Capítulo XXVI

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Eran las dos de la tarde, y la familia Simmons se encontraba en el auto de camino al lugar de la fiesta; al final, se retrasaron media hora en salir de la casa, llevaban una hora y media en el camino, y todavía no había ninguna señal en el rostro de Caleb que les indicara que ya estaban cerca.

Noah se encontraba sentado en el asiento trasero, jugando con su pequeña hija. Mientras que Evonne iba en el asiento del copiloto, junto a Caleb. El silencio reinaba en el espacio, por alguna razón, la actitud de Caleb había cambiado por completo, no lucía tan alegre como antes, sus facciones eran frías, sus manos estaban aferradas al volante y presionaba su mandíbula tan fuerte que parecía que en cualquier momento quebraría su perfecta dentadura.

—Pensé que tú hermana había dicho que enviaría un auto. —comentó con voz suave.

—Ah, ¿cómo? —cuestionó, volviendo en sí —. Lo hizo, pero le dije que yo los llevaría —respondió girando su rostro hacia ella, con una expresión más relajada en él. —. Guau, no me canso de verte, eres hermosa. —esbozó una pequeña sonrisa, cargada de ternura.

Evonne sonrió levemente, un poco tranquila al notar que volvía a ser el mismo de antes, aunque le intrigaba en gran manera la razón por la que él se ponía así por ir a casa de sus padres.

—Jovencito, será mejor que dejes de hacerlo y veas el camino —advirtió Noah. —. Soy muy joven para morir por culpa de jóvenes hormonales.

—¡Papá! —le reprochó Evonne.

—Caleb, ¿Cómo es tu casa?, ¿Tienen un perrito? —cuestionó Loamy, quien estaba inmovilizada por el cinturón de seguridad.

—Bueno, hace ya un tiempo que no voy por ahí, pero la última vez que fui, papá le había regalado a mi madre un cachorro, de esos pequeños y peludos.

—¿Crees que me deje jugar con él? —cuestionó con una voz dulce e inocente.

Él la observó a través del retrovisor por cuestión de segundos, antes de esbozar una pequeña sonrisa y asentir con la cabeza.

—Seguro te dejarán hacer lo que quieras, princesa.

Evonne frunció el ceño en confusión al notar como el semblante de Caleb cambiaba nuevamente, y se volvía más sombrío. ¿Lucía molesto o triste? ella no podía descifrarlo. Luego de unos cuarenta minutos más de camino, por fin llegaron al Barrio Francés, el corazón histórico de New Orleans. Loamy pidió, y suplicó para que le permitieran quitarse el cinturón y así ver mejor manera la ciudad de sus sueños.

—No puedo creer que hayas vivido aquí toda tu infancia —comentó Noah. —. La verdad, jamás pensé que llegaría a conocer aquí.

—¡Pero papá! —exclamó Loamy. —. Siempre hablas de mudarnos aquí.

—¿En serio? —cuestionó, confundido.

Evonne suspiró profundo, y evitó la mirada desconcertada de Caleb, respecto a lo que acababa de escuchar. Pensó en que el joven llegaría a creer que su padre tenía alguna enfermedad grave, ya que aún no le había hablado acerca de sus problemas de adicción. Noah tenía varias facetas; cuando estaba ebrio era bromista, cuando estaba drogado era todo un intelectual, y sobrio o limpio; era un hombre lleno de remordimientos, y nostálgico. Pero su pequeña niña de cinco años, era incapaz de diferenciarlas.

—Bueno, señor Simmons, para mí será un placer darles un tour mañana. —dijo Caleb, distrayendo a la familia.

—¿Mañana? —preguntó Evonne, confundida. —. Caleb, regresaremos hoy a Central City.

—Lo siento, Evonne, pero será muy tarde para regresar. Además, Nickolle tiene preparado todo para que se queden.

—Pero, somos muchos, y...

Un Novio Para Mi Hermana (Evonne Necesita Un Novio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora