6

209 21 30
                                    

Narra Carla:

No me soltaba, me tenía agarrada con fuerza de las dos manos y estaba lo suficientemente pegado a mi impidiéndole mover mi pierna y pegarle una patada y que así me duele. Le pegue un cabezazo haciendo que se aparte dando un gritito, me di vuelta, lo agarré de los hombros y le pegue un rodillazo en la entrepierna haciendo que caiga al piso. Lo di vuelta, me senté arriba de el en su espalda agarrando sus dos manos con fuerza y apoyando su cara contra el cemento áspero del callejon inmovilizandolo.

El dió un gritito de dolor, sea quien sea no es muy listo. Antes aborrecía cuando mi papá me llevaba a hacer karate y boxeo, ahora solo lo agradezco. El sujeto estaba encapuchado pero sus manos eran grande con dedos gorditos ¿Quien carajos es este tipo?

-¿Quien te mando?- grité, el en un vago intento trato de zafarse pero solo logro que lo agarré más fuerte y que me enoje mas. Saqué el arma de la parte trasera de mi pantalón y la apoye en su cabeza.- Decime quien carajos te mando porque tus cesos van a terminar por todo el piso en menos de 2 minutos. Decimelo ahora!

No hablo, solo trato de soltarse pero no lo dejé. Escuché otro ruido en el callejón y cuando voltee a ver si había alguien mas el hombre se tiró arriba mío haciendo que quede debajo de el atrapada entre sus piernas y empezó a ahorcarme. Mi respiración era entrecortada y me costaba tragar. No alcanzaba a verle la cara, estaba a oscuras... Todo el callejón estaba a oscuras. Trate con mis manos que me suelte el cuello pero cada vez apretaba más.

-No idagues mas... vana terminar mal- susurró en mi odio. Sentí como mis ojos se estaban yendo para arriba solos hasta que de golpe me soltó h sentí un alivio en mi cuello. El tipo estaba tirado en el piso con sangre en la cabeza.

-¿Mateo?- lo mire cuando se hacerlo y estaba agitado. Volví mi vista al tipo y estaba tirado en el piso con un poco de sangre en la cabeza. Mi respiración apenas se podía normalizar. Masajee mi cuello esperando que pudiera respirar bien. Mateo me miro.

-¿Estás bien?- me pregunto. Asenté. Agarré el arma y la volví a poner en la parte trasera de mi pantalón. Me acerco gateando al hombre y le quite la capucha. No tenía idea de quién era y no recuerdo haberlo visto antes. Lo único que estaba segura era de que esta inconsciente.-¿Esta...?

Negué.

-Sigue vivo...- por ahora. Pensé. Miré a Mateo y tenía la cara aterrada. Si, si, querido... Bienvenido a mi rutina de todos los días: amenazas, robos, golpes bla bla bla. Dios, este pibe presume ser de calle y no sabe ni la mitad que yo. me acerqué al hombre y lo agarré de los pies.-¿Me vas a ayudar?- le pregunté a Mateo, se quedó un rato pensando pero cuando se despabilo se acercó para agarrarlo de las manos y así llevarlo de las extremidades cerca de la calle.

-Dios, esta pesadisimo- se quejó el.- ¿Hay algo que le caiga bien al gran Mateo Palacios?

-Deja de quejarte y ayudame- a mi me dolía todo el cuerpo, me ahorcaron, golpearon y para colmo tengo que escuchar sus lloriqueos. Después de un rato lo apoyamos en la pared de callejón. Estaba debatiendo si ir a la policía.

No, no debia. Este tipo obviamente trabaja para el que me amenaza. Repetía sus mismas palabras y podría hacer que me diga quién es con un poco de ayudita de Camilo y Lucas. Si lo llevo a la policía Carlos lo va a mantener detenido pero lo va a liberar como hacen con todos los hijos de puta del país. Tengo que llevármelo y por más que lo odie necesito la ayuda de Mateo... El vio todo, tengo que asegurarme de que cierre la boca.

-Toma- saqué plata y se la di- anda a comprar el primer licor que veas. Hay una licorería acá a la vuelta y trae paluelitos descartables también- el me miró sin entender nada.

«Limites» •Trueno•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora