Sustos •14•

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-... Y cuando la madre salió a buscarlo, el niño ya no estaba, solo escuchó una risa a lo lejos y supo que la bruja se lo había llevado...

En ese momento la puerta de la casa se abrió con fuerza y los niños gritaron.

- ¿Qué pasa?- preguntó preocupado el hombre que iba entrando pero no obtuvo respuesta, solo se escuchaba la risa del otro hombre en la sala.

Pasó la vista a los dos pequeños niños que habían gritado y los encontró completamente tapados con una cobija.

Cerró la puerta de la casa y dejo las bolsas en el suelo para luego acercarse al hombre de rizos y golpear su cabeza con una mano. Solo en ese momento dejo de reír.

-¡Au! Me dolió- se quejó sobando su cabeza.

- Ya te dije que no les cuentes historias de terror, les dan pesadillas.

- Solo era para pasar el rato, Temo. Saben que no es real.- los niños se destaparon la cara y al ver a su padre lo abrazaron con fuerza.

- Creímos que eras una bruja.- dijo uno

- No nos vuelvas a dejar solos con papá- pidió el otro.

- Tranquilos, bebés, no es real eso que les contó, a la próxima tú vas a comprar la comida- se dirigió a Aristóteles, este solo sonrió de manera inocente y se levantó para abrazar a su esposo.

- Ya, gordito, lo siento, no te enojes - sintió la mejilla de Temo calentarse cuando le dió un beso en su cachete.

- No me digas así, mejor ve a aprender cuentos infantiles- se separó de él y fue a su cuarto.

Los otros tres integrantes de la familia se quedaron en silencio.

- ¿Estás en problemas?- preguntó su hijo mayor.

- No lo sé- admitió encogiendose de hombros.

- ¿Y ahora qué?- preguntó el menor.

- Iré a ver que es lo que tiene, ustedes pueden ayudar a acomodar las cosas que trajo su padre y después tal vez les deje dormir un poco más tarde- los pequeños se emocionaron por la condición de su padre y entre risas corrieron a acomodar las cosas.

Aristóteles se dió ánimos mentales antes de dirigirse a hablar con su esposo. No entendía por qué se ponía de mal humor pero hacerlo enojar más no era buena idea.
Se acercó a la puerta y pidió autorización para pasar, al no recibir respuesta simplemente pasó.

No había nadie, pero la luz del baño estaba encendida así que ahí debía de estar. Esperó en la cama checando unos mensajes de su teléfono hasta que escuchó el agua correr y posteriormente el rechinido de la puerta siendo abierta.

Sonrió al ver a su esposo salir, pero se cubrió rápido con una almohada cuando un proyectil se disparó hacía él.

Pensaba en descubrir su rostro cuando otro objeto chocó en ella.

- ¿Amor, que hice?- preguntó asustado.

- ¡Es tú culpa, Aristóteles! ¡Y encima de todo me dices gordo! - Temo empezó a reclamar sin explicar realmente que pasaba.

- Solo fue como un apodo, de cariño. No quiero decir que en verdad estás gordo, explícame que pasa.- se hiso bolita en la cama por si recibía otro proyectil.

- Voy a tener otro bebé- Aris dejó caer la almohada que lo cubría.

- ¿En serio?- fue lo único que pudo decir.

- ¡Claro que sí, Aristóteles! No bromearía con algo así.- su semblante pasó de enojado a preocupado.

- Lo sé, lo siento. Pero no entiendo por qué estás de mal humor ¿No lo quieres tener?- él también se empezó a preocupar.

- Sí lo quiero, pero estoy asustado, la última vez tuve muchas complicaciones, me acabo de enterar de que tengo un mes y las hormonas no me ayudan en nada- sus ojos se comenzaron a llenar de lágrimas y sus labios formaron un puchero adorable.

- Oh bebé...- Aris se levantó para abrazar a su esposo. El más bajito se dejó abrazar y escondió su cara en el pecho del otro.- Todo va a estar bien, cada embarazo es diferente eso tú lo has dicho y yo no voy a dejar que te pase nada. A partir de ahora vas a tener a tres fieles sirvientes a tus órdenes.- Temo se separó un poco de él.

- ¿Tres? No pondrás a mis dos bebés de sirvientes- golpeó su brazo con poca fuerza.

Ahora fué él rizado quien hizo un puchero.

- ¿Yo cuándo dejé de ser tu bebé?- se hiso el dolido secándose una lágrima falsa.

- En cuanto terminó el parto de los gemelos y dijiste "los llamaremos Bart y Hugo para saber cual es el malo" - Contestó Temo rodando los ojos.

Aristóteles pensaba reclamar cuando sin aviso previo los dos pequeños niños de 7 años entraron a la habitación de sus padres con una sonrisa.

- Terminamos de acomodar.- comenzó uno.

- ¿Podemos dormir tarde?- preguntó el otro.

-¿Dormir tarde? ¿Por qué?- Aristóteles rió nervioso.

- Olvide decirte que los niños ayudaron a acomodar las cosas del súper y les dije que podrían dormir tarde -

Temo casi vuelve a agredir físicamente a su esposo, pero se relajó y pensó que le sacaría provecho a su estado de gestación para que su rizado esposo se encargara de los gemelos mientras él descansaba.

Lo amaba mucho sin duda pero a veces se preguntaba si se le había pasado la mano con el amarre que le hizo.





















Les iba a poner nombre a los gemelos pero no sé me ocurrieron unos bonitos :'/

PD: según mis cuentas falta muy pero muy poco para que termine este libro. No me lo creo.

PD2: últimamente tengo muchas ganas de leer algo donde estos dos son papás, recomienden algo porfa 🤤

ARISTEMO «one shots»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora