—¿Que haces aquí soto?
—Eeeeeh, mmmm - el gato fantasma gay no sabía cómo responder.
—¿Venis a ver a osorto?
—N-no, solo vine a caminar por aquí.
—¿Y, para quien son esas flores? - la papa apenas se había dado cuenta de que llevaba una ramo de rosas en la mano, a pesar de que lo había estado viendo durante ya unos minutos.
—¿Estas flores son para, paraaaaa... Para mi abuelita, que está en el hospital - dijo bastante nervioso.
—Pero, habías dicho que ya no tenías abuelas.
—Oh, es cierto v-verdad - ya ni recordaba lo que había dicho y lo que no, solo estaba concentrado en sacarse a la papa de encima para seguir su camino.
—Bueno, sean para quien sean, solo me importa saber si vas o no a ver a osorto - dijo bastante enojado, pero sin demostrarlo.
—Pues si voy a ver a osorto, pero, es complicado.
—Y, ¿Por qué putas es tan complicado como para que no me lo quisieras contar?
—Es queee, le quiero pedir un favor...
—¿Que tipo de favor?
—No te lo puedo contar wee.
Después de esa especie de discusión se fue cada uno por su camino, la papa en lugar de irse a su casa prefirió irse Burguer King, una vez saliendo se fue un rato al Parque Cuscatlán, el clima parecía que estaba por caer una gran tormenta tropical, a ese tipo de tormentas se les suele llamar depresión climática, la papa se sentía igual que el clima, sentía que en un solo día ya la había cagado mucho, había ignorado la tristeza de daniel solo por un intento de ligar con osorto, había avisado a osorto haciéndole sentir incómodo, y se había pues celoso de soto porque fue a ver a osorto, siendo que ni siquiera son novios ni sentía nada por el, osorto solo veía un amigo en la papa.
Pensó que yo no valía la pena el seguir intentándolo, pero de repente, vio lo que le pareció muy extraño, alcanzo a ver a alguien con el mismo suéter de daniel llendo hacia el. Se le fue acercando, queriendo disculparse con el, pero lo que alcanzó a ver fue algo que le quito las palabras de disculpa de la boca, quien se le acercaba tenía un ramo de flores, el mismo que llevaba soto, y tenía el suéter de daniel que a la papa tanto le gustaba, pero quien se le acercaba no era ninguno de ellos dos, era osorto.
—¿Podemos hablar de algo?