06; 𝑱𝒊𝒎𝒊𝒏.

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El calor comenzaba a serle insoportable y sus piernas ya no querían seguir caminando, lo único que le alentaba, tal vez, era el hecho de que solo quedaban dos cerillos y vería la luz del sol una vez más.

El sudor hacía que su ropa esté más pesada y algo húmeda pero aún así no podía dejar de pensar en qué había del otro lado del túnel o qué le estaría esperando allí para ser más específicos. ¿Qué sería de Yoongi y de Nam? ¿Ellos le recordarían si quedase atrapado allí o saldría años al futuro para quedarse completamente solo? 

El morocho frenó en seco, en ese instante un ligero malestar sacudió su cuerpo, había pasado un buen tramo de aquel lugar pensando una y otra vez en las personas con quienes se topaba que no recordó el hecho de poder salir de allí sin vida o en algún tiempo y espacio irreconocible.

Jungkook era alguien muy asustadizo y le daba vuelta hasta al mínimo asunto con tal de buscar respuesta aunque no la haya.

Una vez más recuperó el aliento y se animó a caminar pero con lentitud mientras esperaba que la historia vuelva a repetirse por sexta vez pero la luz tardó en hacerse presente.

Comenzó a contar sus pasos mientras resonaban sobre la tierra seca bajo sus suelas y nada en el mundo le había resultado más aburrido pero no tenía otra alternativa, esa cueva lo estaba enloqueciendo de a poco y le costaba pensar siquiera en algo racional estando allí encerrado.

Siguió por aquel sendero invisible moviendo la caja entre sus manos y por más sensación sofocante que tuviese, se echó a correr sin previo aviso, como si sus piernas hubiesen actuado por sí solas sin siquiera advertirle a su propio dueño. 

No había ninguna regla que prohibiera la acción que había realizado o al menos él no leyó algo similar en la pared con tiza, por lo que siguió con ansias hasta que la luz roja se hizo presente, provocando que sus cuerpo frenase de a poco y retroceda hasta ella.

Suspiró intentando equilibrar su respiración aunque le fue algo inútil y tomó su cerillo para poder encenderlo con fuerza. Cerró sus ojos y sonrió, solamente le faltaba uno pero al inhalar, un olor familiar le envolvió con calidez.

—¿Jimin? —Abrió los ojos con mucha efusividad dispuesto a girar su cabeza pero se sobresaltó al verlo a tan solo unos metros con sus ojos pequeños y una sonrisa resplandeciente.

¿Realmente tenía a su mejor amigo a tan solo pasos? Su cabello estaba de otro color, había pasado del rosado a un castaño y le quedaba sumamente hermoso. Su estatura había aumentado muy poco, su cuerpo se veía más delgado y sus manos seguían igual de diminutas que la última vez. Realmente no encontró palabras suficientes por lo que decidió abrazarlo fuertemente permitiéndose aspirar el aroma que tanto tiempo había estado rodeándolo y que no sabía que echaba tanto de menos.

Sus brazos envolvieron el cuerpo del maknae con la misma intensidad  y duraron segundos que para el morocho fueron eternos. No tenía palabras, todo lo que su mente procesaba no podía ser formulado por sus labios.

—Te eché mucho de menos. —Su amigo hizo lo que él no pudo y sonrió ante su ligera voz.

—También lo hago y demasiado. —dijo a la vez que comenzaba a deshacer el abrazo sin soltar los brazos del castaño mientras mordía su labio debido a la emoción del momento —. ¿Qué tal estás? ¿Lograste entrar?

Jimin era un apasionado por las artes y se desenvolvía muy bien en la danza, para su suerte sus padres eran de mente muy abierta y le apoyaron para poder seguir su sueño. El problema es que todas las academias tenían dificultosas pruebas de admisión y aquel chico siempre les temió por más habilidad que tuviese.

—Lograron admitirme y fue el momento más eufórico de mi vida. —Se abrazó a sí mismo y el maknae estaba dispuesto a explotar de emoción, su amigo merecía esto mucho más que cualquier ente.

