↜ᴡᴀʀɴᴜɴɢᴇɴ {8}↝

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ᴡᴀʀɴᴜɴɢᴇɴ=ᴀᴅᴠᴇʀᴛᴇɴᴄɪᴀꜱ

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ᴍɪᴇɴᴛʀᴀꜱ ᴛᴀɴᴛᴏ ᴍᴜy ʟᴇᴊᴏꜱ ᴅᴇʟ ᴩᴀʟᴀᴄɪᴏ

Un fornido corcel recorría las grandes praderas y montañas con suma velocidad. Sobre su lomo, dos damas se mantenían sobre aquel animal de crin oscura.

Habían viajado desde hace ya varias horas y gracias a los cielos, las mujeres aún permanecían con vida. Ya no faltaba mucho para llegar a su destino y cuándo estuviesen allí, la mujer más longeva podría salvar a su hijo secuestrado por las indomables bestias.

Tenía consigo una esperanza, o más bien un deseo. Creía con todas sus fuerzas que su único hijo varón estaba vivo, y no sabía realmente las razones. Quizás solamente era puro instinto de madre o tal vez su sexto sentido, no tenía idea.

Lo único que sí tenía bien claro, es que vengaría los nombres de todas las personas que habían muerto en manos de los dragones. Y los asesinaría a todos y a cada uno de ellos en su maldito festival macabro, en dónde utilizaban a los seres humanos como manjares.

Les quitaría la vida a todos, incluyendo al mismísimo dragón más poderoso de todos: "El Gran Lee Taeyong". Su ira se incrementaba con el sólo hecho de pensar en aquél cruel híbrido de corazón de piedra.

No parecía tener sentimientos por nada ni por nadie, al rey lo único que le importaba era sí mismo y el bienestar de su maldita especie de monstruos.

--¿Mami ya llegamos?-- preguntó una voz adormilada e inocente, proveniente de la pequeña niña que había estado dormida sobre los brazos de su progenitora.

--Ya casi llegamos amor-- respondió la mayor, sin dejar de observar el camino por el que se dirigían.

De repente, la mayor detuvo el trote del fino animal al ver su destino al frente de sus ojos. Por fin había llegado.

--Cariño, bienvenida al Campamento Rebelde. Aquí recuperaremos a tú hermano y salvaremos la vida de miles de personas que estaban destinadas a ser devoradas por los dragones; nuestro renacimiento está muy cerca-- presentó la madre, causando toda la atención de su hija la cuál, observaba a su creadora con una sonrisa esperanzadora. Una guerra estaba muy cerca de ocurrir.

Y ᴅᴇ ᴠᴜᴇʟᴛᴀ ᴇɴ ᴇʟ ᴩᴀʟᴀᴄɪᴏ


Las manos del joven rey brillaban con esplendor, debido a los enormes anillos que decoraban sus huesudas y elegantes manos. El aroma de los perfumes y cremas le brindaban gracia al monarca de penetrante mirada.

Su vista, estaba posada sobre un montón de aristócratas miembros de la monarquía dragón, mientras que un considerable grupo de soldados se hallaban detrás suyo para protegerlo.

Tenía que recibir a todos los invitados que vendrían al Festival de la Luna Azul, además de escuchar los pedidos de cada uno de esos quisquillosos riquillos.

Algunos de esos pedidos, consistían en el envío de concubinas que pudieran cumplir sus más profundos deseos sexuales. Otros, simplemente solicitaban a humanos para comerlos o para que ellos les trajeran postres y alimentos para saciar su hambre.

Y en realidad era muy molesto atender a toda esas personas, que para su concepto eran una bola de niños mimados que siempre tenían todo lo que anhelaran. Aún recuerda a su difunto padre, aquel hombre estricto y antiguo rey del mundo.

Él siempre le educó con mucha disciplina. Le inculcó en su mente las ideas más macabras y sanguinarias que se pudiera imaginar. Uno de esos métodos, fue el hecho de hacerlo testigo de cómo un grupo de hambrientos dragones devoraban vivos a todos los humanos que pudieran encontrar, desmembrandolos en el proceso.

No le importó el hecho de que sólo era un pequeño dragón inocente, que no tenía idea de las cosas que estaban bien o mal. Sin embargo, pese a todos los traumas que él sólo sufrió, se convirtió en el hijo perfecto de su padre.

Aquél ser de repugnante corazón, lo convirtió en el monstruo frívolo y despiadado para con los humanos. A esos inferiores los veía como simples objetos vivientes.

Aunque debía admitir que utilizarlos era realmente placentero, sobretodo cuándo ellos se intentaban liberar de sus garras.

Repentinamente, sintió un llamado detrás suyo que acaparó toda su atención. Pero todo su ánimo se fue a la borda al ver al engreído de Seo, el cuál lo observaba con una sonrisa maliciosa.

--¡Vaya! Buenos días su majestad, yo también estoy muy feliz de verlo. ¡Usted se ve muy bien hoy!-- saludó el príncipe; sarcástico.

--¿Qué quieres ahora? ¿¡Acaso no ves que tú rey está ocupado!?-- cuestionó el híbrido más poderoso del reino, intentando ocultar su ira.

--¿Y qué tiene de malo halagar a su majestad? Que yo sepa no es un delito hacerlo-- respondió John; burlesco.

--Si no quieres que te decapite y luego me coma tú cuerpo lentamente, mejor cállate-- sugirió el líder, causando que el príncipe simplemente torciera sus ojos.

Por cosas del destino, los ojos del rey terminaron sobre el hermoso pelinegro con quién había pasado la noche anteriormente. Aquel joven iba pasando casualmente, por los largos pasillos del palacio, mientras seguía a Donghyuck.

Era inevitable no ver a aquel chico de nariz respingada y ahora que estaba arreglado y peinado, las ganas de tenerlo y hacerlo suyo sólo se incrementaban.

--Yoonoh, ¿ya hemos terminado con ésto?-- cuestionó Taeyong; ansioso.

--Sí señor, no creo que venga más nadie por hoy-- respondió el susodicho, con su monótono tono frío y serio.

--Perfecto. Más tarde, discutiremos sobre las medidas de seguridad que tomáremos y las peticiones de los ciudadanos sobre calidad de vida-- contestó el rey, causando un asentimiento por parte de Yoonoh y que Seo lo observara con extrañeza.

--¿Y eso? ¿a dónde irá tan pronto?-- bombardeó el príncipe, con una lluvia de preguntas.

--Todo lo que tenga que ver conmigo no es de tú incumbencia John Seo. Mejor anda y haz algo que beneficie a nuestro imperio, porque no es un secreto para nadie que eres un mantenido del estado-- pidió el monarca entre pequeñas carcajadas, para luego retirarse hacía su gran palacio siendo escoltado por el grupo de guardias.

El príncipe engreído se mantuvo en su lugar mientras observaba mal al contrario, el cuál se retiraba rápidamente del lugar.

Sabía que su rey estaba actuando muy extraño. Iría en busca de respuestas y las encontraría, aunque la vida le costara en el proceso.

Nada ni nadie le quitaría a Taeyong, aquel hermoso chico que no tenía comparación sería su esposo sin importar las consecuencias. Tendría al apuesto chico sí o sí.



































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ᴍᴏɴꜱᴛᴇʀ ᴩᴀʀᴀᴅɪꜱᴇ ➻ ᴛᴀᴇᴛᴇɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora