Capítulo XVII: Raido y Genma

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—¿Le acomodó el tamaño? —le dijo él, estaba acostado junto a ella con una expresión en el rostro que la hizo dudar de Yamato: parecía mucho menor de lo que realmente era.

Genma habría estado durmiendo sin ninguna vergüenza a su lado y de cuando en cuando estaría despertando para preguntarle si ya había dejado de trabajar, usando un tono divertido y somnoliento. Sin embargo, Yamato no era Genma, pero claramente su apego emocional era más grande que el del ex de Inuzuka Hana. Shizune despegó la vista del informe que leía tranquilamente, inclinada hacia su mesita de noche en búsqueda de la luz de su lámpara nocturna, intentando no incomodar a su invitado. Era la primera vez que él y ella abordaban ese tipo de relación, y a diferencia de Yamato, Shizune ya no le parecía escandaloso el asunto.

El cómo ellos habían terminado así, a un año de las vacaciones de primavera, era lo interesante: a la médica se le había hecho incómodo convivir junto a la maestra y su novio. Toparse a Baki de la Arena en el baño, en la sala o de salida eran cosas esperables y completamente normales. Suzume debió experimentarlo cuando Genma estableció base allí mismo hace unas semanas, pero con lo encantador que era Shiranui, a la maestra no se le había hecho difícil compartir espacios comunes y establecer alianzas esporádicas en contra de Shizune. Baki era un hombre tosco del desierto. Tan serio que a la morena le pareció que ese hombre jamás había sonreído en su vida a causa de genuina felicidad, solo de psicopatía sádica. Que apareciera Baki detrás de ella cuando iba a la cocina por una cosa tan simple como un vaso de agua era de alta tensión. Era peor cuando recordaba que ese hombre había sido el que asesinó a Hayate en la invasión de hace unos pocos años. Y así con todo, Shizune apreciaba en demasía al hombre del desierto que habitaba su apartamento durante sus actividades diplomáticas cada vez que veía sonreír a su amiga. Suzume había ido más de una vez esa semana a la tienda Yamanaka y llenó de flores el apartamento, y más de una vez la había descubierto tarareando alguna canción de amor mientras esperaba al hombre tosco y feo, y luego ambos iban a una velada tranquila en la Casa del Té o algún lugar como la Casa de Muñecas. Shizune no podía visualizar a Baki en esos lugares, pero no hacía falta..., tampoco lo había podido hacer cuando el capitán quemado, Raidō, estaba en su lugar. Ver a Baki era ver a Raidō, y Shizune no podía soportar el peso de su culpa luego de besarlo en la comilona Akimichi. Irse apenas amanecía y llegar entrada la noche con tal de no verla empezó a ser orden del día.

—¿Cómo dices? —dijo ella entonces, Yamato bajó los hombros y sonrió para sí.

—Ya sabe, el tamaño...

—Estaba bien —le dijo ella con un tono conciliador y con una mano envolvió las de él para enfatizar aún más la aseveración, tal y como lo hacía con sus pequeños estudiantes cuando se sentían inseguros en el aula. Y al momento en que lo visualizó como un niño, volvió al documento que Kotetsu le había dado máxima urgencia.

—Quería que fuera especial, sabe... —dijo entonces, no sabiendo cuándo callarse—, esperé tanto este momento.

—Estuvo bien —le volvió a decir.

Pasó saliva, le había tomado de sorpresa cuando, luego de topárselo varias veces ese día, apareciera en el umbral de su puerta para entregarle una notificación y luego de una mirada lasciva por parte del hombre, sumado a la culpa que la carcomía, terminó llevándoselo a su habitación. Sorpresa fue cuando él estando sobre ella le hizo la misma pregunta y a los pocos segundos comprobó que sí era capaz de manipular sus extremidades a voluntad, incluso el miembro fálico entre sus piernas.

—¿Debería abrazarla? —dijo él luego de unos instantes de paz.

Shizune ya no podía concentrarse en el documento, Genma podía ser un mujeriego estúpido, pero sí sabía cómo actuar en el juego amoroso. La abrazaría sin preguntar, sin dudas; solo se movería y sus manos de hombre delinearían su figura algunas veces, otras veces simplemente la abrazaría y muchas otras simplemente se quedaría durmiendo junto a ella con una mano sobre una pierna. Yamato hacía tan incómodo algo que Genma le salía con naturalidad.

La Reina de los FracasadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora