apasionantes de ver... Dicho esto, ¡que empiece la diversión!