Ensayos previos

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— Buenos días  —saludó Jesús a su madre bajando a desayunar.

— Hola. ¿Cómo has dormido? —le preguntó, mientras le servía un poco de zumo.

— Quitando el hecho de que Javy me despertó a las siete de la mañana, bien. ¿Qué tal la reunión ayer?

— Agotadora. Acabo de llegar. ¿Qué planes tienes para hoy?

— Creo que compensaré a Nia y la llevaré a algún sitio bonito, para compensar el no haber ido a la fiesta que nos invitaron ayer.

— ¿Hasta que hora se quedó aquí?

    Nina dio un sorbo a su café, seria. No le gustaba que las parejas de sus hijos se quedaran en casa sin que ella estuviese por ahí. Era muy de la vieja escuela.

— Hasta media noche. Después de acabar las películas se fue a casa, que le dolía un poco la cabeza.

Su madre asintió y siguieron desayunando en silencio. Mientras comía una tostada, Jesús cogió el móvil al recibir un mensaje de Nia, con una foto de Javy medio borracho y maquillado junto a sus amigos que le habían mandado. Cuando se empezó a reír, su madre lo regañó.

— Te he dicho que nada de móviles en la mesa.

— Lo siento, es que es muy gracioso. Mira, es Javy en la fiesta de ayer —le comentó enseñándole el móvil.

La mirada indiferente de Nina cambió radicalmente al ver el fondo de la foto. Esa casa le resultaba familiar. Jesús, al ver su reacción, se tensó al darse cuenta de que la había cagado pero bien. Justo cuando iba a preguntar algo, el protagonista de la imagen apareció por la cocina para prepararse unos cereales.

— Buenos díaaaas —saludó con la voz ronca.

— Javy, que bien que estás aquí. ¿Cómo fue la fiesta?

— Muy bien —dijo sentándose a desayunar—. Me lo pasé genial la verdad, muy divertido todo.

— Y... ¿dónde fue esa fiesta? —le preguntó, con otro tono un poco más acusativo.

— Pues... —no sabía donde meterse, no podía decirle la verdad—, en casa de una amiga. —Javy miró su reloj y, sin apenas haber probado los cereales, se levantó con la excusa de que tenía prisa y cosas que hacer.

Sin embargo, no fue tan fácil. Su madre lo detuvo y le pidió con una calma aterradora que se volviese a sentar.

— ¿Y se puede saber que amiga era?

Los hermanos se miraron entre ellos, y Jesús le dijo con la mirada que dijese la verdad, pues le indicó con la cabeza que Nina estaba sosteniendo su móvil entre sus manos.

— Eva —contestó, sin darle demasiada importancia.

Al escuchar el nombre, a pesar de que ya era consciente de ello, se tensó y no pudo evitar ponerse violenta. Pero violenta a su manera.

— ¿Qué os tengo dicho sobre entrar a esa casa? ¿Os recuerdo quiénes viven allí? —preguntó, y es que si las miradas matasen, con esta que echó, los hermanos estarían muertos y enterrados bajo tierra.

Tras unos segundos de silencio, Nina volvió a intervenir.

— ¿Y Rafa? ¿Fue también a la fiesta?

— No —contestaron los dos al unísono.

Ya la habían liado bastante, por lo que encubrieron a su hermano, o la peor parte iría para él.

Por suerte, no aparecía en la imagen, pero el resto de compañeros sí. Por lo tanto no había pruebas de que Rafa hubiese estado en esa fiesta.

— Que yo no me entere que entra ahí. Ya suficiente es que tenga que cantar con Eva, como para más asistir a su fiesta —amenazó mientras recogía la mesa. Posteriormente, se dirigió a su habitación a dormir, pues se había pasado la noche en el despacho, hablando (conspirando) con su aliado.

Sabor de amor | OT 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora