La Voluntad "D" [LuLaw]

Capitulo 8

Apenas eran las 10:17 hs de la mañana, y el sol ya se encontraba en lo alto del cielo, calentando todas las costas e islas que estaban por debajo del él.

El mediodía estaba próximo, la temperatura comenzaba a elevarse cada vez más, molestando de esta manera a los cuerpos dormidos de una pequeña tripulación, escondida entre la maleza de la costa.

Los rayos solares impactaban en los rostros de los piratas durmientes, la primera en notar tal molestia fue la única mujer, exceptuando a Trafalgar, de dicha tripulación.

—Mmm—aún se encontraba algo desorientada por lo ocurrido en la noche.— ¿arena?—murmuró somnolienta, en un vano intento de despertarse por completo.

Mientras se levantaba de la arena, soltó un suave bostezo, observando el panorama que se alzaba sobre la tranquila y cálida playa. Por otro lado, los cuerpos de sus compañeros aún seguían descansando, sin ápice de querer despertar todavía.

—¿Eh...? Creo que falta alguien.—comentó al aire, luego de reconocer a cada miembro de la tripulación.

—¿Segura?—murmuro una voz suave en el oído de la castaña.

—¡Ah!—al voltearse asustada se encontró con la mirada divertida de su capitana.—¡Law!

—Shh~ no hables tan fuerte, despertarás a los demás.— regañó la azabache.

—¿Eh? Clar...—se interrumpió a sí misma al observar mejor a su capitana. Esta apenas vestía un traje de baño de dos piezas, color negro, dejando de esta manera todos sus tatuajes descubiertos. Cuanto más seguía observando, su rostro, más colorado se ponía.

—¿Qué ocurre Ikkaku?—ronroneo acercando su rostro a la castaña.—¿Acaso tienes fiebre? Eso sería una lástima, ¿sabes? Escuche que en esta isla hay unas aguas termales fantásticas, y estaba muy emocionada que me acompañaras a ellas, pero viendo y considerando...

—¡No!— se levantó de golpe la otra mujer, sufriendo un pequeño mareo por el repentino movimiento.—¡Digo! Digo... estoy bien, no te preocupes por mí.—se avergonzó un poco por su arrebato.— Estaría encantada de acompañarte, Law, digo ¡Capitana!.

—Ja, ja~ ¿Qué dije de alzar la voz, Ikkaku querida?—comentó mientras comenzaba a introducirse al pequeño bosque que tenía la isla.—Ponte tu traje de baño y sígueme.

—¡Ok!— respondió yendo detrás de la azabache.—No te preocupes, tengo mi traje de baño debajo de mi ropa— explicó ante la mirada curiosa de Trafalgar.

—Ya veo. Entonces, vamos.

Se adentraron con calma, observando la diversa vegetación que las rodeaba, muchas plantas exóticas se encontraban a simple vista, fascinándolas con sus hermosos extravagantes colores y aromas. Ikkaku tuvo que resistir la tentación de acercarse a ellas e intentar tomar una, pero estaba más que claro que esa apariencia tan excéntricas solo podían significar que eran venenosas.

—¿Oh? No te preocupes por ello, su apariencia solo es para atraer a insectos.

—¿Insectos?

—Así es. Ya sabes, son carnívoras.

—¿Eh?

—Aunque leí que algunas son plantas, come hombres, así que deberías sentirte tranquila—sonrió tétricamente—. quizás su veneno no sea tan letal en ti, pero que te arrancaran algún miembro de tu cuerpo, eso es más que seguro.

—¡¿Qué?!—asustada y con nervios, rápidamente se colocó detrás de la azabache, enrollando sus brazos en la pequeña cintura de esta, abrazándola con leve fuerza y firmeza.