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Dos chicos, uno alto y rizado, y el otro castaño y con una apariencia totalmente adorable, ambos con un anillo de matrimonio en sus dedos desde hace ya seis años atrás.

Las cosas no estaban marchando bien, con el pasar del tiempo todo se fue deteriorando poco a poco, quizás fue la falta de verse, o el hecho de que cuando se veían era pelea segura. ¿Qué fue lo que apago ese amor y cariño?

Aristóteles trabajaba como actor de novelas, en cambio su esposo era doctor y trabajaba en un hospital, la mayoría de las veces doble turno. Cada quien tenia sus cosas, y aunque al principio creyeron que esto funcionaria de la manera en que pensaban, había algo, no sabían con exactitud que, pero ya no era para nada lo mismo.

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El rizado bajaba las escaleras con su mochila colgada en su hombro y se dirigió a la cocina con propósito de tomar algo para desayunar en su transcurso al trabajo, para su sorpresa Temo se encontraba ahí.

- Oh, pensé que ya estarías en el trabajo - formuló el rizado mientras se acercaba al refrigerador para tomar algo para comer, aunque no encontró nada.

- ¿Quieres que me vaya ya o qué? - habló en defensiva el menor mientras se cruzaba de brazos recargado en la mesa.

- Claro que no, solamente quería comenzar una conversación, nunca las tenemos.

- Mira quien habla, el que se pasa todo el día en el set de grabación y cuando sale se va con sus amigos en lugar de venir a pasar siquiera un rato conmigo - menciono irritado.

- Agh, olvida lo de la conversación, contigo ni siquiera se puede hablar bien - dijo el rizado mientras pasaba a su lado tomando una manzana que estaba a su alcancé - por cierto, ¿ya hiciste las compras? - preguntó parado en el marco de la puerta; pero pareciese como si no fuera una pregunta, mas bien una orden.

- No tengo tiempo.

- Claro que lo tienes, siempre estas en casa antes de que yo llegue, deberías ir.

- ¡Si tanto te importa porque no vas tu! - gritó perdiendo la paciencia - esto es un matrimonio Aristóteles, debemos poner los dos de nuestra parte si queremos que esto continúe. Dios, ya ni siquiera puedo asegurar de que de verdad eres ese chico del que me enamoré hace siete años atrás.

- ¿Sabes qué? Nos vemos en la noche - dijo el rizado furioso mientras se daba la vuelta dirigiéndose a la salida de la casa sin siquiera mirar atrás.

30 Días [Aristemo] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora