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Aristóteles estaba limpiando la casa mientras Temo trabajaba, aún estaba en sus días de reposo y trataba de tomarse en calma lo del divorcio, entro a la habitación del castaño para limpiarla, y comenzó con un mueble tirando papeles que ya no servían, pero se encontró con una de las cartas que le había dado Andrés a Temo.

- ¿Qué es esto? - frunció el ceño y comenzó a leer - "Temo, no sabes cuanto disfruto estar contigo. Pienso en ti muy a menudo y espero cada día el momento para volver a verte. Andrés".

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No dudo nada y se fue al hospital, obviamente teniendo en cuenta sus cuidados; preguntó a una de las enfermeras donde se encontraba el tal Andrés y le dieron las indicaciones para llegar a donde se encontraba.

Al llegar entró sin haber tocado y mantuvo su mirada fija en el peli-negro que estaba escribiendo en unos papeles. Al sentir una mirada sobre el dejó de hacer lo que hacía, pero cuando notó de quien se trataba se tensó y comenzó a sentir nervios.

- ¿Es usted Andrés? - pregunto con seriedad el rizado.

- Ah si, escuché estoy algo ocupado y... - lo interrumpió.

- Pues abre un momento para esto - se acerco de manera amenazante - se lo que estas haciendo con MI esposo Temo, y no creas que te dejare el camino fácil para ganarte su corazón. He sido un pendejo, pero aún así amo a mi esposo, así que mas te vale alejarte o te las verás conmigo - lo miraba fijamente y puso su puño frente a el - Por cierto, gracias por preocuparte por mi dedo. Esta sanando con mi anillo puesto.

Aristóteles salió de ahí dejando a Andrés totalmente nervioso. El chico suspiro tranquilizándose, abrió el cajón de su escritorio y sacó su anillo de bodas e iba a ponérselo, pero recordó que estaba en trabajo así que lo volvió a guardar.

30 Días [Aristemo] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora