Ten revisó su vestimenta por octava vez antes de salir de su casa. Estaba nervioso, muy nervioso porque no sabía cómo iba a explicarle a Kun el haberlo besado tan repentinamente aquel día en su casa.
Al salir observó el cielo cubierto por algunas nubes blancas, ningún indicio de lluvia, solo un clima algo más fresco de lo habitual.
Su hermano le había avisado de que saldría con Renjun, Hendery y Haechan por lo que seguramente no volvería hasta más tarde. Todavía tenía que preguntarle cómo acabaron arreglando las cosas entre ellos.
Suspiró y sacudió sus manos en un intento de relajarse. No podía ir en su forma de gato por mucho que le gustaría, se sentía más cómodo en su forma animal pero de verdad necesitaba hablar con Kun. De hecho, él había estado a punto de llamar al mayor antes de que este le enviara un mensaje.
En menos de lo que quiso realmente ya se hallaba en el parque el cual estaba extrañamente vacío. Se sentó en uno de los columpios de la zona de niños y empezó a balancearse mientras esperaba a Kun. Sumiéndose en sus pensamientos y en el pequeño discurso que había preparado, soltó un pequeño grito al notar que unas cálidas manos detenían el columpio y lo abrazaban por la espalda.
Giró su rostro encontrándose el de Kun, muy cerca pero no lo suficiente para su inconsciente. El mayor sonrió marcando sus adorables hoyuelos y deshizo el abrazo no queriendo incomodar al cambiaformas.
—Espero que no hayas tenido que esperar mucho.— Susurró él rodeándolo para situarse frente a Ten.
—No... Acabo de llegar. Ven, vamos a dar un paseo.— El pelinegro se levantó del asiento algo inquieto y con las mejillas sonrojadas pasó por delante del otro para ir hacia el camino principal del parque.
Kun se situó a su lado, en silencio. No quería presionar al más bajo por mucho que deseara respuestas, por lo que le daría todo el tiempo del mundo para expresarse. Ten se detuvo y miró al peligrís.
—Kun... Con respecto al beso...
Un estruendoso trueno atravesó el ambiente, rompiendo con la calma del lugar. Ambos miraron al cielo extrañados y después se miraron entre ellos al darse cuenta de las nubes negras que los acechaban desde las alturas.
Ten cogió la mano de Kun y echó a correr hacia su casa sintiendo latir su corazón a muchas más revoluciones de las debidas. Sonrió al sentir una extraña tranquilidad expandirse por su cuerpo, una que solo el contacto con Kun era capaz de transmitirle. Las primeras gotas cayeron impactando contra sus cuerpos, lastimosamente acabaron empapados antes de poder llegar a su destino pues la tormenta los había pillado de lleno.
Las risas no tardaron en surgir al verse en esa situación, entraron al hogar de Ten mojando el suelo en el proceso.
—Vale, mmm... Date la vuelta por favor.— Pidió el pelinegro al contrario mientras evitaba mirar su cuerpo que era visible por culpa de su ropa mojada.
El mayor rió sin objetar nada y se dio la vuelta, mirando la puerta cerrada de la casa. Escuchó el sonido de la ropa de Ten caer al suelo y seguidamente un maullido. Cinco minutos después la voz de Ten le dijo que ya podía volver a mirarlo. Este se hallaba ya seco y con una muda de ropa distinta. En sus manos llevaba dos toallas y ropa para el chico.
—Allí tienes un baño para que puedas cambiarte, cuando estés listo me avisas y así pongo la ropa a secar, voy a preparar algo caliente para tomar.— Dijo el cambiaformas antes de ponerse de puntillas y dejarle un beso en su roja nariz.
