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Apenas hubo llegado dentro de su hogar, su querido hijo se vió bajando rápidamente las escaleras, tanto así que las últimas las saltó.

---Japón. ----dijo con un tono de regaño, el menor era joven, sí, pero como ahora era un profesional tenía que comportarse a la altura.

---Sé lo que vas a decir, pero tengo que interrumpirte. ---sorprendió con este comentario a su padre, quién cruzó los brazos esperando que sea algo de suma importancia. ----Me dijeron que estuviste saliendo con el papá de Italia.

El imperio se sobresaltó, desviando su dirección para poder huir y que su hijo no viera la verdad en sus ojos. Por más obvio que sea el japonés de círculo rojo lo siguió intrigado.

---¡¿Cómo se te ocurre?!--- el más pequeño se colocó en su enfrente, dispuesto a decir o preguntarle otra cosa, era un tema sorprendente porque su padre no solía darle su confianza a cualquiera. ---Japón, ¿Acaso me estás espiando?

---Gomen'nasai...---jugó con sus manos en señal de disculpas, uniendo sus índices. ----Pero no puedes estar andando solo, le dí la orden a mis hombres de cuidarte de cualquier peligro.

---Pues creo que debes despedirlos, hoy casi me atropella un camión. ----dijo volviendo a caminar y siendo seguido por su hijo en busca de más respuestas.





Ya en el jardín, de esos típicos que vemos en las películas y de los que la realeza disfruta para sus eventos, aquellos que están rodeados de flora verde, arbustos, árboles y flores multicolor. Padre e hijo disfrutaba de una taza de té verde al aire libre, mientras los ojos del menor seguían fijos en su padre.

Impery no podía evitar esbozar una pequeña sonrisa cada que recordaba al italiano, y como le gustaría agradecerle por lo que había echo, esto había sido notado por el actual Japón.

Su padre, su felicidad, o mejor dicho sus emociones, todos esos años después de la segunda habían sido opacados por una seriedad inexpresiva, ya no podía saber lo que pensaba, ya no conseguía hacer que se alegrara.

Pero por alguna razón esa persona había echo lo que consideraba imposible.

---Tokio. ----La capital se acercó obediente y sonriente. ---Avisale a la servidumbre, hoy quiero hacer una fiesta.

---¿Una fiesta?----preguntó incrédulo, a decir que su primogénito tampoco solía ser extravagante, pero era poco reservado.

---Para celebrar que no estás muerto. ----Sin decir más, su extraño hijo se levantó de la silla y partió a arreglar la misteriosa celebración.

La noche había llegado, la recepción y el jardín se encontraba llena de naciones de diferentes géneros, la mayoría con una copa de champán.

Los sirvientes con sus mejores trajes tradicionales del país, sus kimono de colores, las luces que ayudaban a que el ambiente no sea tan tétrico adornaban la velada.

Obviamente al nipón más pequeño no se le olvidó invitar a media Europa, con el fin de que Italia trajera a su padre, pues sí, ese era su objetivo, volver a juntar a los progenitores, pero como cuestionar a la nación gatuna, quién era más que un experto en clichés de manga.

----¡Watashi wa kotowaru! (¡Me niego!) ---- gritó asustando nuevamente a las sirvientas, espantandolas con una lámpara que había agarrado de la mesa de noche, estaba en una esquina de la habitación, mientras las féminas intentaban vestirlo con un atuendo para nada frío e incoloro, detestaba todo lo que dejaba ver de más, así de conservador era el imperio.

----Was machen Sie? (¿Que hacen?) ----cuestionó entrando de pronto a la habitación la escuchar los gritos, el de origen asiático agradeció esto. ----Él no se va a poner eso jamás. ----vaciló burlándose internamente del nipón por tremenda ropa inapropiada para sus pasados tiempos. ----Dejenme ayudarles señoritas.

Eso fue la sentencia de un largo rato de forcejeos, arañazos y mordidas al hermano quién había sostenido al asiático para que las mujeres pudieran vestirlo.

----¡Eres un idiota! ---- su rostro se irritó, dejando mostrar su notable enojo por haber sido traicionado por el de esvástica, pero que se puede decir, Third Reich era experto en tomar desprevenidos a las personas.

----Yo debería decir eso, rasgaste mi ropa, cortate las uñas imbécil. ---- dijo leyendo desde la cama de Impery, completamente indiferente al odio del mayor.

----¡Te odio!---- sollozó mirando la camiseta manga cero que dejaban al descubierto sus brazos trabajados, la misma también se pegaba al torso y sus jeans rotos de las rodillas como cualquier "vulgar" pandillero de la calle.

El alemán río exageradamente, reconocía que ambos se parecían en destacar en lo orgullosos que eran con sus principios, pero esto ya era absurdo. ---- También te amo. ---- bufó sarcástico.

----¿Que sucede? Se escuchan los gritos desde abajo. ---- preguntó el de círculo rojo, los invitados estaban un poco asustados. ----¿Vas a bajar, padre? ----preguntó apoyándose en el marco de la puerta, mirando de arriba a abajo a su atractivo progenitor.

----Bajaré cuando las cucarachas vuelen. ---- este comentario hizo que ambos ex aliados del eje se miraran, uno con una expresión de "putamadre que idiota eres" y el otro arrepentido por decir tremenda estupidez. ----¡Simplemente no bajaré!

----¿Seguro? Italia acaba de llegar, y trajo a su papá. ---- soltó en tono inocente y tentador.

----B-bajo en tres. ----








----Hola príncipe. ---- saludó un satisfecho europeo, mientras su sonrisa no dejaba de crecer al ver al sexy nipón enfrente suyo. ----¿Cómo estás esta noche?

----Desearía estar drogado. ----
----Puedo arreglar eso. ---- mencionó tomando una copa de vino y bebiendo un calmado sorbo. El japonés al procesar eso arqueó una ceja incrédulo.

----¿Se divierten bastardos hijos de puta? ---- preguntó con dos copas de tequila, un poco ebrio, pero suficientemente consciente para saber que esos desgraciadamente eran sus mejores amigos.

----Jódete Reich. ----maldijo robando una de sus copas, aún estaba resentido por lo que le obligó a hacer hace un rato.

Su mirada giró por instinto, notando la intensa mirada de un soviético sobre ellos, quién rápidamente desvío su mirada para seguir charlando con Reino Unido.

Decidió ignorar eso.

----¿Tienen alguna idea de lo que se hacen en estas fiestas? ---- preguntó en general, esperaba que uno de los dos europeos les responda, o los dos, ya al pincho.

----¿Beber?
----¿Tener sexo?
----¿Inyectarse sulfuro de sodio? ---- las expresiones de incredulidad se dirigieron al italiano, quién solo río incómodo, no había dicho nada sorprendente para él.

----Olvidenlo, vámonos de aquí, nadie nos quiere. ----dijo cogiendo las copas de sus compañeros para tirarlas a la mesa, algunas cayeron al suelo, llamando la atención de algunos invitados alrededor. ----¡Ya nos vamos la concha de tu madre!

----¿Que?---- exclamó Impery ignorando las miradas asustadas de los demás.

----Argentina. ---- respondió tambaleándose ligeramente por la sobrecarga de alcohol en su organismo.

----Ah.---- y sin más comenzaron a caminar con rumbo a la salida.

Japón miraba orgulloso a su papá, mientras este hablaba con el italiano, quizás eso era lo que su padre necesitaba para ser el mismo, volver a sentirse vivo con las personas con quién más disfrutaba hacer locuras.

¡El intrépido japonés que se enamoró!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora