Capítulo VI: Shiranui Genma II

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El cotilleo se llevaba a cabo a un lado del dispensador de agua, donde los maestros se reunían a hablar entre susurros las barbaridades que sus alumnos cometían. Algunas veces se confiscaban objetos de los escolares: armas de juguete, dulces, y lo más importante... Las revistas para adultos. No podía culpar a los pequeños infantes, las hormonas se les habían despertado y empezaban a tener preguntas, al igual que a ella hace una semana atrás. Se podía decir que Shizune había vivido toda la pubertad y adolescencia en unos cuantos días, siendo los granos la única excepción.

La morena maestra suspiró a un lado del dispensar y Suzume la miró con ojo clínico.

—Has estado suspirando toda la mañana, ¿qué te ocurre? —Preguntó sonriente—. No me digas que es por Shiranui. Sabes en lo que terminará eso.

—Lo sé —«no, no sabes»—. ¿Podrías decirme su historial otra vez?

—Encantada. Él es mujeriego, pretencioso, perezoso e engreído, y todas sus conquistas lo odian. ¿No te parece suficiente?

—No podría odiarlo...

—Claro que sí, dale tiempo.

—¿Hablan de Genma? —Intervino Iruka con una taza en la mano, se había acercado al dispensador en busca de agua caliente para su tercera taza de té matutina. Si quería disolver un cálculo, lo estaba logrando. Suzume asintió a su pregunta con una sonrisa—. Señorita Shizune, creo no le convenga.

—Sí, lo sé —resolvió ella y volvió a suspirar. Debía creerle al maestro, él debía saber todo de amores imposibles. El consejo de ancianos seguramente no aprobaría su relación con la Quinta solo porque él era un chunin, por eso Tsunade estaba tan negada a ello puesto a que poseía la misma mentalidad de ellos en los temas amorosos. Para la rubia, el único hombre con el que se podría casar era con Dan. Iruka era todo lo opuesto a Dan... Partiendo por el aspecto físico—. Pero... ¿y si cambia?

—Ya no lo hizo, Shizune —dijo Suzume, pellizcándole la mejilla amorosamente—. Deberíamos encontrarte otro. ¿Qué te parece Aoba?

—No.

No era Genma.

—Ebisu —acotó Iruka—, o Gai —«¿está hablando enserio?»—. Ambos estuvieron en el mismo equipo genin que Genma, quizás se le parezcan un poco.

—No—dijo rotundamente.

La personalidad de ambos ejemplares era bastante..., peculiar. Y ella se preguntó si Ebisu y Gai habían tenido algo que ver con su personalidad sexy, ya que, digámoslo: si un equipo tan extraño se presentase enfrente, el único que se mantendría callado y distante sería Genma. Resaltaría entre los disparates de sus compañeros y sería el que recibiría las miradas enamoradas de las féminas, y ¿por qué no? De algunos machos. Shizune sonrió ante ese pensamiento.

Ese día había despertado entre las sábanas del enemigo. Aun cuando le había prometido a Suzume el día anterior en el mismo dispensador que se alejaría del hombre de la aguja en la boca. No pudo evitarlo, se lo había encontrado en la puerta del edificio luego de pasar a la verdulería. Shizune cargaba una infinidad de verduras y frutas, ya que quería sorprender a Tonton durante la semana. Genma le abrió la puerta del edificio, derrochando galantería, y lo que siguió fue una consecución de eventos que podía describir con lujo y detalles:

Genma levantó su vista con una mano sobre su mentón y con la otra tomó las bolsas de papel, algunas se arrugaron y otras se rompieron; pero mientras un limón rodaba por las escaleras hacia el primer piso, ambos se estaban besando como si su vida dependiera de ello. El castaño abrió la puerta, arrojó las bolsas dentro y ambos se adentraron en las sábanas desechas de él, porque no se había tomado la molestia de hacer la cama antes de salir.

La Reina de los FracasadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora