ᴘʀᴏʟᴏɢᴏ

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Y ahí estaba Gerard nuevamente, parado en la estación del autobús mientras veía su teléfono, abstento de poner atención a su alrededor y mucho menos a los sonidos mismos, estaba metido en la música que resonaba en sus audífonos y en los profundos mensajes de los mismos.

Se acababa de mudar a New York, después de dejar su lugar natal, Jersey. Quería iniciar de cero en otra parte, con otras personas y en otros ambientes.

Hace años su vida solía ser completamente caótica, hace años estuvo enamorado de Frank, uno de sus compañeros de clase durante más de diez años, sin embargo Frank lo rechazó y eso le había roto el corazón. Y más aún sabiendo que Gerard era un asco socializando y aquella confesión lo había condenado a soledad el resto de su estancia en esa escuela.

Por suerte ya no estaba ahí y su tortura había terminado.

O eso creía.

Mientras estaba viendo su teléfono sintió la pesada mirada de alguien, demonios, trato de ignorar esa sensación pero claramente le fue imposible. Levantó un poco la mirada, tratando de ser discreto, al ver de quién se trataba casi tira su teléfono y simplemente sale corriendo; era Frank, y no dejaba de mirarlo.

(Mierda, ¿Ahora que hago?)

Pensó, bajando la mirada y siguiendo en su teléfono. Fue cuando sintió nuevamente aquella presencia, solo que ahora, a un lado suyo. Gerard se maldecía internamente, Frank, su crush por más de diez años estaba parado a un lado de él mientras lo miraba.

Todo cambio cuando Frank le tocó el hombro a Gerard, intentando llamar su atención. Gerard miró a Frank a los ojos, a esos ojos avellana que lo hicieron suspirar por mucho mucho tiempo, mientras Frank al parecer también veía sus ojos, ambos estaban distraídos en ver los ojos del contrario.

- Gerard... Yo -

Habló Frank. Gerard no supo lo que quería decirle, pues apenas lo escucho hablar se hizo hacía atrás, haciendo que Frank avanzará unos pasos para tratar de detener a Gerard, pero fue en vano, Gerard apenas se volteó, salió corriendo con los ojos llenos de lágrimas.

Frank se quedó quieto, pensando en que acababa de ver llorar por primera vez a Gerard y sintiéndose horrible por qué había llorado por su culpa.

Gerard corría a no sé dónde, mientras lloraba y parecía que sus piernas se negaban a poder correr un poco más, así terminó sentado en una banca del parque, abrazando sus rodillas y llorando mientras sentía nuevamente su mundo venirse abajo.

Bienvenido a New York, Gerard y Bienvenido a tu nueva vida.

Siempre se necesitan giros en la misma ¿No?

𝐁𝐫𝐨𝐤𝐞𝐧 𝐇𝐞𝐚𝐫𝐭 - ᶠʳᵉʳᵃʳᵈDonde viven las historias. Descúbrelo ahora