Capítulo 22

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Joe y yo nos separamos junto con un salto que indicaba que nos habían tomado desprevenidos. Si era mamá probablemente no habría problema - ya la veía saltando de gozo - pero si era una enfermera, correría a Joseph aunque el horario de visitas no hubiera terminado...

Por eso me sorprendí cuando me encontré con el chico rubio de ojos verdes, que nos miraba anonadado. Me sonrojé involuntariamente mientras Joe separaba mis manos de su cuerpo para poder ponerse de pie. El ambiente se tornó incómodo.

– Debí tocar – dijo Alex por fin, rompiendo el silencio

– Debiste – corroboró Joe, con voz molesta

Los dos se miraron intensamente. Por un momento creí que iban a golpearse, pero entonces Joe se dirigió a la puerta.

– Los dejaré solos un momento – anunció mirándome a mí – si necesitas algo... estaré afuera.

Y salió de la habitación antes si quiera que yo entendiera lo que estaba sucediendo.

Alex me miró. Las maripositas valientes que se habían quedado en mi estómago se congelaron de repente. No lo había visto desde aquella noche, desde que le declaré mis sentimientos.

Tragué saliva, mareada. Él se acercó con pasos lentos y se sentó en el borde de la cama sin despegar su mirada. Siempre había admirado la forma en que su mirada enfrentaba a la mía, pero en ese momento era desagradable.

– ¿Cómo estás? – preguntó de improviso

– B... bien – tartamudee ¡Lo que faltaba!

– Lo siento

Oficialmente me confundí

– ¿Qué...?

– No quería que te sucediera esto – explicó, milagrosamente agachó la mirada

Quité las sábanas que aún envolvían mi cuerpo y me acerque a él, coloqué mi mano sobre la suya.

– ¿De qué hablas? – pregunté

– Del... accidente. Ha sido mi culpa. Por mi culpa estás aquí. Por mi culpa entraste en coma.

Miré a Alex, atónita.

– Perdona – comenté – pero no te recuerdo empujándome hacia la calle... yo fui la que corrió sin fijarse, la culpa fue mía.

– Yo debí evitarlo – respondió ignorando mi sarcasmo

Observé su rostro con atención, incrédula. No era una broma, podía comprobarlo en sus facciones. Alex realmente se culpaba a sí mismo por mi accidente.

– No voy a permitir esto – dije más segura de lo que me sentía, él volvió a levantar su mirada – no voy a permitir que te culpes de algo que estaba fuera de tus manos, es cruel...

– ¿Tú... no me culpas?

– ¡Por supuesto que no! – exclamé

Parpadeó como si no lo comprendiera.

– Te dije cosas horribles... – murmuró

Me encogí de hombros un poco insegura, no me creía capaz de recordar sus palabras.

– Eso no importa.

– Si importa. Lo lamento mucho.

– Fuiste sincero.

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