↜ᴠᴇʀᴡɪʀʀᴜɴɢ {9}↝

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ᴠᴇʀᴡɪʀʀᴜɴɢ=ᴄᴏɴꜰᴜꜱɪᴏɴᴇꜱ

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El largo velo blancuzco arrastraba por el frío suelo, mientras que el menor caminaba rápidamente para no perder de vista al pequeño dragón de tez morena, quién desde lejos parecía tener mucha energía.

Debía admitir que las telas que revestían su cuerpo eran muy cómodas, a excepción del ajustado pantalón azabache, del cuál planeaba deshacerse apenas llegaran a su habitación. Éste último era muy incómodo para caminar e incluso era vergonzoso, ya que algunas veces mientras daba pasos su entrepierna solía marcarse entre la tela.

Está situación, provocó un pequeño sonrojo en las mejillas del pelinegro y el cuál a su vez, no parecía querer desaparecer de su rostro.

--¡Camina más lento Donghyuck! Me duelen las piernas~-- se quejó el chico de nariz respingada, mientras hacía un pequeño puchero.

--Tranquilo, ya casi llegamos-- avisó el moreno, mientras miraba a todas partes intentando encontrar lo que sería la habitación de Chittaphon, la cuál había sido previamente asignada por su majestad.

Pasaron unos escasos minutos hasta que ambos chicos llegaron a lo que sería el aposento personal de Ten. Éste último se pudo percatar de que al lado de su cuarto, habían puertas de otras habitaciones las cuáles eran vigiladas por guardias reales, cosa que provocó una gran interrogante en su cabeza.

--Donghyuck, tengo una pequeña pregunta que hacerte-- exclamó Chittaphon; ansioso.

--¿Qué pasa joven Ten?-- cuestionó el susodicho, mientras se mantenía buscando las llaves que abrían las puertas del aposento de el nuevo favorito del rey.

--¿Hay más favoritos aparte de mí?-- interrogó el pelinegro; expectante.

--Así es. Los aposentos que están siendo vigiladas por los soldados son habitados por todos los que se han ganado el corazón de nuestro rey con sus encantos. En cada uno de esos cuartos están hombres y mujeres, todos humanos al igual que tú-- explicó Donghyuck, para finalmente abrir la puerta de dicha morada --Ahora es tú turno de brillar y satisfacer al rey en todo lo que él deseé-- concluyó el moreno, para luego abrir la puerta.

Los ojos del pelinegro se abrieron como platos, al ver todo el decorado de aquella sala de descanso:

Pisos de marmol, una enorme cama matrimonial, imponentes cortinas de las más finas telas cubrían las ventanas, muebles de madera de la más alta calidad (Sillas, mesas para comer, escribir o leer, etc) y a un costado de éste una hermosa chimenea. También había una cómoda en dónde reposaban todas las cremas y joyas que el nuevo favorito podría utilizar, sin mencionar el gavetero del cuál rebosaban toda clase de vestuarios hechos a mano con piedras preciosas incrustadas en ellas.

Adicional a ésto, había otra entrada que guiaba hacía un jardín personal, del cuál destilaban el delicioso aroma natural de las flores y el encantador sonido de una fuente que le daba un toque más encantador a aquél sitio.

--Cierra la boca, hay moscas-- pidió Donghyuck entre risas, refiriéndose a la expresión que tenía el contrario en su rostro.

--Perdón es que... Éste lugar es hermoso-- confesó Ten; maravillado.

--¿Sabes? Éste aposento es el único que cuenta con un jardín privado, y la verdad es la habitación más costosa después de la sala de sueño de nuestro rey y siendo sincero, él parece estar muy interesado en ti-- confesó el moreno, con una pequeña sonrisa.

ᴍᴏɴꜱᴛᴇʀ ᴩᴀʀᴀᴅɪꜱᴇ ➻ ᴛᴀᴇᴛᴇɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora