《 0.001 》 ❝Como si te gustara.❞

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«Deidara»

Siento una fuerte sacudida, lo cual provoca que abra los ojos de golpe. La luz me encandila un poco, y tengo que parpadear un par de veces para acostumbrarme a ella. Lo primero que veo es una máscara naranja, y me fijo en su único orificio, con el ceño fruncido; el ojo rojo como la sangre, brilla más de lo normal.

—¡Hasta que por fin despierta, Senpai! —Su tono ligeramente chillón provoca un ligero dolor en mi cabeza.

Vaya manera de empezar el día.

—¿Qué haces aquí, hm? —Intento hablar lo más tranquilo posible. Aunque no haya hecho nada irritante, su presencia me resulta poco más que fastidiosa.

—Konan-Senpai le pidió a Tobi que despertara a Deidara-Senpai para hablar sobre una misión o algo así. —dice con simpleza y se encoje de hombros. Por mi parte, dejo escapar un suspiro.

El descanso fue bueno mientras duró.

—Bien, hm. ¿Eso es todo? —Tobi asiente frenéticamente, ¿qué no le da miedo romperse el cuello? Mira que asentir de esa forma... Siento que su cabeza saldrá volando en cualquier momento.

Siento un roce entre su máscara y mi nariz, que me hace reparar en nuestra cercanía. Hago una mueca. Estoy acostumbrado a que invada mi espacio personal sin reparo alguno, pero esto —contrario a como suele ser habitualmente— me hace sentir más que incómodo, extraño.

—Bien, ahora largo.

Tobi se aleja, incorporándose,  y mi cuerpo se siente más liviano; todo este tiempo había estado sobre mi abdomen, ¿cómo es que no lo noté antes? Creo que el sueño me hace ser un completo despistado.

—Senpai —me llama y, como respuesta, le dedico una mirada mientras me siento. Él abre la puerta y se coloca detrás de ella rápidamente—... Te ves lindo cuando duermes.

Abro los ojos con sorpresa y, rápidamente, paso a mirarlo con enojo. Por su parte, cierra la puerta velozmente.

—¡Idiota! —vocifero sintiendo mis mejillas calentarse levemente.

Lindas mis polainas. Voy a darle una paliza que le hará desear no haber nacido.

Me encuentro sentado en el suelo haciendo algunas figuras con arcilla que, por cierto, no tengo permitido explotar. Suspiro. 

¡Qué aburrido!

La misión no se llevará a cabo hasta mañana, y no tengo nada planeado para hacer hoy, más allá de hacer pequeñas obras de arte, incompletas. Tras colocar la última de estas en el suelo, junto a la figura de un conejo, me cruzo de piernas y flexiono mi brazo izquierdo, hundiendo el codo en mi rodilla, para luego apoyar mi mejilla en mi puño.  

Siento unos brazos rodear mi cuello y por el rabillo del ojo noto la máscara de Tobi. Ruedo los ojos con fastidio y me preparo mentalmente para lo que sea que diga.

—¡Qué lindas figuras, Deidara-Senpai! —exclama con admiración. Su voz, dos tercios más aguda, provoca que una punzada de dolor se aloje en mi cabeza.

—Son más que lindas, hm. —Observo a las distintas formas animales que he creado y noto como un pequeño delfín es levantada por Tobi.

¿Debería hacerlo explotar?

Suelto una leve risa silenciosa ante la idea y lo miro con algo de malicia, sería divertido.

—Senpai... ¿Por qué mira a Tobi de esa forma? —Su tono suena ligeramente atemorizado.

—¿De qué manera, hm? No te miro de ninguna forma, Tobi —digo con inocencia—¿Te gusta ese delfín?

—Sí, es muy lindo.

—Puedes quedártelo, de hecho, ve a jugar con él afuera.

—¿Lo dice en serio? —Su tono denota una ligera desconfianza. Chasqueo la lengua con fastidio.

—Sí, ahora largo antes de que me arrepienta.

—Pero... Senpai... Nunca me deja llevarme su arcilla, ¡ni siquiera tocarla! —Deja suavemente la escultura en el suelo—Eso quiere decir que...

Lo miro enarcando una ceja y paso saliva ante su silencio repentino, ¿Me ha descubierto? Bah, no creo que sea tan inteligente para hacerlo.

—¡Usted no es mi senpai! —Siento su puño estrellarse contra mi rostro y un cosquilleo en mi mejilla cuando lo aleja para ponerse en posición de pelea. Este bastardo sí que tiene fuerza... Y acaba de firmar su sentencia de muerte. 

Lo miro con enojo mientras detengo un segundo golpe que se dirige a mi rostro, acunando su mano con tanta presión que, siento el crujir de sus huesos.

—Considérate hombre muerto, hm. —Siseo, con una voz dos tercios más grave de lo usual. 

—¡Dígame que hizo con mi Senpai ahora!

Gruño.

—Me lo comí, idiota —Lo escucho exhalar con horror y ruedo los ojos. Repentinamente siento un dolor en mi abdomen y como el aire escapa de mis pulmones al instante—. ¡Te voy a hacer pedazos!

—¡Devuelva a mi senpai!

Le doy un golpe en el estómago, a lo que este cae sobre sus rodillas, abrazando su abdomen para, posteriormente, comenzar a jadear en un intento de recuperar el aire perdido.

—Sigo siendo yo, no seas idiota —Le doy un golpe en la cabeza—. Y ahora lárgate de aquí antes de que te haga explotar, hm.

—Senpai, eres cruel. ¡Tobi solo es un buen chico que se preocupa por usted! —lloriquea mientras se soba la cabeza al tiempo en el que se coloca de pie y sale corriendo.

—Menudo idiota.

—Sabes algo, rubia de segunda... —La voz de Hidan a mis espaldas me hace pegar un ligero brinco en mi lugar. ¿Hace cuánto está aquí?

Lo miro por sobre mi hombro, y me cruzo de brazos.

—¿Qué? —escupo, con sequedad.

—Más que odio, a veces parece que te gusta —Sonríe de forma burlona y luego me da la espalda, comenzando a caminar.

—Imbécil, hm—murmuro.

𝙼𝚘𝚕𝚎𝚜𝚝𝚘 ──  𝚃𝚘𝚋𝚒𝚍𝚎𝚒 .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora