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Las luces de colores ofrecían un gran espectáculo sobre el escenario del colegio. En él, se estaba celebrando el festival de fin de año, al cual Dongmyeong nunca había acudido antes, pues no tenía amigos con los que disfrutarlo.

Este era su último año como estudiante de primaria y nunca volvería allí, así que decidió junto con su hermano, ir por una vez en la vida.

El pequeño Donju abandonó por un rato a su hermano mayor. Geonhak y Seoho se lo habían llevado a rastras, no tenía otra opción.

Myeong solo se sentó en una silla al azar en el diminuto auditorio que estaba comenzando a llenarse de padres y niños dispuestos a disfrutar de las presentaciones que algunos alumnos habían preparado como despedida y cierre del festival.

Varias de esas presentaciones ya se habían realizado. Desde un pequeño perrito que obedecía a su dueño haciendo simples trucos como sentarse y dar la patita hasta una niñita que se puso a llorar en mitad de su actuación porque echaba de menos a su mami.

Dongmyeong se había aburrido. No hay por qué culparle, no era mucho lo que niños que aún pintaban con caryones y contaban con los dedos podían ofrecer.

"Uno más y vuelvo a buscar a Donju y a comprar un helado" - pensó el pequeño.

El telón se cerró de nuevo y la amargada profesora de matemáticas introdujo la actuación que realizarían.

Era finalmente un número musical. Por suerte para Myeong, eso al menos si que podría ser entretenido. A todo el mundo le gusta la música ¿No?

Las cortinas se abrieron dejando ver a tres niños. Dongmyeong reconoció a dos de ellos.

"El de la batería y el de la guitarra son los que me pidieron la goma de borrar la semana pasada"

El único que no reconocía era el más pequeño, el del cabello desordenado; no sabía bien que instrumento tenía. Parecía una guitarra pero tampoco era una.

Torpemente comenzaron a tocar una sencilla melodía. El de la guitarra desafinaba algunas notas y el de la batería iba un poco a destiempo, pero para ser solo unos niños no lo hacían nada mal. El de la guitarra extraña también tocaba pero no destacaba tanto, hasta que sacó un micrófono de alguna parte y comenzó lo que se podría llamar un "rap".

Los padres miraban con seriedad. Con la misma actitud pasiva que en todos los números anteriores. Los niños tampoco prestaban mucha atención. Todos menos Dongmyeong, quien no pudo apartar la vista del chico que no conocía.

El rap era muy malo. No entonaba y se trababa muchas veces, pero su actitud sobre el escenario le impresionó. Por una vez había visto reflejada ante sus ojos toda esa forma de enfrentar la vida tan despreocupada que él había ansiado por tanto tiempo.
No le importaba la gente que le miraba ni lo que pudieran pensar, bastaba con verle a la cara para darse cuenta de que era feliz y disfrutaba lo que hacía.
Era real. Era admirable.

El público seguía en un silencio sepulcral. La torpe melodía comenzó a llegar a su fin y los ojos de Dongmyeong brillaban más que todas las estrellas del cielo juntas.

"Quiero ser como él"

El último acordé de la guitarra sonó, esta vez sin desafinar ninguna nota y la canción terminó. Los tres chicos se pusieron en fila sobre el escenario, delante de todo el público, se tomaron de las manos e hicieron una reverencia.

De los niños que conocía uno sonreía tímidamente y el otro tenía una cara seria - la misma que tuvo durante toda la actuación - mientras, el desconocido podría haber deslumbrado a todos los presentes con su amplia sonrisa.

Unos pobres aplausos se escucharon por parte del público. Dongmyeong aplaudió como nunca antes lo había hecho en la vida. No había aplaudido con tanta energía ni en los números de magia que Donju hacía por navidad.

Los chicos abandonaron el escenario y las viejas cortinas se cerraron de nuevo para dar paso a la siguiente actuación.

Una sensación extraña, desconocida, invadió a Dongmyeong. Tenía cosquillas en la espalda, las piernas le temblaban y las manos le sudaban.

Se levantó de su asiento y se fue corriendo en dirección a la entrada y salida del escenario. En ella solo encontró a otros niños preparando sus presentaciones, pero no a los niños que buscaba.

Deambuló por todo el evento, sin rumbo ni propósito.

- ¡Hermanito! - gritó Donju a sus espaldas.

Myeong se giró un poco frustrado. Su hermano le agarró de la manga y tiró hacia el.

- Mamá dice que ya es hora de volver a casa porque si no no tendrá tiempo de bañarnos.

El mayor dió un largo suspiro.

- Está bien - le dijo.

Tomados de las manos abandonaron el lugar con Dongmyeong mirando hacia la escuela con frustración y Donju tirando animadamente de su hermano.

Sólo uno de ellos dos se alegraba de no tener que regresar a esa escuela nunca más.

𝚄𝚗 𝚙𝚊𝚜𝚘 𝚑𝚊𝚌𝚒𝚊 𝚎𝚕 𝚝𝚛𝚒𝚞𝚗𝚏𝚘 [𝙲𝚈𝙰𝙳𝙾𝙽𝙶]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora