—La soledad no puede afectar el precio final de los sentimientos y sensaciones —Rin dice. Toma asiento bajo la mirada del mayor y profesor que no ha despegado sus ojos del mismo—. Así fue como resumí la historia en general.
—Pienso que, sabemos el precio del sacrificio por el amor. Nunca se termina de madurar en un proceso de sensaciones como lo es el romance —Franco dice, después de haber comido a Rin de forma visual, el albino se pone de pie, con un libro en mano que no tarda en apoyar en su hombro, la otra mano se encuentra ocupada por papeles.
—Madurar puede ser mutuo. Pues, en un relación si no hay equilibrio el desbalance de desacuerdo desestabiliza y apaga muchos sentimientos —Rin responde, todos sus compañeros parecen ponerse de su lado, entre asentimientos pero silencio total.
Les gustaba cuando Rin y Franco compartían opiniones tan personales, les hacía sentir real interés. Claro, ninguno sospecha que el intercambio de opiniones es una discusión de pareja indirecta, excusando lo que tienen que decir por medio de libros, relatos y demás.
—Si ambas partes no son maduras, la relación ni siquiera tendría inicio. Siempre va a existir una parte más dispuesta, entregada y fuerte, que es la que da el perfecto balance, se quiera o no, siempre será de esa forma —Franco explica.
—En todo caso, supongo que habla por experiencia.
—Un pintor que no ha experimentado el romance no debería ni siquiera de tomar una brocha. Es importante dar a conocer sensaciones reales, lo que aún se mantiene como ceniza entre la pintura —asiente, dándole una confirmación.
Las alumnas femeninas despiertan más su curiosidad, ¿Quién pudo haber enamorado a tal hombre? Pensaban en las mujeres más hermosas jamás vistas, sin saber que se trataba hombres en aquel caso. Franco es el tipo de hombre que no da señal alguna de su preferencia sexual, por lo que sea asume su gusto por las mujeres.
—Según su punto de vista, ¿Usted es la persona que da el balance? —Rin vuelve a cuestionar, la pregunta es demasiado personal.
—Me considero bastante entregado, Rin. Pero, saber sobre los sentimientos de su profesor no es conveniente.
—¿Por qué no? ¿Un profesor de arte no puede expresar sus emociones? ¿Qué espera? Somos todos estudiantes que necesitan tomar experiencia ajena, así podríamos plasmar nuestros sentimientos también —su mano tiembla, lo nota uno de sus compañeros al verlo apretar un lápiz entre sus dedos y esa acción le parece curiosa.
Franco lanza el libro en su mano hacia su escritorio, produciendo un sonido fuerte, que termina sobresaltando a la mayoría. No lo hace de mala gana, ni furioso, pero se nota demasiado el disgusto en su rostro, así mismo como el cambio a inexpresión y un brillo en su mirada. Rin lo estaba retando.
De cualquier forma, Rin estaba siendo caprichosos según su propio punto de vista. Como si las cosas pudieran empeorar, el día de ayer se ha quedado fuera de la puerta del departamento de Franco, esperando a que llegara para poder dormir con él y no sentirse tan ansioso por una presentación cercana.
Dormir en el suelo y afuera de una casa no es cómodo, Franco no llegó, no respondió a sus mensajes y tampoco llegó a las nueve de la mañana, cuando Rin ya se marchó para ir a clase, sin haberse dado una ducha siquiera.
—Expresar emociones según un criterio ajeno no es la mejor manera de dar un mensaje a entender para su espectador, de hecho, es ridículo —Franco le comenta, su rostro se mantiene en una línea neutra y Rin toma sus cosas de forma inmediata, de forma rápida se marcha de la clase, frente a su profesor y compañeros.
En medio de su su salida y en un desierto pasillo, Rin es interceptado por Tamhre quien termina huyendo de su clase también para pasar algo de tiempo juntos. Ambos terminan por compartir la tarde juntos, como ya hacía falta y en la noche, Tamhre se marcha después de un llamado de Heers.
