Cap. 17

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Al final Caín se quedó a escuchar de lo que hablabamos Brigitte y yo y a ver la gente que venía pidiendo ayuda o información.

Aunque cuando venía alguien aún se encogía en su sitio y trataba de seguirlo fijamente con la mirada para asegurarse de que no se le acercaba demasiado.

Mientras Brigitte se encargaba del papeleo yo tuve tiempo para ocuparme de la gente y conseguir llamar a un fontanero.

–Voy a pedir unas pizzas para comer –Comenté al darme cuenta de que iba a ser difícil cocinar sin tener agua potable de ningún tipo.

Y no iba a mentir, también me daba pereza.

–Que son las pizzas? –Preguntó Caín frente a la la pequeña biblioteca que tenía con mis libros personales.

–Unas cosas deliciosas, te va a encantar –Respondí cogiendo el número de la nevera antes de coger el teléfono fijo.

Brigitte desde luego no se negó a la idea, casi parecía a punto de volar.

Si, lo normal era esa reacción.

Pedí las 2 pizzas de siempre y colgué acercándome a Caín que había agarrado una figura con la que jugaba cuando era pequeño.

–Que es? –Dudó girándose hacia mi curioso con la figura algo serpenteante en sus manos.

Supongo que es normal, no era un animal terrestre.

–Es un hipocampo tallado en coral –Explique viendo aún como tenía su característico color rojo–. Su color real no es así, los hipocampos suelen ser negros o marrones, pero sus escamas reflejan un montón de colores brillantes y vivos, surcan el mar a una velocidad casi abrumadora. Cuando era pequeño jugaba mucho con esta figura y esta otra.

Y alargue el brazo hasta el último estante cogiendo un herizo de mar que dentro tenía la figura de una sirena con un brazo roto.

–Eran tus juguetes? –Preguntó algo extrañado pero cogiendo la figura con cuidado.

–Si, en el mar hay muchas cosas divertidas para hacer, pero pocos juguetes, exceptuando algunas cosas que se le caen a veces a los humanos –Respondí viendo en su expresión que parecía muy difícil de entender para él–. Tenía un amigo que tuvo la suerte de encontrar un tenedor, desde entonces siempre que jugábamos él era el rey del mar.

–Entonces... te criaste en el mar? –Dudó sorprendido de darse cuenta de ese detalle.

–Como el 90% de las sirenas y tritones de todo el mundo –Contesté viendo como volvía a poner las figuras en el estable donde cogió al hipocampo–, vivir en la superficie o no es decisión nuestra, pero por lo general se cría a los niños en el mar aunque después se vuelva a tierra, aunque mi madre siempre ha vivido en el mar.

–Por lo que se hasta hace pocos siglos las sirenas y tritones aún no querían saber nada de la superficie tampoco –Se añadió a la conversación Brigitte.

–Si, tenemos demasiados problemas para adaptarnos a la vida humana y hay mucho rencor hacia ellos, a demás de los problemas en la piel por la falta de hidratación constante –Le di la razón viendo como las orejas de Caín escuchaban muy atentas y curiosas toda la información aunque él tratara de fingir indiferencia–. Pero con la ayuda de Central desde hace casi 2 siglos es mucho más fácil, aunque aún así hay pocos que deciden cambiar su vida tan drásticamente como yo, se animan a vivir más cerca se zonas protegidas como esta o desean estudiar cosas humanas, pero vivir plenamente y trabajar como un humano... aún no convence.

–Hay más sirenas aquí? –Dudó Caín sorprendido por la idea.

–No, pero viven muy cerca, en una zona de riscos donde los barcos pesqueros no pueden llegar –Respondí viendo la sorpresa en sus ojos.

Rescate (Yaoi/BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora