Roto

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Pov Juan Pablo.

Es increíble cómo puedes perder algo que amas con el chasquido de tus dedos.

Hace dos meses había perdido una parte de mí, porque si, Daniela era eso, una parte que cuidaba y atesoraba cómo un diamante que no quería soltar, pero que terminé soltando por mi propia culpa.

Pensé que éramos indestructibles y nada nunca nos separaría, fui un idiota al pensarlo. Nunca debí haber aceptado tal propuesta por María José Garzón, el solo oír su nombre me revuelve el estómago.

Sesenta días han pasado desde que vi por última vez a Daniela.

Ahora vivía completamente solo, un día que Daniela iba a su trabajo fui por todas mis cosas a casa, la verdad no quería toparme con ella por lo que salí de casa de esa forma.
Vivía en un pequeño apartamento que Mario me ayudó a conseguir.

Mi objetivo era encontrar un trabajo para mí.

Me preparaba un sándwich, entretanto terminaba de desempacar mis pertenencias. Dejé el cuchillo en el tarro de mayonesa, observando los zapatos en la mesa.

«¿Creés qué los zapatos van ahí, Juan Pablo?»

Su voz sonó en mi cabeza, observé los zapatos negando, los tomé para dejarlos en el suelo, saqué el cuchillo del tarro y dejarlo en el lavador. Comí en absoluta soledad únicamente en compañía del silencio.

Algo que no vivía desde que Daniela y yo nos casamos.

Cuando terminé lave los trastes sucios y seguí desempacando todas las cajas que había conseguido, había terminado la mayoría del trabajo, solo faltaba una caja y acabaría en remodelar mi nuevo hogar.

Tomé la caja entre mis manos y la puse en una pequeña mesa que había en el centro del departamento, abrí la caja y una oleada de recuerdos vagos vinieron a mi mente, trayendo la tristeza y el dolor aún no cicatrizado a mi corazón.

Era una caja que contenía todas las cosas que Daniela y yo nos habíamos dado mutuamente, cartas, fotos, peluches entre otras cosas más.

Saqué cada una de ellas recordando los días en el que aún éramos indestructibles y felices, pero lo qué más había en la caja eran fotos de Daniela.

Había una dónde estaba sentada con sus piernas cruzadas, tenía una taza de café en la mano y con la otra tapaba su cara con un mechón de cabello riendo. También había otra dónde tenía un gorro hasta sus pómulos sacando su lengua, y la última dónde salíamos los dos juntos sonriendo más que radiantes.

Era la foto del día de nuestra boda.

Sin saber cómo, una lágrima resbaló por mi mejilla, la limpié rápidamente y miré todas las fotos que abarcaban todo el espacio de la mesa, tomé una de ellas y las empecé a romper por la mitad una por una.

Rompí cada foto por la mitad, pensando que así me sentiría mejor, pero no fue así.

El romper todas las fotos no ayudó en nada, solo me hacía ver la realidad de mi vida, de mi matrimonio, una realidad en dónde el amor con mi esposa estaba cómo esas fotos, roto por la mitad.

Dándome cuenta que yo también estaba totalmente roto por dentro.

Pov narrador.

Una tormenta se había aproximado a la ciudad de San Francisco, el olor a petricor yacía presente en las calles empinadas de la ciudad.

Daniela y María José iban a un restaurante de la ciudad a cenar, una de las primeras citas de ambas mujeres, la más nerviosa aunque no parecía era la empresaria, ella quería que todo saliera perfecto.

Propuesta Indecorosa || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora