¡Bésame, maldita sea!, le suplico, pero no puedo moverme. Un extraño y desconocido deseo me paraliza. Estoy totalmente cautivada. Observo fascinada la boca de Garrett, y él me observa a mí con una mirada velada, con ojos cada vez más impenetrables. Respira más deprisa de lo normal, y yo he dejado de respirar. Él cierra los ojos y aprieta la boca fuertemente, tomando un firme y sólida decisión. Al abrir los ojos se aparta de mí, cejándome loquita perdida.
–Me dijiste que solo una canción –me dice –y la canción ya ha terminado.
Le observo con mirada turbada. Mi rana me he rechazado…
–Oh, sí… claro. Solo una… ¿Satisfecho?
¿Por qué le he dicho eso?
–No del todo… –me contesta. Da media vuelta y se marcha. Estúpida rana…
Yo vuelvo hacia donde se encontraban mis amigos, sentándome entre Gus y Max, un poco malhumorada. ¿Por qué? ¿Porque no me ha besado o porque he descubierto que yo quería besarle? Solo recordar sus ojos y sus labios… ¡uf!
–Ya he visto el bailecito que te has pegado con el “Señor No Es Mi Tipo” –murmura Gus.
Me muerdo el labio, intentando reprimir una sonrisa. Cojo una copa que hay en la mesa y me la bebo rápidamente. Ese baile me ha dado sed.
–He decidido que sea mi primera rana… –dejo que las palabras salgan de mi boca sin considerar el efecto que éstas puedan causar. Me siento algo mareada…
–Beber nunca te sentó bien –dijo Gus.
—No, Gus, no ha bebido... ha absorbido —se guaseó Max. Pero yo no les escuchaba.
—Mmmmm... es todo lo opuesto a Axel. Alguien con el que me aburriré hasta la saciedad y del que nunca me enamoraré por soso y encorsetado. El candidato perfecto para cuatro polvetes, ¿no crees, Gus?
— ¿Pero qué dices? Max, tenemos que sacar de aquí a Livy ahora mismo, ¿tú has visto cómo está? —murmuró escandalizado. Pero Max no le escuchó y algo achispada también por los vodkas respondió a su amiga.
—Déjame decirte, guapa, que ese tiene de soso lo que yo de monja. Seguro que le despeinas, le quitas el traje y sale de él una fiera increíble.
— ¡Virgencita! Callad las dos, os puede oír alguien —sonrió Gus. –Por favor, Max, busca a Daniel y llevad a Livy a casa. En su estado no puede seguir aquí.
—Gus... Gus... ¿Qué estado? Pero si estoy fantásssssticcccaaaaaa —dije riendo como una boba. Max asintió de inmediato y se fue en busca de Daniel. Gus me cogió a del brazo y me hizo sentar en una silla, con tal mala suerte que choqué con uno de los camareros y se me cayó directamente encima la bandeja repleta de bebidas. Mi primera reacción fue maldecir como una posesa por como aquel me había puesto, pero al ver la cara de susto del camarero y mi vestido empapado de alcohol, comencé a reír atrayendo las miradas de todo el mundo.
—Lo siento... de verdad —se disculpó el camarero.
—No pasa nada hombre, esto lo meto yo en la lavadora ¡y listo!
Gus me miró con gesto de horror y cogiendo unas servilletitas de la barra comenzó a limpiarme.
—Oh, cariño, te has puesto fina.
—Tranquilo, Gus —dije entre carcajadas—. Pero no enciendas una cerilla, o exploto por la cantidad de alcohol que llevo dentro y fuera del cuerpo.
En ese momento la voz varonil y con acento extranjero que yo ya había escuchado en otras ocasiones se acercó hasta nosotros. El trajeado, muy caballeroso, con rapidez se quitó la americana y me la tendió.
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No se lo digas a nadie
RomantizmÉl no quería compromisos, ella tampoco, pero el destino se empeñó en llevarles la contraria. La vida de Olivia Harris, y su entorno, da un giro de 180 grados cuando Garrett Connor, un empresario inglés, serio a la par que sexy, se cruza en su camino...