Ten casi huyó hacia la cocina sintiendo que había hecho una travesura enorme. Decidió preparar algo de té para ambos mientras pensaba en el tiempo transcurrido desde que se habían conocido. Lo cierto era que le había costado reconocerse a sí mismo que Kun le gustaba. Al principio había entrado en un estado de negación que logró desquiciar a todos sus amigos, incluso a su hermano. Supo que no había manera de escapar de lo que sentía cuando se sintió impotente al pensar que Hyuna era la novia de Kun. En aquel momento el mundo se le vino abajo y la tristeza mezclada con la ira lo llevó a besar a Kun cuando supo que tan solo había sido una broma, dejándose llevar por sus más puros sentimientos. Ya no tenía caso negar lo obvio, pero tampoco sabía qué hacer exactamente. ¿Pedirle una cita a Kun? A penas tres meses habían pasado desde el día en que vino por primera vez a su casa, no quería ser demasiado apresurado. ¿Quedar como amigos? Primero tendría que saber si eso era lo que el otro también quería. ¿Confesarle lo confuso que estaba con respecto a qué hacer? Esa era la opción más viable...
—Deja de darle tantas vueltas a las cosas, puedo ver el humo salir de tu cabeza.
—Es del té, graciosillo.— Contestó divertido el más bajo girándose para tendérselo al contrario.
Kun rió y se sentó en uno de las banquetas altas que había junto a la isla de la cocina, Ten rodeó esta y se sentó a su lado.
—Yo...
—¿Te arrepientes de haberme besado?— Preguntó Kun sabiendo que quizá Ten no se atrevería a ir directamente al grano.
—En absoluto, lo volvería a hacer las veces que hiciera falta.
—¿Las veces que hiciera falta para qué?— Susurró Kun con una bonita sonrisa en sus labios.
—Para... Que te des cuenta de cuánto me gustas.— Contestó Ten con voz temblorosa por los nervios.
Apartó la vista irritado por ser tan débil ante el mayor, su orgullo ganando la batalla interior contra la realidad.
—Sí... Yo tampoco sabía cómo decirte que también me gustabas. Me encanta tu carácter tan espontáneo, que te hagas el duro siendo que en realidad eres la persona más amable y bondadosa que existe. Me gusta darte mimos en tu forma animal y me encantaría dártelos de la misma manera cuando eres humano. Adoro tus ojos que cambian de color a cada instante, me gusta tu pijama de gato y tu extraña manera de relacionarte con tu hermano. Me encanta oír tu risa cuando hablas por teléfono con tus amigos cuando estoy en tu casa y sin duda amaría ser yo quien la produjera cada día en ti. No puedo decir que esté enamorado de ti, pero sí que me gustas mucho y que probablemente sea así como acabe.
Ten sonrió algo atontado y dejó a un lado el té para acercarse un poco más a Kun, dispuesto a demostrarle sus palabras anteriormente dichas puesto que aún le costaba expresar verbalmente lo que sentía. Sin embargo, el rostro lleno de sorpresa de Kun lo detuvo, dejándolo dubitativo.
—¿Pasa algo?
—Ten, tus ojos están amarillos... De repente han pasado de verde a amarillo. Todavía no sé muy bien qué significa cada color, pero ese no te lo había visto nunca.
—¿Amarillos?— Exclamó asustado el pelinegro corriendo hacia el espejo más cercano, cerciorándose de que era cierto lo que Kun le había dicho.
Espantado contempló su reflejo empezando a temblar, desconociendo por completo lo que aquello significaba. Kun al verlo así lo abrazó y empezó a besar su cabello mientras le susurraba palabras alentadoras.
—No te preocupes, Ten, seguro que hay una explicación... ¿Por qué no llamamos a tu madre? Ella también tiene esta heterocromia, podríamos preguntarle.— Dijo Kun besando la frente del pelinegro.
Este asintió y con gesto preocupado fue a buscar su teléfono, esperando que no pueda nada grave.
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Espero que os haya gustado el capítulo y lamento todos los cambios que he hecho en la historia, es que no me gustaba cómo estaba quedando antes.
Intentaré actualizar cuando pueda, perdón por la tardanza.
Hasta pronto 💞
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King of hearts | Kunten
FanfictionHan pasado ya tres meses desde que las clases empezaron en la universidad de hechicería "WayV", pero YangYang parece no hacer una sola pócima bien y casi siempre acaba expulsado de clase por haber hecho estallar esta o llenarla de ranas por todos la...