𝐅𝐎𝐑 𝐘𝐎𝐔 | 𝐓𝐈𝐌𝐎𝐓𝐇𝐄𝐄 𝐂𝐇𝐀𝐋𝐀𝐌𝐄𝐓 ✔️

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Capítulo 25
Date la vuelta

Agus:
Give me ten minutes and I go out (dame diez minutos y salgo) .

Le mandé el mensaje a Timothée y apagué el celular antes de que volvieran a castigarme por usarlo en la mesa.

—Te digo que no mamá... —se quejó Tomás mientras revolvía con su tenedor lo que había en su plato.

—Perdón... ¿de qué me perdí? —pregunté algo curiosa al ver la mirada sospechosa de mi mamá.

Cata me miró con una de esas perversas sonrisas que claramente indicaba que ocultaba algo.

—Que tu primo tiene novia —me dijo ella con una sonrisita.

Tomás se quejó nuevamente dejando el tenedor con bastante fuerza sobre la mesa haciendo solo un "poco" de ruido.

—No es mi novia, ¿cuántas veces tengo que decírselos? —se molestó—. Si lo fuese estaría acá comiendo con nosotros, pero no así que ¿me dejan en paz?

Roy lo miró y por lo bajo dijo uno de sus famosos "Uffff" con ese tono burlón. No quería imaginarme si le hubiese dicho a Timothée que viniera a cenar con nosotros, Roy haría sus típicos comentarios fuera de lugar, papá lo interrogaría de pies a cabeza a punto de arrancarle cada cabello, mi mamá y Mari lo acosaría a tal grado que se sentarían a su lado... Tomás estaría del lado de papá sin duda, Santi no pararía de hacerle preguntas de cualquier maldita cosa, y las chicas... bueno babearían por así decirlo.

Un desastre. Un completo desastre.

—¿Y ustedes chicas? —nos preguntó mi tía a mi y a Dani—. ¿Algo nuevo...?

O no se atrevía a decir la palabra novio o pareja, o simplemente no hacía falta mencionarla.

—Tal vez... —dijo Dani a lo que no pude evitar mirarla sorprendida.

—¿Tal vez? —le pregunté yo sin palabras—. Espera... no me digas... no me digas que él...

Suspiré sabiendo exactamente la respuesta.

—¿Y qué? —se quejó ella.

—¿De quién estamos hablando? —preguntó Cata sin comprender viéndonos a mi y a Dani.

Yo la miré a Dani enarcando una ceja esperando a que responda pero como no lo hizo fui yo quien hablo.

—Un imbécil de su curso... —me quejé a lo que mi mamá levanto la voz.

—¡Agustina! —me reprochó.

Me encogí de hombros.

—Gonzalo no es un imbécil, que a vos no te caiga bien es otra cosa —revoleó sus ojos cansada.

—Es egoísta, arrogante, estúpido, presumido, mala persona... —me quejé nuevamente cruzándome de brazos.

—¡Bueno basta! —nos frenó mamá viendo venir de ante mano el huracán sobre la mesa.

El resto de la mesa reía por nosotras dos.