Grité. Aunque de nada sirvió. La música seguía a todo volumen, nadie podría escuchar mi débil grito. Me giré en redondo, asustada.
– ¡Casi me dejas sordo! – se quejó el chico tapándose los oídos, supongo que después de todo mi grito no había sido tan débil
– ¡Alex! – lo reconocí a pesar de que el cuarto estaba semi obscuro – ¿Qué haces aquí?
– Estoy encerrado, espera, corrijo. Estamos encerrados
– ¿Qué? – observé el lugar, era muy pequeño, al grado de que podía sentir el aliento de Alex caer sobre mi rostro
– La puerta no se puede abrir desde adentro, ya lo intenté
– No es cierto – dije sin sentido, volví a girarme e intente girar la perilla... estaba atascada – Esto no puede estar pasando
– Vaya, ¿tanto te aterra quedarte encerrada conmigo?
Lo ignoré y seguí luchando con la perilla, tenía que ceder en algún momento...
Su mano se cerró sobre la mía e inmediatamente dejé de hacerlo. Mis ojos subieron por su brazo hasta encontrarme con los suyos. En ese momento y a falta de luz parecían más grises que verdes.
– Ya lo intenté – repitió – está atascada
– Tiene que haber una solución – exclamé con los nervios de punta
– Gritar no funcionará – dedujo debido a la música – y tú eras mi solución
– ¿Yo? – pregunté atónita
– Si, esperaba que alguien abriera la puerta por la razón que fuera, pero entraste tan rápido que apenas y tuve tiempo de reaccionar... a todo esto, ¿por qué entraste?
Me separé todo lo que pude él, pegando mi cuerpo a la pared. Luego me deslicé por ella con resignación, hasta quedar sentada. Él me imitó.
– Huía – respondí – hay miles de personas allá afuera a las que no conozco, ¿qué esperabas?
– No lo sé – se encogió de hombros – algo así como te seguí para besarnos en privado
Lo miré fulminante
– Ya veo que no disfrutas de las bromas
– No cuando dicen tonterías, a todo esto – repetí tal cual dijo él – ¿Tú por qué entraste?
– Quería escapar un momento, de la gente, del ruido, de todo... quería estar solo y pensar
– ¿En que? – pregunté curiosa. Él alzó la vista, me miró y volvió a desviarla, no me respondió
Un gran nudo se formó en mi garganta. Carraspeé para recuperar la voz
– ¿Qué es este lugar? Parece un closet...
– En cierta forma lo es, uno de esos armarios que están en el recibidor para que los invitados cuelguen sus cosas
– Pues esta mal diseñado – dije con sarcasmo
– Si lo piensas bien no lo está – dijo casi divertido – es decir, ¿a quién le importa que el closet no abra por dentro si te limitas a abrirlo, colgar el abrigo y cerrarlo?
Reí ante la ironía
– Tienes razón
– Normalmente la tengo – presumió
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Summer
Teen Fiction. - Estoy enamorada de alguien más - confesé Ella meditó para sí misma lo que yo acababa de decir - ¿Estás segura? - me preguntó - Eso creo, pero no importa porque él no lo está de mí Hubo un breve momento de silencio ...