Dos meses después
Seis... cinco... cuatro... tres... dos.... uno...
¡FELIZ AÑO 2014!
Se escuchó en el enorme local situado en el centro de Manhattan. Las serpentinas de colores volaban. La gente gritaba, se besaba, se abrazaba y sonreía, mientras le música aturdía nuestro oídos.
— ¡Qué marcha, por Dios! —digo al ver a mis amigos bailando. Max, o una versión alocada de ella, rubia de ojos verdes, divertida y sudorosa, se acercó hasta mí con dos copas de champán y entregándome una me dijo a gritos:
—Brindemos porque el 2014 sea el año en el que consigamos todos nuestros sueños. Y tú, que olvides al impresentable de Axel.
Chocamos las copas y bebimos. Recordar a mi ex no me gustó. No me traía buenos recuerdos. Pero como el ambiente era divertido, miré a mi chiflada amiga y recalqué:
—Ahora me toca brindar a mí ¿no crees? —Max asintió y yo levantando mi copa grité—. ¡Brindemos por unas largas vidas juntas, con o sin novios!
– ¡Uf! ¡Qué horror! No me quiero morir sola…
Ambas comenzamos a reír.
Gus se acerca a nosotras y nos da dos besos en las mejillas a cada una.
– ¡Feliz año, chicas! Adivinad quién ha ligado esta noche.
–Mmmm, déjame que lo piense… –dice Max, dándose golpecitos en la barbilla con su dedo índice. – ¿Cenicienta?
Gus pone los ojos en blanco y deja escapar un pequeño suspiro.
–No, tonta… ¡Yo!
–Pues eso digo… Cenicienta.
Gus le pega un pequeño puñetazo en el hombro a Max y todos comenzamos a reír.
– ¿Quién es el afortunado? –pregunto con curiosidad.
–Es el camarero de la barra –dice, en tono muy bajo para que nadie le escuche.
Con la mejor de mis sonrisas, me volví y miré al camarero que atendía a varias personas a la vez. No tendría ni treinta años. Era rubio, de pelo largo, cara guapa y por la camisa blanca abierta que llevaba vislumbró unos marcados abdominales. Me volví de nuevo hacia Gus que no paraba de moverse.
– ¿Y bien? Sed sinceras, ¿qué os parece? –pregunta nervioso.
—Es tu tipo. Jovencito, melenita, aspecto aniñado, tabletitas de chocolate... a por él.
—¿Te he dicho que te quiero, Livy? —aplaudió al escucharme.
—Sí, Gus. Cada vez que digo lo que quieres oír.
–Está bien para una noche –contesta Max.
– ¡Uisss, nenas! Ya sabéis que yo no quiero nada serio. Con una noche basta. ¿Verdad, Livy?
Todos me miran y yo me encojo de hombros. ¿Y yo qué sé? Nunca he sido capaz de hacer algo así. Pero se ve que mi táctica de seducción sólo atrae a impresentables… asique tendré que probar la táctica de Gus. Mucho mejor y más fácil.
–De momento no quiero nada con nadie –le contesto, con una sonrisa sacada de la manga.
–No te vendría mal pasar una noche loca… so loba –me dice Gus, guiñándome un ojo.
–Hay muchas más tíos buenos esperándote. No solo existe Axel –dice Max.
– ¿De qué habláis? –dice Daniel, acercándose a nosotros y agarrando a Max por la cintura. Ella deja descansar su cabeza en su pecho.
–De que Gus ha ligado –dice Max.
–Sí, así es –dice Gus, cogiéndome del brazo.
–Eso está bien –le contesta Dan dándole palmadas en el hombro. –Max y yo nos vamos a ver a unos amigos. Volveremos en seguida.
Una vez que Max y Daniel desaparecen de nuestro campo de vista, Gus me aprieta más el brazo y dice:
–Mi hermano es un cabezota. No le gusta el hecho de que yo ligue más que él…
–Él está saliendo con Max –le digo, riéndome por su comentario… o por el efecto del champán.
–Ay, honey, tienes que buscarte a un ligue para esta noche. No puedes irte a casa tú solita, nena.
–No, ni hablar. Paso de los tíos completamente. Pienso disfrutar de mi soltería.
–Aburrida. Tú lo que necesitas es un polvo de una noche y punto. ¡Alegría para el cuerpo! Nada de relaciones largas, que siempre te salen mal.
–Sí, todos los tíos con los que he estado me han salido sapo.
–Tienes 24 años, estás en la flor de la vida. ¡Disfruta! ¡Vamos a por más champán! Y después buscaremos a tu adorada rana, porque los príncipes azules ya sabemos que no existen…
Gus me arrastra a la barra, creo que lo hace para poder ver mejor a su ligue. Me dejo llevar por él y sigo bebiendo, riendo, bailando y hasta cantando con todos nuestros amigos…
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No se lo digas a nadie
RomanceÉl no quería compromisos, ella tampoco, pero el destino se empeñó en llevarles la contraria. La vida de Olivia Harris, y su entorno, da un giro de 180 grados cuando Garrett Connor, un empresario inglés, serio a la par que sexy, se cruza en su camino...