—¡Jiminie, eso es increíble! —Jungkook apretó sus manos en puños y sonrió con emoción. 

—¡Lo sé!

—No falta mucho para poder verte, planeo pasar unos días con Tae y estoy dispuesto a volver. — Sonrió mostrando sus dientes y le abrazó por unos segundos.

—Kookie... —Su amigo le separó y por un segundo el morocho lució preocupado. —Estoy saliendo con alguien. —Aquel gesto fue reemplazado por la sonrisa que había abandonado y suspiró quitando el miedo que le consumió durante segundos.

—¿Se puede saber con quién?

—Un chico de la academia. —Sonrió y el maknae notó como la voz de su amigo sonaba casi como un susurro, como si fuese un secreto. 

¿Había sido así todo el rato?

—¿Cómo es? ¿Te hace feliz? —Jungkook comenzó a acariciar los mechones castaños de su amigo.

—Es muy hermoso, es atento, caballero y me quiere tanto como tu quieres a Tae. —Con lentitud comenzó a tocar su cuello, ¿acaso se sentía avergonzado o incómodo? 

—Jimin, eso me parece de lo más hermoso, sabía que iba a llegar alguien dispuesto a hacerte feliz, es más, tenemos que salir los cuatro al regresar. —expresó besando las mejillas de su amigo para luego tomar una de sus manos —. El cuento de hadas con el que soñamos se hizo realidad.

El más pequeño apretó las manos de su amigo con fuerza.

—Cuéntame, ¿qué tal estos dos años de estudio? ¿te gusta el lugar? —El morocho quiso cambiar el tema por alguna razón pero Jimin comenzó a mover su pie a un compás irreconocible.

—Es lindo pero también me llevé cosas que no fueron del todo buenas.

Jungkook no entendió absolutamente nada pero solamente bastó que el castaño le observe a los ojos para que aquel cerillo le obligue a observar la tristeza y temor que de ellos emanaba a pesar de la sonrisa que adornaba sus labios.

—¿Qué cosas? —La preocupación del maknae volvía de a poco a su cuerpo dejándolo algo aturdido.

Su amigo tragó saliva y volvió a observar el suelo.

—Me enamoré, Kookie.

Aquel susurró generó eco dentro de su cabeza una vez que quedó solo. ¿Enamorarse había sido algo malo? Se suponía que su amigo se sentía feliz ¿O jamás le respondió a tal pregunta?

Comenzó a mostrar ligeros signos de desesperación, necesitaba a su amigo, necesitaba saber qué tenía, qué había sucedido para que sus ojos le observaran pidiendo algún tipo de reacción o algún tipo de ayuda. 

—¡¿Jimin?! —gritó con la fuerza que sus pulmones pudieron permitirle y se giró hacia todos lados en plena oscuridad pero su propia voz retumbó contra la nada misma —¿Qué te atormenta? Déjame ayudarte.

El maknae guardó torpemente el cerillo en su bolsillo y se recargó contra la pared tomando sus cabellos con fuerza mientras comenzaba a llorar de forma ahogada. Su amigo estaba lejos suyo sufriendo y no podía ir a ayudarlo como debía ser. Jimin solamente había tenido dos relaciones a lo largo de su vida o al menos que él haya sabido y él lo sentía muy inexperto e inocente para ciertas cosas, no podía permitir que dañen a una de las personas más preciadas que él tenía en el mundo.

Él era su mejor amigo, Jimin de seguro no tendría a quién pedirle confort, sus únicos pilares eran él y Tae pero este último estaba en una carrera sumamente pesada y los tiempos libres eran aprovechados con Jungkook mediante videollamada. Sabía que se debía sentir sumamente solo y no podía creer cómo era capaz de engañarle una simple sonrisa cuando los susurros, su apretón de manos e incluso sus movimientos incómodos le habían dado más de un indicio.

Definitivamente se sentía destrozado, necesitaba apegarse a su cuerpo y cantarle canciones mientras acariciaba su cabeza como cada vez que le confesaba sentirse triste. Necesitaba a su mejor amigo pero no tanto como su mejor amigo le necesitaba a él.

❛❅Sept Noms | Vkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora