Era un día hermoso, aquella primavera del año pasado. Jack, Marcus, Sara, Steven, Joshua, y yo, pasábamos unas geniales vacaciones después de las agobiantes clases en la universidad, la pasábamos tan guay como un grupo de amigos cualquiera, sin embargo, aquella maldita vez de la cual siempre me arrepentiré. Encendí el televisor, específicamente en el canal de las noticias locales, fue donde nos enteramos sobre la cantidad de desapariciones que ocurría en aquel bosque cerca a la ciudad. Marcus propuso ir acampar y explorar aquel bosque, casi todos estábamos en desacuerdo, sin embargo yo cometí el error de apoyarle.
-Será una experiencia muy guay tíos, iremos juntos y problema resuelto- dije
-Vamos tíos, nos la pasaremos genial, esos tíos de las noticias son unos exagerados, además los desaparecidos anduvieron solos por ese bosque, no hay reporte de alguna grupo de personas desaparecido- Marcus exclamó con picardía.
Los demás aún se negaron, aunque Marcus rápidamente sugirió llevar la escopeta de su padre y las cosas necesarias para poder acampar. Dicho y hecho, logró convencer a todos de golpe, éramos tan imprudentes creyendo que un chaval de 20 podría ser una clase de guardia para nosotros, un tío que nunca usó un arma en su vida. Marcus sin perder el tiempo, añadió.
-Oigan, no os preocupéis, no vale retractarse eh, solo será por una noche y nos iremos al amanecer, no hay rollo, quizás nos carguemos un oso en el camino- Echó a reír Marcus mientras salía de mi casa en dirección a la suya.
Le esperamos por media hora, yo estaba emocionado, era la primera vez que acampaba, jamás lo había hecho, mientras mis otros colegas debatían entre ellos, aún algo dudosos de hacer una estupidez como esa, sin embargo en medio del cuchicheo un claxon nos hizo brincar del susto, Marcus había llegado.
-¡Hey, troncos, moveos de una vez que está un poco lejos y no quiero conducir de noche! ¡También iremos a casa de cada uno para que llevéis lo que queráis! - Exclamó.
Dicho y hecho fuimos al auto, tomé asiento y observé el escopetón que el pillo de Marcus se había "prestado" a su padre, yacía en la maletera junto a algo de comida y alcohol. Por supuesto cada uno de nosotros hizo una corta parada en su hogar para tomar las cosas que se requerían, como ropa, algunos objetos de supervivencia, entre otros. Todo a espaldas de los padres claro estaba y con la excusa de que haríamos una pijamada con fiesta incluida.
Eran como las 5 de la tarde, Marcus manejó rápido sin embargo la ruta era larga pero podíamos notar como poco a poco las casas iban disminuyendo, dándonos indicios de que estábamos alejándonos de la civilización.
Finalmente llegamos, eran ya las 7 de la tarde. El vívido recuerdo de cuando miré el reloj ya estando en ese bosque donde acontecería uno de los sucesos mas perturbadores de mi vida aún sigue en mi mente.
Desempacamos, armamos las tiendas de acampar, encendimos la fogata y nos sentamos cerca al fuego, creyendo que todo seria color de rosa, no podíamos estar más equivocados.