Narra Carla:
Yo estaba haciendo el típico trabajo de un lunes, revisando papeles, pedidos, arreglando cosas, mandándole la mensualidad a mi abuela para que la gaste en los chicos, etc. Mateo limpiaba todo y mientras limpiaba hacía preguntas... Demasiadas.
—¿En dónde aprendiste a usar un arma?— por la cabeza de Mateo seguro rondaban mil preguntas que no estaba dispuesta a contestar.
—Hice un curso.
—¿Porque? Normalmente las chicas como vos hacen cursos de maquillaje, de masajes y esas cosas ¿Porque un curso de armas entre tantas cosas?
—¿“Las chicas como yo“?— dije riendo. Dudo que haya "más chicas como yo" en el mundo. Cómo si fuera tan normal mi vida.
—Si, las pibas que son así como vos.
—¿Y como soy yo? A ver...— le cuestione soltando la lapicera y escuchándolo. Quería saber qué grado de estupidez iba a tener si respuesta.
—No se, como vos. Así de esas que parecen... Normales.— si, un grado de estupidez tremendo tiene este chico... Este chico y su manera de contestar.
—Tenes una visión muy machista sobre las mujeres Mateo.— solté y volví a lo mío. El me miró con el ceño fruncido y paro con la única tarea que tenía que hacer "barrer" ¿Tanto cuesta hablar y barrer al mismo tiempo?
—¿Porque lo decís?
—Porque asumis que por ser mujer no puedo manejar un arma o hacer un curso que no sea de maquillaje, estética y todas esas boludeces, que no puedo defenderme sola, que no puedo salvarte a vos el culo y eso que lo he hecho más de 3 veces en una sola noche. Asumis... Ese es tu problema, asumis las cosas.— mi tono salió más elevado de lo que pretendía.
—Solo digo que es raro que una piba con...— se quedó callado yo lo mire con una ceja levantada.—¿Cuántos años tenes?— preguntó.
—19.
—Ah, sos más grande que yo.— Y más grande en muchos sentidos. En el pensamiento, en la forma de analizar las cosas, en edad, en madurez... Y la lista sigue. Mateo tendrá calle pero si hay algo que le hace falta definitivamente es la madurez.— Bueno, que una piba de 19 años sepa manejar un arma. No es algo normal.
—Yo soy todo menos normal.— creo que esa frase la dije más para mí que para el. Es como si quisiera recordarme eso cada dos minutos. Cada vez que yo olvidó eso alguien sale lastimado... O muerto.
—¿Y cuando es tu cumpleaños?— preguntó otra vez. Dejé de lado la carpeta con las reclamaciones del señor Gomez para mirarlo frustrada ya.
—¿Porque el interés repentino en mi vida Mateo?— el se acerco a mi y se sentó en el sillón dejando la escoba apoyada en la pared.
—Porque cada vez que preguntó por vos las personas me dicen que me aleje, que no pregunté, que no me meta...
—Hacen bien en decirte ¿Y sabes porque lo hacen?— negó.— porque les conviene por su seguridad y por la mía. A veces es mejor callarte...— volví a lo mio mientras el analizaba lo que le dije.— y en tu caso "a veces" preferentemente es siempre.
—Digamos que tengo mera curiosidad.
—Sacatela como podas entonces...
—Hagamos un trato.— pidió y se cayó cuando a mi se me salio una carcajada grandísima ¿Que le pasa a este ahora? Mateo me hacía sentir confundida porque ya no sabía si lo que me daba era pena o gracia.
No entendía su insistencia por saber de mi, de mi vida. Mateo es el típico que no puede vivir su vida si saber todas las respuestas a las preguntitas que se le hacen en la cabeza, y por lo que veo son demasiadas.
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«Limites» •Trueno•
Teen Fiction«Yo no pongo los limites en este barrio. Yo SOY los limites asique no te metas conmigo Teito ¿Ok?» •No se aceptan copias ni adaptaciones de esta novela•