Iruka estaba harto. Habían pasado dos semanas desde que era el consejero del despreocupado, tardío y poco consciente, Sexto Hokage. Un suspiró de rabia salió de él. Caminando hacia las puertas de la oficina del Sexto, llevaba las manos echas un puño, en serio se sentía harto.
Abrió de golpe la puerta, mirando con molestia hacía Kakashi. Quien de manera serena quito su mirada del libro de turno. Le sonrió de manera amable.
—¡Buenos día, Iruka- Sensei! —exclamó, parecía muy alegre. Y apesar de todo seguía llamándolo sensei.
—Tardes. ¡Son buenas tardes! —señaló molesto el reloj que había en la pared. — Debería estar organizado los documentos, ¡Mire como tiene este lugar!
De pronto Kakashi miró con algo de vergüenza la oficina. Que había estado limpia hacía unos tres días, en cambio ahora. Era rodeada de diversas hojas y libros, montañas que se esparcian por cada rincón. Incluso encima de la mesa había otros tantos documentos. Kakashi se rascó tras la nuca con algo de vergüenza.
—Lo siento, Iruka- Sensei. Pero la lectura estaba muy buena. —comentó con nervios, tratando de ver, si con su más sincera disculpa, el hombre moreno dejaba esa expresión de molestia en su rostro.
—Deme el libro, Kakashi. —pidió, con mucha tranquilidad, extendiendo una de sus manos hacía el otro hombre.
Kakashi parpadeo. Miró su libro, luego la mano de Iruka y luego otra vez su libro. Negó de pronto, meneando la cabeza de un lado a otro.
—No Iruka. No le voy a dar mí libro.
—¡Kakashi!
El hombre moreno se llevó ambas manos a la cintura. Siempre parecía que terminaba alegando con un niño y luego no volvía a entender porqué el ninja élite de la aldea, lo había escogido como consejero.
De pronto Kakashi sintió el rostro algo caliente. Siempre hacía espectáculos ante Iruka Umino. Cuando le conoció y cuando Naruto le unió, toda su vida cambio. Suspiró derrotado, entregando su libro a Iruka, para tomar casi con molestia, la molestia clara de un niño enojado porque debe hacer la tarea y no jugar. Para leer con el ceño muy fruncido algún documento.
Suspiró nuevamente, de manera exagerada y molesta. Iruka rodó los ojos.
Hōki tenía miedo. A pesar de que se estaba repitiendo continuamente que todo estaría bien, ¿Pero qué puede estar bien cuando tus figuras de protección parecen estar heridas? Le habían dicho que se mantuviera tranquilo, pero es que no entendía, porque aquellas personas estaban atacando la aldea. Porque todo era un martirio de gritos de aquí para allá, ni porque decían ser los dueños del todo. Qué clase de persona seria capaz de decir, ser dueña del todo.Entonces su miedo aumento, porque eso significaba que no eran personas. Ahora tenía ganas de llorar, se acomodó mejor en la pared. Junto a los otros niños. Todos parecían tener las mismas expresiones. De pronto llegó Sakura Haruno, tenía una herida en el brazo y sangraba bastante. Pero seguía viva, seguía viva y todos lo estarían.
Sakura sin pensarlo dos veces tomó al bebé y una niña de unos tres años en sus brazos. Debía sacarlos del lugar, la aldea, que alguna vez próspero se caía literalmente a pedazos.—¡Siganme! De muy cerca. Estarán a salvo.
Hōki se aferró a las palabras de la mujer, como a la mano de Daisuke, un niño de seis años.
Caminaron lentamente, hacía el bosque, el imponente bosque, afuera de los muros de Konoha. Donde aún el piso se movía como si fuera a romperse y el destello de algo lila y naranja se veía en el cielo. Daisuke se aferró más a la mano de Hōki, porque sabía que ocurría.El niño suspiró, buscando calma, mirando la espalda de Sakura. Buscando consuelo en sus héroes. Hasta que un estruendo estremeció sus pequeños pies, defiendo el paso. A unos metros frente a ellos estaba una de esas criaturas que eran y a la vez no, humanos. Mirándolos con una sonrisa macabra. Cómo si ellos fueran los culpables de una pelea de hace más de mil siglos.
Sakura le devolvió la mirada, con molestia. Miró al chico mayor del grupo, un niño de trece años y le entrego el bebé y la mano de la niña.Hōki sintió nuevamente la saliva atascada en su garganta. Vio la posición de Sakura y supo, que les daría tiempo a seguir. A pesar el primer puñetazo de la mujer impacto un poco el hombre de aquel, ellos corrieron en fila. Sintiendo las piernas temblar, porque los simulacros no deberían ser realidad nunca.
Todo iba bien, lo mejor que se podía en esa situación tan anormal, esa situación que la generación antes que ellos nunca quiso vivir. Hasta que Hōki se quedó atrás, intenso ayudar a los demás. Sacando a flote su sentido del heroísmo. Intenso salvar vidas tan jóvenes como él. Descubrió que un simple Chidori recién en proceso de práctica no era nada, comparado con los que estaban usando en la pelea más allá.
Cuando quiso regresar al grupo estos ya habían sido llevados por los ninjas más rápidos a la cima de los montes sin chacra. Y los demás ocurrió demasiado rápido, la mirada asustada de papá, esa mirada que se caracterizaba por darle tranquilidad, porque siempre estaba en calma. Estaba asustada.
Lo tomó en brazos, incómodamente, pero no porque fuera muy pesado, si no, porque era cuestión de apuro.—Escuchamé, la única forma de salvarte es llevarte al pasado. Solo búscame, búscame y sabré que hacer. —le dijo de manera rápida, mientras hacía un montón sellos, la mirada de Hōki estaba algo llorosa, miró las manos de su papá y luego sus ojos.
Asintió de manera rápida.
—¿Dónde está? —preguntó en un susurró.
—Esta bien, él esta bien. Todo está bien, lo prometo. —contestó, su mirada angustiada lastimó el corazón del niño.Y luego una luz sello toda su visión. Mientras las lágrimas corrían por su cara.
El arte en multimedia
le pertenece a H-Froppy✨
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Buenos días, papá
Fiksi Penggemar"Pase lo que pase, donde sea que estés. Recuerda lo mucho que te amamos, y lo mucho que siempre te amaremos". Kakashi quedó realmente sorprendido cuando vio una mini copia de él, en castaño. ---------- Créditos del FanArt en por...