¡El intrépido japonés que se enamoró!

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---- Que mierda Reich, como te moriste sin decírnoslo. ---- dijo un asiático mientras sostenía su catana en su hombro y agarraba el mango con una mano.

Fastidiaba al germano quién juntaba cosas en un montículo de desmonte (restos de construcción), el italiano estaba sentado encima de un muro bajo mirándolos juntar objetos inflamables.

---- ¿Tengo que decirte todo lo que me pasa? Si me muero es mi problema. ---- gruñó pateando unos trastes de metal, aquel lugar sería un botadero de residuos, ninguno de ellos sabía cómo se animaron a ir a un lugar así, lo que si se sabía era que el italiano había conducido.

---- ¿Están hablando acerca del Stalingrado? ¡Jaja, Third Reich se jodió totalmente! ---- vaciló el fascista burlándose del menor.

---- ¡Cállate, traidor! Al menos yo llegué hasta el final, tú retrocediste como el cobarde que eres. ---- contraatacó, el otro europeo no dijo nada pero su sonrisa decía que se lo había tomado a la broma.

---- ¿Podrían dejar de gritar? Si alguien nos escucha será poco conveniente. ---- advirtió el japonés mirando hacia los costados para confirmar de que nadie se encontraba alrededor.

---- No estés preocupado, príncipe. ---- Dijo saltando devuelta al suelo para caminar hacia el imperio, y agarrar suavemente su mano. ---- Si alguien nos encuentra yo te protegeré.

---- ¿Crees que necesito que me protejas?. --- dijo fríamente retirando su mano del agarre del contrario, una bella risa se escapó de los labios del italiano, la delicadeza y galantería siempre fue su fuerte, pero en el asiático esto parecía no hacer efecto alguno.

---- ¿Acabaste de cortejar, Italia? Impery tiene más dignidad de la qué crees. ---- dijo viendo a sus dos amigos acercarse al montículo que estaba formando.

Sacó de su smoking un encendedor, encendiendolo con una mano, mientras la otra permanecía dentro del bolsillo de su pantalón, viendo las expresiones del asiático y el otro europeo antes de sonreír con ellos por lo que iba a hacer.

Dejó caer el mechero en todos los objetos, los cuales empezaron a arder rápidamente hasta formarse una llama gigante, mientras tanto el eje admiraba la hermosa incandescencia con satisfacción, nostalgia y hasta locura en la mirada.

Como si esto fuera tan significativo para ellos, incluso el de sol naciente disfrutaba ver cómo los papeles y madera que allí estaba comenzaba a desintegrarse, era parte de él después de todo, un pasado en el que todo pareció arder por un instante, creando incendios, desastre al pasar, como el respetado y poderoso imperio que fue.

Hasta que recordó que al final él ardía con sus enemigos.

Quitó esa expresión de felicidad del rostro, mirando hacia otro lado, un ruido hizo que los tres se pusieran en alerta, alguien se acercaba.

Comenzaron a correr entre risas y uno que otro empujón, Impery les gritaba que no debieron hacer esto mientras que los otros dos disfrutaban haber echo su travesura y fastidiar al imperio.

Unos veinte minutos de persecución después, ellos habían subido por una escalera a un edificio abandonado, ya no se escuchaban los pasos de la persona que los seguía.

El alemán se sentó en orilla del límite del techo, siendo seguido por los otros dos, sus piernas colgaban por la gravedad del vacío, la construcción no era tan alta, pero estaban seguros de que si caían, probablemente se romperían algo.

Por eso mismo el germano estaba intentando empujar al otro europeo, mientras éste le pedía que dejara de hacerlo, más bien sollozaba.

---- Déjalo ya, Reich. ---- gruñó irritado por las risas de loco que éste soltaba, el mencionado paró, golpeándolo una vez más, sin duda aunque sea el más pequeño (En edad) era el menos cuerdo del trío.