Ya era por la mañana cuando se dejó caer de nuevo en el mullido colchón que tenía por cama. Respiró agitadamente, acostumbrándose de nuevo a la sensación de las sábanas arremolinadas entre las yemas de sus dedos.
Aquél lugar era simplemente... Cruel.
Podían desvelar cosas sobre él, ponerlo a prueba físicamente, humillarlo... Pero a su hermano no, y menos con audiencia. Eso había un golpe demasiado bajo para él, le habían dado en uno de los lugares que más le dolía.
Se secó el sudor frío de la frente, muy incómodo. Solo con recordar lo que había vivido apenas unas horas antes le ponía los pelos de punta y el estómago del revés.
Jihoon no abrió la boca desde aquello, y no sabía si prefería que el chico lo hubiera abrumado con más preguntas o el silencio desolador que quedó tras acabar la prueba. Simplemente se limitó a mirarlo, con compasión en la mirada, y él no pudo articular una palabra más porque tan siquiera sabía de donde había sacado las fuerzas para poder apuñalar a esa cosa que aparentaba haber sido su padre.
Se cubrió con la sábana, tratando de aclarar sus tontos pensamientos, sabiendo que probablemente no faltaría mucho para que su madre viniera a despertarlo.
Cerró los ojos, tratando de dormirse. Así al menos conseguiría descansar un poco antes de tener que mirar el inocente rostro de su hermano y fingir no resquebrajarse por dentro.
Su padre había sido una persona horrible...
El sonido de páginas pasando rápidamente sacó a Junkyu de su ensoñación. Había terminado el primer periodo así que el profesor se retiró, haciendo que los murmullos que usualmente adornaban sus explicaciones crecieran hasta que simplemente se convirtieron en llamadas de apareamiento de los simios que tenía por compañeros.
Metió sus útiles en la mochila y salió del aula, esperando instintivamente en que alguien lo ridiculizara en su trayecto al patio, como usualmente solía suceder. Al menos una mala mirada o algún susurro escurridizo, pero nada sucedió.
Eso era extraño.
Frunció el ceño, mirando a ambos lados del pasillo. La gente pasaba por su lado tranquilamente, ignorando que tan siquiera estuviera allí.
Logró entrever a Mashiho, que hablaba casualmente con un par de chicas frente a las taquillas. No pudo evitar mirarlo durante unos instantes. Estaba fantástico, como siempre. Su pelo castaño oscuro se veía radiante y sus ojos, con aquél tono inocente que los caracterizaba, estaban especialmente brillantes ese día.
Fueron solo unos segundos, pero el más bajo pareció notarlo, porque le devolvió la mirada junto con una pequeña sonrisa. Un chute de felicidad hizo que sus mejillas ardieran, pero trató de controlar su expresión y siguió caminando, mientras varias mariposas revoloteaban en su tripa.
ESTÁS LEYENDO
La piramide della felicità (JiKyu)
FanfictionUna caja negra, una llave dorada y un universo alternativo. Aquellas tres cosas significaron tanto para Jihoon que por un momento creyó que se estaba volviendo completamente loco. Y, sin embargo, pronto pudo comprobar que no era el único. +Los pasad...