¡El intrépido japonés que se enamoró!

02

Ya en el estacionamiento el ya hombre, de ojos rasgados, se encontraba lamentándose no haberle pedido el número al llamado Fascist, le hubiera gustado hablar con él, después de todo consideraba que era su destinado, el final de su hilo rojo.

Suspiró comenzando a caminar, Japón se había llevado el auto por petición de su padre, no le gustaba tener que depender de su hijo para todo, no era un anciano y menos un mantenido, en resumen, el nipón era demasiado orgulloso para ser amado de esa forma.

Sin prisa se dispuso a caminar hacia la estación de tren más cercana, metió sus delgadas manos en el interior de los bolsillos de su pantalón.

Bajó la mirada hacia la vereda del camino, la buena noticia es que no estaba triste ni nada de emociones negativas, más bien intentaba reflexionar sobre lo que estaba pasando.

Debía convencerse de que era real.

Mientras sus pensamientos se difundían en su cabeza esperaba que el semáforo diera luz verde para cruzar de esa calle a la otra.

No se dió cuenta cuando ya las personas estaban a la mitad del camino, se había distraído y no cruzó al tiempo correspondiente.

Aún así intentó correr rápidamente para no atrasarse.

Además de no ver a los lados, el japonés no midió correctamente la distancia y un gran camión de carga lo hubiera alcanzado, de no ser porque unos brazos rodearon su pecho y lo hicieron caer hacia el otro lado de la acera, el lugar que quería alcanzar.

Se vió tapado por un cuerpo encima suyo, una sonrisa nerviosa iluminó la sombra que estaba creando el italiano, éste se había lanzado y ahora estaban ambos en esa comprometedora posición.

El nipón aterrado se aferró al torso del contrario, si no hubiera llegado ese vehículo lo habría arrollado. Este pensamiento hizo que sus gatunas orejas se pegaran a su cráneo por timidez.

---Perdóname, ¿Te estoy fastidiando? --- cuestionó correspondiendo a lo que suponía era un abrazo, el cuerpo del asiático temblaba y sentía los latidos del corazón ajeno, aún seguían en el suelo.

---No, es mi culpa, debí ser más prudente, yo- debí rendirme cuando tuve oportunidad...p-perdón. ---sollozó cerrando sus ojos en el proceso, estas palabras el europeo no las entendía, no tenían correlación con la situación, pero parecían ser muy profundas.

---Vamos, déjame comprarte agua.--- sugirió colocando una de sus manos en el suelo para apoyarse y poder cargar el cuerpo en su pecho, sentía las garras aferrarse a la espalda de su chaqueta, no quería soltarse.

----Entonces,, ¿Que hacías en esa calle? ----cuestionó viéndolo con mirada dulce, trataba de que su voz sea reconfortante para calmar la angustia del nipón.

----Trataba de regresar por mi cuenta. ---como usualmente hacia, el asiático ignoraba todo intento de amabilidad de las personas, en ese momento evitaba sus orbes color miel que lo miraban fijamente.

---¿Por tu cuenta? ¿Peleaste con tu hijo?---
---¿Que? No. ---Negó con la cabeza gacha, sus manos apretaron el plástico de la botella de agua recordando la vergüenza que debió haber sido cuando se aferró al italiano de esa manera.

El tricolor trató de acercar su mano para tocar las del contrario, pero fue interrumpido por la mirada abierta y angustiada del japonés.

---Realmente lo siento, no debí mostrarme tan descortés cuando me salvaste, te compraré otra chaqueta. ---dijo nervioso y avergonzado, el europeo sorprendido por esta nueva faceta del imperio río, extrañando al mismo.---¿Que?

---No tienes que preocuparte en absoluto, es solo una prenda. ---mintió en eso último, enrealidad lo único que más apreciaba después de su familia era poder portar una buena vestimenta. ---Tranquilo, déjame llevarte a donde desees. ---sacó sus llaves de su remera.

---¿Huh? ¿Viniste en auto?--- preguntó viendo como Fascist se levantaba de la banca, se encontraban en un parque no muy llamativo, pero suficientemente agradable para el reposo.

El europeo, tal como si fuera un caballero ayudando a su dama se reverenció para acercar su mano para que el nipón la tomara.

---Cuando ví que no mirabas hacia adelante me dispuse a bajar. ---esbozó una sonrisa que encantó al de mirada gélida, lentamente le dió la mano para ayudarle a levantarse.

---¿Entonces me acosabas? ----Cuestionó simpatizado pero a la vez curioso de la razón que tenía el italiano para seguirlo.

---Para nada,, solo te seguía. ---ambos comenzaron a caminar a la par en dirección al lujoso vehículo del de descendencia romana.

---Aquí es. ---dijo mirando el palacio de Kōkyo, con un poco de nostalgia, regresó a ver al que estaba sentado en el asiento del conductor, les había tomado quince minutos llegar a su destino y en ese tiempo solamente charlaban con entusiasmo mutuo. ---Entonces, ¿Nos vemos otro día, Fasci-

Sus palabras se detuvieron por un acercamiento indebido a su persona, el europeo había invadido su espacio personal, y cada vez se acercaba aún más, tanto así que su cuerpo retrocedió por inercia, parecía que en cualquier instante Italia Fascista se impulsaría para besarlo.

Por contrario a los pensamientos de Impery, el seguro del lado del japonés fue abierto por la mano del europeo y la anatomía del mismo se alejó sonriente por lograr su cometido de avergonzar a su acompañante, pero eso el japonés no debía saberlo.

El rubor que comenzaba a llenar los pómulos del de sol naciente disminuyó, parpadeó varias veces y salió del auto caminando con rapidez hacia la entrada, dónde los guardias al reconocerlo abrieron sin titubiar.

---¡Hey, príncipe! ----el nipón detuvo su andar, suponiendo que le hablaban giró la mirada. ---Ten un buen día. ---dijo tiernamente sin vacilar subiendo la ventana de acrílico del vehículo y encendiendo el mismo para partir de allí.

Mientras tanto el imperio se encontraba entre confundido y avergonzado, era la primera vez que se sonrojaba como chica y sentía tal cosquilleo por todo el cuerpo.

Sacudió ligeramente la cabeza intentando no pensar en eso, y tan sólo siguió su camino hacia dentro de su propiedad.