One Shots 『Reed900』Detroit: Become Human

Drunked

【Humor - acento argentino】

Gavin y Nines se encontraban en un bar. El humano borracho hasta las patas y el androide queriendo pegarse un tiro en medio de la frente.

RK900 decidió acompañar a su compañero para controlar que no beba demasiado alcohol, pero al distraerse por un segundo, Gavin ya se había pasado de copas.

—Un segundo lo descuidé. ¡Un segundo, la puta madre! —pensaba Nines.

El oji azul estaba sentado al lado del detective, con sus dedos índice y pulgar en el puente de su nariz, pensando en como sacar al idiota de ahí.

En el bar comenzó a reproducirse una canción del año 2013, la cual era recordada por Gavin perfectamente.

—¡Uuh! Escucha este tema —habló el humano arrastrando las palabras—. Escuchá, escuchá... ¡Le gusta a lo kinky nasty y aunque sea fancy se pone cranky si lo hago romantic! —comenzó a cantar mientras impulsaba levemente su brazo hacia arriba repetidas veces—. ¡Le gusta el sexo en exceso y en el proceso me pide un beso!

—La puta madre... —susurró Nines, gruñendo irritado—. Suficiente, nos vamos.

Se paró rápidamente y dejó dinero sobre la mesa. Agarró el brazo derecho del detective y lo pasó por detrás de su cuello. Luego, con su mano izquierda lo sostuvo de la cintura y lo ayudó a pararse.

Comenzaron a caminar hacia la salida mientras Gavin seguía cantando el tema del 2013, incluso siguió cantándola fuera del bar. Nines tenía los huevos al plato, estaba irritado y su LED parapadeaba en tonos rojizos, quedando finalmente de ese color.

—¿Podés cerrar el orto? —habló el oji azul en tono irritado.

—No, ¿Sabés qué no? —respondió el humano, siempre arrastrando sus palabras—. Lo tengo bien abierto para vos, papi —terminó riéndose.

—En serio, chabón —se molestó Nines.

—¡Uy! Se me enojó el nene, ¿Querés que te la chupe para que bajes diez mil cambios?

El androide solo rodó sus ojos y negó con su cabeza. Finalmente había encontrado el auto del oji verde, suspirando aliviado.

Una vez allí, abrió la puerta del copiloto, ayudó al detective a sentarse y abrochó su cinturón por él. Sacó las llaves de su pantalón, la cuales se las entregó Gavin antes de entrar al bar, y se dirigió a la puerta del piloto.

Entró al auto y cerró la puerta de manera fuerte, apoyó su cabeza en el volante suspirando irritado. Nunca más iba a acompañar a Gavin a un bar. Encendió el auto y comenzó a conducir hacia la casa del humano, este murmuraba cosas inentendibles durante el trayecto.

Al llegar, estacionó el auto y lo apagó, bajó de este para luego ir al la puerta del copiloto y sacar a Gavin de ahí. Lo sostuvo de la misma forma de antes. Cuando llegó a la puerta lo apoyó en la esquina de la misma para buscar las llaves y realizar una llamada a Hank.

—¿Hola? —se logró escuchar.

—Buenas noches, teniente. Disculpe las molestias.

—Oh no, no, no. No te preocupes, ¿Está todo bien?

—Ponele. Nece-