seis

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Eva

Desperté mucho antes de las diez. Fui a la terraza pero hacía bastante frío así que decidí ir a la sala del piano, mi segundo sitio favorito.

—Hola— entró Rafa sonriente.

—Hola— sonreí —¿y eso que te has levantado tan pronto?— apoyé mis codos en la mesa.

—Llevaba un rato despierto pensando y te he visto levantarte y me he levantao'— dijo sentándose en un taburete —. ¿Y eso que has dormido con Hugo?— preguntó después de unos segundos callado.

—Anoche me dijo si quería dormir con él y ya está— me hundí de hombros.

—Llevo toda la semana recordándote que no te encariñes porque tiene novia y vas tú y te acuestas con él, no tienes remedio— negó con la cabeza.

—Perdón pero ya es inevitable, me gusta y punto— sentencié.

—¿Vienes a la terraza?— cambió de tema.

—Después— contesté.

Lo cierto es que las cámaras aún no estaban grabando y sería el momento perfecto para estar aquí a solas con Hugo, pero también me apetecía estar sola y pensar.

El castaño salió de la habitación y yo volví a lo mío.

—Anne— la llamé cuando la vi en la sala de ensayo.

—Buenos días— entró —¿qué pasa?

—Buenos días— me apoyé en su hombro —¿crees que Hugo y yo tenemos conexión? O sea, ¿crees que le gusto de verdad?

—Evita, desde el minuto uno tenéis una conexión súper fuerte y se ve desde fuera, ¿te ha dicho que le gustas?— asentí y ella soltó un gritito de alegría.

—Pero tiene novia— bajé la mirada.

—Yo os he visto, la canción que hicisteis esta semana estaba hecha para vosotros, ¿y las clases de interpretación? Estáis hechos el uno para el otro— me miró feliz —. Habla con él o deja que las cosas fluyan.

—Pero, ¿y si cuando salgamos de aquí él prefiere irse con su novia en vez de conmigo?— mi amiga se hundió de hombros.

—No sé, le cortaremos los huevos por jugar contigo— me abrazó.

—¿Tú qué tal con Gèrard? Sois monísimos— sonreí.

—Genial, es perfecto— hizo puchero con su labio inferior.

(...)

Después de que acabara el repaso de gala fui a abrazar a Hugo por todo lo que había dicho sobre su actitud de esta semana.

—Te quiero— susurró entre besos en mi mejilla.

—Yo más— le abracé más fuerte —. Estaría abrazándote todo el día.

Después de comer fuimos todos al sofá, realmente estibamos todos cansadísimos.

—Ven aquí— dijo Hugo palmeando su lado.

—¿Seguro?

—Solo si quieres— asentí y fui a acostarme junto a él —. Eres guapísima, ¿te lo había dicho antes?— me alagó tocando mi pelo.

—Gracias, tú eres un bebé muy cuco— susurré dejando un beso en su mejilla.

Después de unos minutos en los que sólo se escuchaban los susurros de Anaju y Gèrard, y en los que Hugo acariciaba mi pelo y dejaba besos por mi cara, este decidió levantarse poco a poco.

—¿Te he despertado?— dijo susurrando.

—No, ¿dónde vas?— susurré.

—Sígueme— pude leer sus labios.

Cogió mi mano y me hizo seguirle.

—Sam está ensayando, la estarán enfocando a ella— dijo en mi oído una vez estábamos en el pasillo de las habitaciones. Abrió una de las duchas y se metió.

Al ver mi cara de confusión el rubio cogió mi brazo y me acercó peligrosamente a él.

—Aquí no hay cámaras, ¿sabes?— dijo en mi cuello haciendo que los pelos de mi nuca se ericen.

—Lo sé— dejé un beso en su cuello.


•••

demonios; hugo coboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora