3: Nos perdimos

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Por otra parte, Emma y Megan no se la estaban pasando nada mal. Sin querer se había separado del grupo, pero casi ni lo habían notado.

—Oye, Em —murmuro Meg.

—¿Si?

—Creo que nos perdimos.

—Oh...

—¿Y ahora qué?

—Bueno... —comenzó Emma pero pronto sus ojos se abrieron, con un pequeño brillo en ambos— ¡Starbucks! —chillo— Al fin, vamos, necesitaba un frappe.

Ambas se adentraron en el famoso café y antes de pedir la orden se dieron cuenta de que no hablaban francés. Pero, todo el mundo habla un poquito de ingles, ¿verdad? Es París, o sea... Es una ciudad muy turística, obvio están acostumbrados... ¿Cierto?

—Buenos días —dijo un apuesto chico de su edad. Era castaño claro, casi rubio, tenia ojos verdes y una sonrisa que casi hace desmayar a las dos amigas— ¿Americanas? —dijo con un acento para derretirse. Ambas asintieron, mudas— ¿Que van a tomar?

Las dos chicas, con dificultad e intentando volver a respirar, pidieron sus bebidas.

—¿Sus nombres? —sonrió el chico. Tenía colgado un cartelito con su nombre escrito, con una perfecta caligrafía que ponía "Anthony".

—Emma

—Megan

Unos minutos después Anthony llamo a sus nombres y ellas le sonrieron energéticamente.

—Muchas gracias, Anthony —susurro Megan, tomando su bebida.

—Prefiero Tony —contesto él, sonriendo— Por cierto, si en estos días necesitan alguien que las guíe por la ciudad, o recomendación para salir a alguien sitio pueden contactarme —les paso a las amigas una servilleta con un numero anotado, y seguido de eso les guiño el ojos. Las dos casi se mueren.

—Claro que si, Tony —contesto Emma. Casi podía ver que se le caía la baba.

Las amigas se despidieron y salieron del lugar con sus cafés y la servilleta en la mano.

—Eso fue... —comenzó Meg, con ganas de decir raro, pero Emma se le adelanto.

—Mágico. París es mágico.

Megan rodó sus ojos.

—¿Debo recordarte que tienes novio? —le pregunto, tomando un sorbo de su bebida.

—No, no me lo recuerdes, se perfectamente que tengo novio al igual que tu. Solo intentaba ser amable, no quiero los servicios turísticos del hermoso francés.

Hasta ese momento ni siquiera se habían dado cuenta de que sus celulares estaban sonando a la vez. Megan atendió el suyo y lo puso en altavoz.

—¡Hasta que atienden! —exclamo Ethan.

—Estábamos preocupados —añadió Noah.

—Tranquilos —murmuro Megan— Nos perdimos un minuto y vinimos por un café.

—Y nos quedamos por el francés —susurro Emma, divertida.

—¿Qué? —preguntaron por el celular.

—Nada —se limitaron a decir. Les indicaron a sus amigos donde estaban y pronto se juntaron.

 El resto del día pasó divertido, aunque todos llegaron exhaustos al hotel.

 El resto del día pasó divertido, aunque todos llegaron exhaustos al hotel

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