Capítulo 14

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A partir de entonces fue como si me hubieran quitado una venda de los ojos. Se notaba a leguas, él la quería. Volví a perder el apetito en el almuerzo cuando voltee para platicarle algo y descubrí que la miraba de nuevo, mientras ella hablaba alegremente con Grace.

– ¿Alex? – pregunté por tercera vez mientras perdía la paciencia

El volteó a verme y me sonrió, mientras parpadeaba para escapar de su propio trance

– ¿Si?

– Olvídalo – me encogí de hombros con el nudo en la garganta de nuevo, ese con el que había vivido ya un mes, aunque a mí me había parecido más, mucho más.

Su mirada continúo en mí, pude sentirla. Seguramente hasta había fruncido el ceño, era esa peculiar forma suya de demostrar que estaba confundido.

– Summer, ¿qué tienes?

– Nada – respondí indiferente

No tenía ningún derecho a estar enojada, pero a mi parte irracional no le importaba. Estaba enfadada y esta vez no me iba a molestar en ocultarlo.

– Summer – repitió

Su mano se posó en mi hombro y yo me aparté de un salto, como si su contacto me hubiera quemado. En parte así fue.

La pequeña mesa se quedó en silencio ante mi brusco movimiento. Todos me veían extrañados. No fui capaz de decir nada para calmarlos, simplemente me di media vuelta con la intención de salir de ahí. Necesitaba estar sola.

Tropecé con dos sillas en mi intento de huída, digo intento porque no tardaron en sujetarme del brazo para impedírmelo. Forcejear fue inútil aunque inevitable.

– ¿Qué ocurrió?

Mi cuerpo se quedó completamente inmóvil al reconocer la voz. Giré lento. No se trataba del muchacho de ojos verdes, si no cafés.

– Suéltame Joe – exigí intentando recuperar mi brazo

– No te dejaré ir hasta que me digas que ocurrió

– ¿Ahora te importa! – grité sin piedad –tengo que soportar tu silencio, tu desprecio, tu indiferencia por meses y hoy quieres que te cuente tranquilamente que ocurrió

Él permaneció en silencio, sin intención alguna de soltar mi brazo

– Por favor – pidió en un susurro

Joe era un enigma para mí. No lo entendía nada

– Quiere que la sueltes – dijo Alex, quién nos había alcanzado

Joseph le lanzó una mirada de desprecio al chico

– Largo de aquí Alex – lo amenazó con seriedad

Me era casi imposible creer que antes habían sido mejores amigos

– No te tengo miedo

Joe me soltó bruscamente y arremetió en contra de Alex. Yo grité.

– Si me enteró de que le has hecho algo, desgraciado, el miedo será lo último que te preocupará

– No tienes derecho a seguirte creyendo su amigo. Ha sufrido por ti – respondió Alex tan valiente como lo recordaba

Los dos se quedaron en silencio, tensos y con la respiración alterada. Joe soltó la camisa de Alex casi de inmediato y giró hacia mí, sin embargo no sentí peligro, tan solo su preocupación.

Él me sonrió tímidamente y me ofreció una de sus manos, la cual yo tomé sin estar segura de porqué. Caminamos juntos hacia la salida. No pude evitar mirar sobre mi hombro antes de desaparecer, ahí seguía Alex, mirándome con incredulidad.

***

– Nos meteremos en problemas por esto – aseguré nerviosa

– ¿Nunca te has escapado de la escuela con Alex?

– No – respondí – ¿Y qué tienes en contra de Alex?

– Nada – se encogió de hombros – es solo que como es tu mejor amigo...

Enterré la cuchara de lleno en mi helado de vainilla y lo miré fulminante

– ¿Quién te dijo?

Él soltó una carcajada sonora

– Nadie necesita decirme. Conozco a Alex y te aseguro que eres su mejor amiga, la única que ha logrado aguantar lo raro que es.

– No le digas raro

– ¿Aún lo defiendes?

– ¿Por qué no habría de hacerlo?

– Solo lo haces porque te gusta

Por accidente, la cuchara de plástico con la que comía se rompió a la mitad.

– No me gusta

– ¿Y porque reaccionas así?

– No te importa

– Te recordaba menos gruñona

– Basta – me puse de pie y volví a mirarlo fulminante – Alex tiene razón, no tienes derecho a seguirte llamando mi amigo después de lo que me hiciste

Él también se puso de pie, pero más lento, como si le costara trabajo levantarse. Con cuidado levantó mi barbilla para que le mirara a los ojos.

– Lo sé– pronunció con voz más dulce – y lo lamento. Pero ahora me preocupa más verte así; enamorada y no correspondida. Te conozco, estás sufriendo por tu mejor amigo.

El nudo que descansaba en mi garganta explotó en lágrimas. Joe me abrazó y se lo agradecí. Necesitaba de un abrazo

– Llora Summer, llora todo lo que quieras. Desahógate, estoy aquí contigo. Te cuidaré.

A él le conté todo. Absolutamente todo. Fue la primera persona en enterarse de que yo estaba enamorada de Alex.

– Lo lamento, siempre termino exhausta después de llorar tanto

– No te disculpes. Lo sé.

Volteó un segundo hacía mí y me guiñó uno de sus ojos, después volvió a concentrarse en la calle por la que estaba manejando; camino a casa.

Sonreí antes de quedarme dormida sobre mis rodillas, pues iba abrazando mis piernas. No soñé nada, solo estaba ese manto negro que me permitió descansar por completo y anestesió momentáneamente mi corazón roto.

Sufrí un momento de confusión al despertar pues no recordaba haber llegado a casa, pero ahí estaba, recostada sobre el acolchado de mi propia cama. Joe debió traerme hasta aquí. Me giré para alcanzar a ver la ventana. Al otro lado estaba obscuro lo que me indicó que ya era de noche. Volví a dormirme antes de que las preocupaciones llegaran. Después de todo, debo estar muy triste para ser capaz de dormir tanto.

SummerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora