Día tres: Realeza

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- ¡Eijiro! ¿A dónde vas, mi cielo? -preguntó la reina, colocando sus manos en jarra apoyadas en su pequeña cintura

El pelirojo sonrió, deslumbrando a los sirvientes y a su propia madre, haciendo desaparecer las preocupaciones de ella.

- Al jardín, necesito pensar unas cosas -respondió con simpleza

La reina le sonrió devuelta a su hijo, asintiendo y recordándole que debía de regresar temprano para la reunión previa al banquete de bienvenida para los Uraraka.

Pero, fuera de todo pronóstico hecho por ella, Kirishima, en realidad, fue al jardín para salir del castillo por un pequeño "pasadizo" que él mismo hizo.

Estaba algo aburrido, así que iría a dar una vuelta al pueblo.
Sin embargo, antes de ir, se colocó ropas más comunes para no pudieran notar que él era el príncipe que pronto se convertiría en rey del pueblo.

Dejó sus ropas cuidadosamente dobladas y escondidas para luego ponerse las otras, apurando luego su paso para poder ir a ver a los amigos que había hecho en el pueblo.

- ¡Hola, Eijiro! ¿Qué te trae por aquí? -preguntó amistosamente una joven chica de ojos color miel

Kirishima correspondió del saludo, conversando extensamente con su amiga hasta que ésta le informó que ya debía irse.

Mina trabajaba en una florería para poder mantener a su pequeño hijo de tan solo cuatro años y a su esposo enfermo.

Eijiro, siempre que iba al pueblo, le compraba flores a la chica, sintiéndose muy triste por no poder hacer más que eso por ella.
Realmente la admiraba mucho,  pues ella era toda una guerrera, manteniendo siempre su encantadora sonrisa a pesar de la difícil situación por la que pasaba.

- ¡Nos vemos, cuídate mucho! -se despidió el pelirojo

La chica correspondió su despedida, viéndolo marcharse con una sonrisa.
Le parecía, hasta cierto punto, alguien misterioso, puesto que se rehusaba a darle su nombre completo, simplemente le dijo que lo llamara por su nombre de pila.

Ella accedió un poco dudosa al inicio, pero, finalmente, no exigió una respuesta ante la falta de información personal.





Kirishima miraba un poco indeciso la panadería de los Bakugou.
Masaru, el padre del rubio, estaba barriendo la entrada de su panadería, procurando mantener la limpieza.

El hombre llamó hacia adentro al Bakugou menor, entregándole la escoba y dejándolo barrer afuera mientras él entraba.

Katsuki apretó la escoba entre sus manos, murmurando maldiciones que hicieron a Kirishima reír de buena gana (a pesar de no lograr escucharlo).

Se acercó ahora con decisión al cenizo, llamando su atención cuando ya estaba apenas a un par de metros de él.

- Hey -saludó el rubio, mirando sin disimulo al pelirojo, quien no pudo evitar sonrojarse por aquello- ¿Se te ofrece algo, Rojo? -preguntó, dejando la escoba apoyada contra la puerta de la panadería, acercándose al pelirojo para poder hablar de más cerca con él

Eijiro rió un poco nervioso, mirando a un costado y luego volviendo a los ojos del cenizo- Solo venía a dar una vuelta por aquí -respondió

Katsuki también sonrió, pero mucho más pequeño, mirando un segundo hacia atrás para asegurarse de que sus padres no lo estuvieran espiando mientras coqueteaba con Eijiro- Mmm, ¿Estás seguro de que no me venías a ver exclusivamente a mí? -preguntó, tocando con cuidado mechones de pelo suelto del pelirojo

*.✧KiriBaku Week 2020✧.*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora