—¡Es hora de levantarse! —gritó Shizune, apretando el nudo del delantal firmemente a su cintura. Todas las mañanas era iguales y parecía que solo Tonton obedecía. El pequeño cerdito ya estaba comiéndose su ración de frutas frescas en la mesa, a un lado del desayuno que todavía esperaba ser comido. La morena frunció la boca y volvió a gritar, esta vez asomándose ligeramente en la habitación, pero, como respuesta, solo recibió un quejido perezoso—. ¡Es hora de trabajar!
—Dame un descanso.
—El trabajo espera —resolvió ella al instante, no quería mostrarse dudosa, pero cuanto más trataba de engañarse a sí misma, no podía engañar a nadie más.
Solía jugar con sus dedos cuando estaba nerviosa y ese momento no era la excepción. Abrió la boca para decir lo que le había estado molestando desde la charla que había tenido con Kurenai, cuando la lucidez la atacó en un estado de ebriedad evidente, pero las palabras se le quedaron atascadas en la garganta. Todo era más fácil cuando lo pensaba.
—Hay algo que debo decirle.
—¿Qué? —respondió su mentora, sentándose en la cama con un camisón de seda que parecía estar a punto de estallar. Shizune sonrió nerviosa, era el momento, al fin había llegado. Jugó con sus dedos y ellos, a su vez, jugaron con los flecos del delantal—. ¿Es por el sofá que estás usando para dormir? Ya le he dicho a Izumo que te traiga uno mejor.
—El sofá está bien, de hecho..., yo también hablé con él.
—¿Cuál es el problema entonces? Ya lo sabe.
—Postulé a un apartamento. —Tsunade gruñó desde la cama y la morena retrocedió unos pasos, sabía que era un tema sensible.
Muchos años habían pasado ya desde que viajaban juntas, y solo Shizune sabía cuánto tiempo tuvo que pasar para que la aceptara junto a ella, puesto que a Tsunade no le gustaban los cambios y este era uno. Levantarse sin los gritos de la sobrina de su novio muerto, sin tener las comodidades que ella le brindaba..., siempre podía decirle a Izumo y Kotetsu que le trajeran el desayuno, pero no sería lo mismo.
—Me notificaron esta mañana —dijo ella mientras que del delantal sacaba una pequeña carta—, me lo dieron.
—¿Qué pasará con Tonton?
—Pensaba en que yo podría la tuición durante los días de semana, usted los fines de semana.
—¿Y dónde dormirá Tonton durante la semana?
—Será un apartamento en el Complejo de Veteranos. Está en el último piso, tiene una gran vista. Tiene una cama.... —murmuró Shizune, no sabiendo qué otros detalles resaltar.
No era que le molestara dormir en el sofá, siempre se dijo que sería temporal, pero ya llevaba meses en eso. Cuidar a su mentora era un privilegio, no quería que eso lo dudaran, pero debía tener sus propias cosas. El dinero que ganaba estaba acumulándose en sus bolsillos y no sabía en qué gastarlo si no tenía ni siquiera un dormitorio en el cual caer rendida. Era algo que debía hacerse.
—¿Complejo de Veteranos? —rió la rubia, por fin se levantó y caminó hasta el baño—. ¿Por qué ese lugar? No es más que un edificio viejo lleno de uniformados fracasados y sin familia.
—Es un comienzo —se defendió.
Tsunade la veía a través del espejo del baño con una sonrisa.
—No me mientas —soltó como si estuviera ladrando—. Quieres ir y elegir a un hombre para llevártelo a tu lindo apartamento, no te costará mucho. Esos fracasados no han visto a una mujer en años.
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La Reina de los Fracasados
FanfictionShizune se ve a sí misma con treintaiún años de edad y decide que es mejor dejar el sofá de Tsunade para comenzar a vivir. Tiene miedo, ya que la morena esconde un secreto que nadie sabe, ni siquiera la rubia: ella es virgen. Al no saber cómo enfren...