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Capítulo 24
¿Lo puedo ver?

—Que queres que haga ¿qué? —me preguntó Tomás algo preocupado mientras caminábamos por la calle detrás de todos.

—Solo tenes que decirles que me crucé con un amigo que está de visita en Capital, se llama Nicolás, deciles algo cómo que vino a ver a su abuela o algo y que yo me fui con él un rato... no se invéntales algo, voy a estar solo un rato afuera y vuelvo... —le supliqué mientras cruzábamos la calle—... por favor Tomiiii necesito que me cubras.

Tomás me observó por unos segundos.

—Sabes que ese "plan" es pésimo en todo sentido, ¿no? —me dijo casi riéndose de mi inutilidad.

—Pero si vos pareces bien sincero se lo van a tragar... —le dije—... además solo va a ser un rato...

Tomás suspiró mientras me tiraba de mi hombro para que terminara de cruzar la calle y no me quedara en la mitad a la espera de que un auto me atropellara.

—Pero decime algo Agustina, te estoy cubriendo y ni siquiera se con quien te vas a ver... —se quejó él poniéndose en modo sobre protector.

—Es un chico... —no tenía que decirle tooooda la verdad, ¿no?—. Un chico que conocí en el aeropuerto de Francia y curiosamente también viajaba a Argentina, estuvimos hablando un rato en el avión y arreglamos para vernos hoy...

Tomás me miró como si fuese tonta, y si tal vez si lo era.

—¿Y por qué no le decís a tus viejos? No es tan malo como suena... —me preguntó sin entender—... además si ya lo conoces no creo que vaya a pasar nada...

Si bueno, el problema es que él era el maldito Timothée Chalamet que mi familia solía ver en la televisión. No iba a dejar que lo vieran, no ni loca, no llegaría un día y les diría: "ma, pa, hoy voy a ir a ver a un chico con el que estuve hablando desde Francia que casualmente lo conocí en el aeropuerto y estuvo en nuestro vuelo, es un buen chico y creo que me gusta... no se va a quedar mucho tiempo acá pero por lo menos lo quiero ver hasta que pueda, ah y algo más es Timothée maldito Chalamet".

No, definitivamente no iba a decirles nada.

—No puedo Tomás... no es tan fácil... —fue lo único que pude decirle.

—Está bien, pero antes de irte me mandas tu ubicación en tiempo real para saber donde estas, ¿me escuchaste? —me dijo él mientras llegábamos al restaurante te que se encontraba en la avenida principal.

Lo miré con una enorme sonrisa y entonces, lo abracé mientras los demás entraban por la entrada del restaurante.

—¡Te quiero te quiero te quiero te quiero muchísimo Tomi de verdad! —le dije mientras lo soltaba y le daba unos cuantos besos en el cachete.

—Si, si... bueno, vamos antes de que nos dejen afuera.

Para los que no conocen Kasas, les cuento: es un lugar muy famoso, sus platos son más que ricos y el lugar parece salido de una película de ricachones. Casi todo es de madera, tenía un bar enorme donde la mayoría que no tenía reservación solía quedarse, dentro las luces eran muy tenues a tal punto de que te relajaba. Todo era muy lujoso y oscuro y me encantaba. Los asientos solían ser muy cómodos e incluso los baños tenían unas puertas de vidrio transparentes y cuando las trababas el vidrio se polarizaba instantáneamente, increíble el dinero que habían invertido en este lugar.

𝐅𝐎𝐑 𝐘𝐎𝐔  |  𝐓𝐈𝐌𝐎𝐓𝐇𝐄𝐄 𝐂𝐇𝐀𝐋𝐀𝐌𝐄𝐓 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora