Desperté sobresaltada.
Doblé mi cuerpo de dolor, callando mis gritos al morder mi lengua, sin saber qué más hacer para calmarme. Miedo. ¿Por que siento tanto miedo de un sueño que no recuerdo? El sabor metálico de la sangre cubrió mis papilas gustativas y provocó más mareo del necesario.
Mis mejillas pican, ahí donde los colmillos residen bajo mis ojos.
Salí de la cama rumbo al ventanal en mi habitación, miedosa. Abrí sus puertas y dejé entrar la brisa matutina, rodeando mi cálido cuerpo con el frío del amanecer. Miré hacia arriba, aún siendo notable la hermosa luna en lo alto del firmamento.
— Sigues ahí...
Suspiré aliviada, a punto de caer de rodillas al suelo.
Sé fuerte Shiemi, o no podrás continuar con la tradición.
Cerré con lentitud las ventanas, con la mirada perdida en un punto fijo.
No me gusta despertar de ésta forma, trae problemas a mi salud y siempre anuncia un acontecimiento importarte, con grandes probabilidades de hacerme daño. De ser posible, definirá mi futuro a partir de este momento y no quiero saber lo que el destino me depara. Llevé mis cabellos azules hacia atrás, sin saber qué hacer.
No recuerdo el sueño, pero sé que es importante lo que hice o lo que sucedió dentro de él. Volver a dormir no hará la diferencia, las cosas suceden por una razón y es de sabios afrontar las consecuencias con la frente en alto. Pero, ¿Por qué siento que esta vez es diferente? Hay dolor, pero no culpa u odio. Hay... tristeza, mucha melancolía. ¿Que sucederá, qué?
La paciencia es una virtud Shiemi, recuérdalo.
A paso perezoso, me dirigí al baño. Lavé mi cara con mucho cuidado, mis escamas duelen y tengo miedo que irriten la zona de mis párpados. De hacerlo, no podré cubrir las marcas con maquillaje y será un nuevo punto de interés para todos aquellos que quieren verme caer.
Dos semanas han pasado desde mi estadía con los Sakamaki y no voy a arruinarlo por una marca de nacimiento.
Una vieja tradición.
— Buenos días, Sky–chan~
Acostumbrada a su aparecer repentino, saludé a Laito–san con un asentimiento, concentrada en limpiar el jabón de mi rostro.
— ¿Han desayunado ya? —pregunté como siempre, siendo cortes.
— No lo sé, tampoco me importa. —reí para mis adentros, mientras secaba mi rostro. — ¡Desayunemos juntos, Sky–chan!
— Me parece bien.
Bajo su escrutinio, abrí el armario y de él saqué un cambio de ropa. Pantalones holgados y blusa plana, ambos de color gris.
Como es costumbre, Laito–san pegó un grito al cielo cuando me vio vestida, diciendo lo poco femenina y sexy que me veía con ello puesto, lo típico. Con el pasar de los días, comprendí que Laito–san adora la ropa, en especial las prendas femeninas, y desde entonces se ha convertido en mi consejero de moda... aunque no tenga muchas prendas o dinero para comprar.
Entre nuevas anécdotas y deslices candentes de su autoría, llegamos a la cocina. Donde Subaru–san husmeaba en la alacena y Shū–san dormía sobre la mesa pequeña, sin verse incómodo por la posición en la que estaba.
Sigo sin entender cómo Shū–san puede dormir en todos lados.
— Buenos días.
Shū–san abrió uno de sus ojos para verme, sin mencionar nada después de aquello, volviendo a dormir. Subaru–san solo asintió, continuando con la búsqueda de algo que llevarse a la boca.
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Look at Me || Akatsuki No Yona + Diabolik Lovers
Fiksi PenggemarCuenta la leyenda que el origen del Reino de Kouka fue conseguido gracias al liderazgo del gran Dragón Rojo, aquel que bajó de los cielos y tomó la forma de un mundano, mostrando así el amor que sentía hacia los humanos. Con su flamante cabellera ro...