Capítulo 3

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El viaje, el viaje. Todos los universitarios se asemejan a los estudiantes de secundaria, gritando, riendo, bromeando en aquel autobús. Franco agradece, enormemente, el hecho de que los profesores y alumnos vayan en diferentes buses, eso le permite dormir tranquilamente mientras escucha algo de música con sus auriculares puestos, a su lado descansa tranquilamente una botella de refresco y snacks, porque no quiere relacionarse con otros profesores justo en ese viaje.

Hasta cierto punto, cuando Franco estudia un libro de arte, el bus estudiantil adelanta el bus de profesores y en él, puede ver el desorden de los pasajeros. Rin va en los asiento del medio, justo en medio de un Ethan que se carcajea, Franco observa a su torpe alumno, quien parece demasiado concentrado en escribir sobre aquel libro e ignorar a Oliver.

Sonriendo levemente, Rin observa a por la ventana y termina por encontrarse con los ojos de su profesor, ambos se observan los siguientes segundos, hasta que el bus termina por adelantar y el camino sigue un poco tranquilo.

Recordar a Rin es divertido, aunque molesto también.

Cuando llegan y se instalan, Franco parte hacia un lugar cercano a la laguna, claro que había hablado con su amigo Dante, quería saber que todo estuviera bien a ese punto, así que se reunió un par de horas con el trío de italianos y no italiano, para poder asegurarse de que todo estuviera bien.

Su alrededor parecía demasiado dramático, normalmente a Franco le gusta un poco el drama, pero últimamente era un poco triste alrededor y no podía salir de ese ambiente, después de todo se trata de niños universitarios experimentando el miedo de la madurez en todos los aspectos de su vida.

—Profesor —llama Rin, en cuanto puede ver el primer cabeceo del albino, en medio de su adormilado ser, Franco coloca un lienzo en blanco sobre el que trabajaba, no le gusta que vean su trabajo antes de terminados, solamente Angelo era la excepción.

—Rin —saluda el albino y el torpe chico de cabellos negros toma asiento justo en frente de él, deja una taza de café justo ahí mismo y el olor que emana hace a Franco suspirar un poco luego de aspirar—. Justo lo que necesitaba.

Rin parecía bien con aquella respuesta.

—¿Qué tal el viaje? —cuestiona bastante tranquilo, observando atentamente los movimientos que realiza el susodicho:

El ambiente se une nuevamente en medio de sensaciones desconocidas como lo es la tranquilidad y la inquietud profesional.

—Mhm, dormido.

—¿Usted pudo soñar conmigo? —cuestiona el menor.

La pregunta sale de la boca de Rin casualmente, ocasionando que el albino le observe atentamente, mientras sabe que si hubiese tenido algo en su boca, lo habría escupido por la sorpresa.

La verdad es que sí, se había soñado con el menor en algún punto del viaje, pero el solo hecho de recordar lo hace sentir algo enfermo consigo mismo y lo qué hay dentro de su cabeza, no era algo grave, pero el simple hecho de soñar con Rin era ya algo que lo iniciaba a inquietar personalmente, no de forma sentimental, sino de forma personal o profesional. No pudo soñar con un Rin tocando la guitarra, tuvo que soñar con-

—¿Qué es esta basura? —escupe el mayor, molesto levemente y recién salido del ensimismamiento, el café se sale un poco de su recipiente mediante el movimiento brusco que realiza al alejarlo.

—¿Café? —cuestiona en medio de aquella situación tan extraña.

—¡Con sal!

—Imposible, tampoco soy tan torpe como para echarle sal a un café —dice algo enfadado con aquellas palabras. Tiene que tomar el vaso con el leve liquido que queda en él y da run sorbo a penas notable—. Ah, me voy de aquí.

El arte de tu torpeza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora