Capítulo 4

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Tengo una duda, profesor.

—Claro, Rin, ¿Cuál sería?

—¿Puede usted besarme? 

Franco cierra el libro de arte que descansaba sobre el escritorio de aquella mesa y se despide nuevamente de sus alumnos con una sonrisa en los labios, algunas señas y palabras. Su mirada se dirige al estudiante que se queda en el asiento, el único al que no parece interesarle que la clase se ha acabado.

—¿Sinónimo de arte? —cuestiona Rin, justo cuando algo de jugo de uva que bebe, se derrama sobre camisa. El menor no se inmuta ante aquella estupidez y sigue bebiendo para disimular.

Franco suelta una risa.

—Tu torpeza.

—¿Eh? Si es lo menos agradable que existe —Rin frunce el ceño y hace un ademán—. Sospecho que usted se encuentra bajo el efecto de las drogas, profesor. Me preocupa realmente —sonríe y puede ver cómo influye en la sonrisa de Franco también.

—No me encuentro bajo el efecto de ninguna droga, Rin. Eres realmente tímido, ¿No es así?

—Puedo ser una persona bastante jugadora. Cuando veo que debo de ser tímido, lo soy y cuando alguien me ofrece de su brazo, tomo el codo y desenredó mi lengua completamente. Es un juego de inteligentes. Sin embargo, me gusta mantenerme un poco en raya, lo único que no controlo son mis movimientos completamente vergonzosos.

—Lo entiendo, Rin.

Ambos se observan en silencios, la distancia que hay entre aquel espacio es innecesaria. Mientras los brazos de Franco se apoya contra su escritorio de docente, Rin mueve los pies bajo en pupitre de alumno casi al fondo. La manecilla del reloj que cuelga en la pared de aquel recinto universitario, suena demasiado fuerte y ambas sonrisas no parecen esfumarse, se esconden en la curvatura leve de sus labios de una forma bastante bonita. No hasta que Rin quiebre el momento y con las orejas rojas, tome su mochila.

—Creo que lo mejor es que me retire. No queremos rumores extraños circulando por los alrededores —alza las cejas sugestivamente el chico de cabello, recientemente teñido, de rosa pálido.

—¿Cómo cuáles? —un desentendido hombre mayor y albino pregunta, jugando con aquella sonrisa suya, cruzando los brazos sobre su pecho.

—Mhmm —Rin suelta una risa, tropieza un poco con sus pies cuando trata de caminar y hace a Franco reír también, mientras tiene que observar en otra dirección—... rumores de, ¿Romance?

—¿Entre profesor y alumno? No creo que lleve mucha credibilidad.

—¿Lo dices porque ambos somos machos pechos de plata? Hombre, nos vemos rodeados de parejas homosexuales como Eth y Gelo, Levar y Scott, todos con todos —bromea un poco y Franco lo señala—. Estoy bromeando, de todos modos. Es que tengo muchas ganas de ir a dormir. La clase suya hoy fue muy aburrida.

—¡Ey! Que sigues siendo mi alumno siempre. Te voy a suspender si sigues insultando —dice, siguiendo aquella broma tonta.

Oliver tiene una expresión complemente cómica en su rostro, como si le hubiesen metido mil gomas ácidas en la boca y estuviera experimentando su sabor ahora mismo. En su cabeza imagina aves volando alrededor de aquellos dos, flores que brotan de la nada y corazones. "¿Qué tan idiotas son esos eso?" Es la pregunta principal "Actuando como niños" Oliver no se preguntaba desde cuándo aquellos comportamiento habrían podido dar a flote. Sin embargo, no sospechaba que fueran reciente -aún cuando lo son-.

—¿Me voy? —Rin señala la salida y Franco hace un ademán de desinterés.

—A mí no me molesta que te quedes aquí hasta mi próxima lección —responde, sin observarlo y Rin asiente, deja sus cosas sobre el suelo nuevamente y toma asiento—. Sin embargo, ¿Ya has comido?

El arte de tu torpeza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora